Este artículo se publicó hace 14 años.
Damien Hirst y Michael Joo revientan la idea de una naturaleza pura
El artista britático Damien Hirst y el estadounidense Michael Joo presentan en Berlín, a partir de mañana, su primera exposición conjunta, que es el resultado de un largo diálogo y una larga amistad, iniciada en 1991 cuando los dos se encontraron por primera vez en Colonia.
La exposición tiende a reventar la idea de una naturaleza pura y a mostrar el universo como algo permanente en construcción.
Las propuestas estéticas de los dos artistas tienen algunos puntos comunes como la confrontación con el tema de la identidad, la reflexión sobre la naturaleza y sobre el cuerpo.
Una pieza central de la exposición es la célebre instalación de Hirst "The dark continent", compuesta con píldoras de metal y resina colocadas en una vitrina de acero con un espejo al fondo que refleja a los visitantes que se acercan a ella.
Desde lejos, la instalación de Hirst se ve sencillamente como una acumulación de puntos, en parte por la distorsión que provoca el espejo.
El juego de las apariencias y perspectivas con que trabaja Hirst tiene una cierta relación con la forma en la que Joo, en buena parte de sus obras, saca a los objetos de sus contextos habituales para darles otro significado.
Así, por ejemplo, su escultura "Improved Rack" a primera vista da la impresión de ser tan sólo un trofeo de caza tradicional, una cornamenta de alce colgada de una pared. Sin embargo, si se mira más de cerca, se ve que la cornamenta ha sido fragmentada y que luego se ha vuelto a ensamblar con barras de metal que la alargan y la hacen aún más imponente.
Las cosas, en las obras de Joo y de Hirst, no son lo que parecen ser. Su interés por el cuerpo no se agota en la presentación de la apariencia del mismo. Al interés por la anatomía de los músculos, que alimentaba la representación del cuerpo humano en el arte clásico, Hirst agrega un interés por la fisiología.
Así, en "Temple", una escultura de proporciones gigantes, no sólo es posible ver el cuerpo por fuera sino también por dentro con buena parte de sus órganos.
Las esculturas de animales de los dos apuestan por dos caminos distintos y complemetarios. Damien Hirst, por ejemplo de "The black Sheep with Golden Horns", sigue el camino del taxidermista, complementado por agregados que hacen que el animal disecado salga del contexto propio de un museo de historia natural.
Michael Joo, por su parte, prefiere reproducir a los animales en metal, como en "Doppelganger (Pink Rocinante)". En todo caso, en la obra de los dos parecen estar diciendo permanentemente que la naturaleza pura no existe.
La naturaleza, así como el cuerpo humano, son territorios que están siendo permanentemente invadidos por fuerzas extrañas. El uso recurrente que hace Hirst de aparatos médicos en algunas de sus instalaciones -una de ellas se llama justamente "Invasion"- apuntan a ello.
En algunas obras de Joo, como en "Tree", elementos de la naturaleza, en este caso el árbol, aparecen como construidos por el hombre.
Una de las instalaciones más desconcertantes de la exposición tal vez sea en la que Hirst pone unas moscas a comerse una carne asada en una barbacoa. Allí se podría pensar que se trata de una especie de regreso a la naturaleza en forma de insectos. Pero regresan en contexto, una barbacoa, claramente marcada por la civilización y la técnica.
Otra vez la naturaleza pura resulta una ficción, otra vez el universo no aparece como creado por Dios sino como creado por el hombre.
Una de las instalaciones de Hirst -también llena de instrumentos quirúrgicos- tiene el sugerente nombre de "Atheism" (Ateísmo) que apunta a la idea de somos nosotros, y no un creador remoto, los que nos estamos creando permanentemente a través de la medicina y de la técnica.
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