Diez razones por las que no voy

1

Los festivales al aire libre surgen en los mesiánicos sesenta cuando ver a Dylan era un ritual iniciático. En los setenta y ochenta constituían sólo el recuerdo de un pasado bochornoso. Reaparecen a mitad de los noventa dentro de la corriente retrograda y alienante de la época.

2

El boom de los festivales es un invento de los medios para no perder la publicidad de los patrocinadores.

3

Muchos festivales son deficitarios y se mantienen gracias a sponsors y subvenciones. La empresa privada puede hacer lo que quiera pero ¿debe el erario público apoyar negocios privados?

4

Contaminación auditiva y basura es lo que ganan en el mejor de los casos los vecinos (cuyos impuestos costean el festival) de donde se celebran. En los eventos más bestiales se llega a robo, allanamiento de morada y tráfico de drogas. El desprecio hacia los vecinos de promotores, artistas, asistentes y medios es flagrante.

5

Periodistas y locutores de radio ocultan las incidencias, delitos y accidentes de sus festivales favoritos para que no les retiren el pase de VIP. El trato que otorgan a unos y otros festivales es completamente discriminado.

6

No hay prueba de sonido previa a las actuaciones.

7

Los festivales están inflando los cachés tanto como el precio de la vivienda. ¿Cuánto aguantará la burbuja sin estallar? ¿Qué pasará con la música en vivo cuando ocurra?

8

Dolor de pies, agotamiento, calores, aglomeraciones, empujones, insomnio y cogorzas no son méritos musicales.

9

Los festivales sustituyen a las romerías de las viejas fiestas patronales. La musica importa a pocos. Para el resto, son ocasión de juerga, borrachera y colocón, o de conocer a las chicas del pueblo vecino.

10

¿Por qué los Ayuntamientos no abandonan su megalomanía desfasada y condicionan la concesión de subvenciones a la realización periódica de actividades que beneficien la vida cultural de sus pueblos en lugar de promover estas aglomeraciones bestiales e inhumanas que ya se han cobrado víctimas?