Este artículo se publicó hace 15 años.
El drama de perder el trabajo tras el verano
Raúl Castillejos y su mujer han perdido su puesto en Nissan. Adrián Torregrosa perderá su trabajo porque se acaba la temporada de baño. La crisis le ha obligado a Sergio García Hernández a aceptar u
Raúl Castillejos. Despedido de Nissan
Su vida ha cambiado radicalmente en cuestión de poco tiempo. Raúl Castillejos y su mujer, ambos trabajadores de Nissan, han perdido su trabajo. La automovilística les comunicó el 31 de julio que no volvieran a su puesto porque estaban despedidos. Castillejos, con 32 años, lamenta que tras 10 años trabajando para la firma de coches, el despido llega en el peor momento. “Nos casamos hace dos años y justo ahora hemos empezado un nuevo proyecto de vida: tenemos un bebé de seis meses”, explica.
Raúl era operario de carrocería y su mujer trabajaba en la planta de pintura de la fábrica barcelonesa. El sueldo de Nissan “no estaba nada mal” y su vida se sustentaba en él. Con la llegada del bebé habían solicitado reducción de jornada. Ahora encontrar otro trabajo en época de crisis “será muy difícil”. Pero lo que más lamenta Raúl es que Nissan los haya despedido a los dos. “Habían asegurado que el recorte de personal no sería traumático.
De saber que nos íbamos los dos a la calle nos hubiéramos apuntado a las bajas voluntarias”, indica. Castillejos milita en la CGT y asegura que en los despidos ha existido “discriminación sindical y hacia las personas con reducción de jornada”. El tiempo libre lo utilizará ahora para formarse y recurrir los despidos de Nissan.
Sergio Gª Hernández. Informático
Sergio García Hernández, de 28 años, trabajaba como informático en una pequeña empresa antes de que llegara la época fuerte de la crisis, allá por el mes de abril. Desde entonces, ha cambiado el ordenador por lo que le va saliendo. Su último empleo, antes de ingresar el 1 de septiembre en la lista del paro, ha sido una sustitución como conserje en una urbanización. “He tenido que cambiar los cables por el manojo de llaves, pero con la crisis me agarro a lo que sea”, cuenta Sergio.
El despido de su anterior empresa le cogió por sorpresa y pagando un crédito por un coche que se compró en 2007. También se estaba planteando independizarse con su novia, pero esto se quedó solo en un intento fallido.No se ha tomado ni un día de vacaciones y, desde el martes, ya esta buscando una nueva ocupación que rellene tantas horas libres. “Ahora me estoy moviendo, sobre todo en lo mío, pero vamos, que si me dicen que tengo que ser basurero o camarero no voy a decir que no”, afirma rotundamente.
Sergio tiene claro que la única institución que puede ponerle remedio a la crisis es el Gobierno. “En otros países de Europa, como Alemania o Francia, ya empiezan a ver luz al final del túnel. Esperemos que España pueda ser la próxima en salir”, remarca.
Adrián Torregrosa. Socorrista en una piscina municipal
Adrián Torregrosa dejará su puesto como socorrista en el Polideportivo de Benimaclet el próximo domingo. Ese día, el Ayuntamiento de Valencia cierra todas sus piscinas públicas al aire libre y los vecinos tendrán que optar por la playa para los últimos baños del verano. Adrián, por su parte, se dedicará a preparar oposiciones para Policía Local. Se trata de “ser funcionario” y dejar de depender de trabajos temporales.
A sus 20 años, vive con sus padres y no tiene grandes necesidades de dinero: “El coche, la gasolina y algo para salir”. No obstante, Adrián necesitará otro trabajo para capear el invierno. Está pendiente de una empresa transportista y de un comedor escolar, “pero no es seguro”.
Otra opción es que la misma empresa que ahora le da trabajo, una contrata del consistorio, le ofrezca más adelante otro contrato en una piscina cubierta. Durante el verano no ha podido ahorrar mucho. Su sueldo es de 860 euros al mes por cuatro horas al día, siete días a la semana. El 6 de septiembre, Adrián pasará a engrosar las listas del paro.
Dejará de ver cada día a los niños del barrio, que conoce ya por su nombre después de tres meses de vigilar sus movimientos en la piscina. Lo mejor es que este año “no ha habido sustos”.
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