Este artículo se publicó hace 16 años.
Doce militares en el exterior congelan su semen para preservar su descendencia
Una docena de militares españoles destinados en Afganistán, Líbano y los Balcanes ha congelado muestras de semen en una clínica de Alicante para preservar su descendencia si sufren una merma de su fertilidad e, incluso, para posibilitar el embarazo de su pareja en caso de fallecimiento.
El director del grupo Instituto Bernabeu, Rafael Bernabeu, ha revelado a Efe que los militares en el exterior son uno de los colectivos profesionales que, teóricamente, presenta más riesgo de poner en peligro su descendencia, por lo que hay un número creciente de miembros que apuestan por esta "custodia seminal".
La mayoría corresponde a mandos intermedios u oficiales que sobrepasan los 30 años, que tienen un proyecto familiar "definido" y quieren asegurarse tener hijos en un futuro.
El primer caso de un soldado que apostó por la congelación de su semen en la clínica de Alicante ocurrió antes de participar en la primera guerra de Irak, en 1990, y, desde entonces, hasta doce militares ha hecho lo propio antes de ser destinados a misiones en Afganistán, Kosovo, Bosnia y Líbano.
Bernabeu ha indicado que, afortunadamente, hasta el momento no ha habido ningún caso que haya hecho necesario descongelar estas muestras para su uso.
Para este servicio, los militares tienen que firmar previamente ante notario un documento de fe pública de consentimiento informado en el que precisen qué fin quieren dar al semen y en qué supuestos, por ejemplo si desean inseminar a su mujer con fines reproductivos en caso de muerte.
La actual legislación prevé que el almacenamiento y utilización de los espermatozoides congelados a -196 grados centígrados se pueda prolongar durante toda la vida del varón, y sólo expire seis meses después del fallecimiento.
Bernabeu prevé que haya un auge de este procedimiento para la congelación de semen en colectivos con "riesgo vital", como también pueden ser los bomberos, dado que afirma que se trata de un proceso "indoloro, no complejo y poco gravoso económicamente".
El responsable del Instituto Bernabeu ha recordado que el primer intento de congelar semen se remonta a 1876 en Pavía (Italia), en plena guerra de independencia contra los austríacos, cuando el abate y fisiólogo italiano Lazaro Spallanzani trató de salvaguardar los espermatozoides de los militares transalpinos en polvo de nieve.
De esta manera buscaba realizar su contribución patriótica para inseminar a las mujeres cuyos esposos fallecieran en el campo de batalla.
Además de estos colectivos, los especialistas recomiendan la congelación de semen para garantizar la fertilidad a miembros de profesiones que ven condicionada su descendencia a la escasa presencia del varón en el hogar familiar, como los marinos mercantes o los diplomáticos.
También para aquellos hombres que padecen enfermedades que van a precisar de terapias médicas agresivas que pueden conllevar una pérdida o alteración de la calidad del semen, como los pacientes oncológicos, reumáticos, de hepatitis o de patologías del intestino grueso.
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