Este artículo se publicó hace 15 años.
Cuba debate sobre el "paternalismo" del Estado
La decisión del presidente cubano Raúl Castro de acabar con el "paternalismo" del Estado desató un acalorado debate en la isla, donde durante medio siglo las autoridades han subsidiado la comida, la ropa y hasta los pasteles de boda.
Cuba, sin liquidez debido a una caída de ingresos por culpa de la crisis global, intenta apretarse el cinturón y hacer más eficiente su economía socialista.
Desde que Raúl Castro pidió terminar con el igualitarismo, las críticas al "paternalismo" se repiten en círculos y medios oficiales.
"El paternalismo (...) hace víctimas", dijo el miércoles una comentarista de la estatal Radio Rebelde.
"El hijo víctima termina renegando del padre porque no lo enseñó a tiempo a pescar", agregó, en una aparente alusión al Estado.
Pero en un país donde el Estado controla más del 90 por ciento de la economía, muchos temen perder la red de seguridad que durante décadas les ha ofrecido el Gobierno.
En septiembre, el Gobierno convocó a los cubanos a debatir críticamente sus problemas económicos, incluyendo la posibilidad de eliminar uno de los sistemas de racionamiento de alimentos más antiguos del mundo, así como los subsidios al transporte público y los almuerzos en centros de trabajo.
El debate fue avivado este mes por el director del diario oficial Granma, Lázaro Barredo, que dijo que muchos cubanos se acostumbraron "a que hay que resolvérselo todo".
"Es inaceptable su artículo porque es inaceptable eximir al Estado de responsabilidad por el paternalismo reinante, cuando fue precisamente este quien lo engendró", respondió el popular actor Luis Alberto García en un texto que circula en Internet.
Según dijo Barredo en un texto publicado el 9 de octubre, el paternalismo está entorpeciendo el desarrollo del país.
Es un "fenómeno arraigado hasta los tuétanos en la mayoría de las personas, un vicio que no nos deja avanzar y entorpece la claridad sobre las decisiones que debemos tomar entre todos", escribió.
Raúl Castro, que sustituyó el año pasado a su enfermo hermano Fidel en la presidencia, ha dicho que el Estado no puede gastar más de lo que tiene.
Y ante la caída de los ingresos por turismo, níquel y servicios debido a la crisis internacional, el presidente habló de poner fin a las gratuidades, frenar el despilfarro y hacer un uso más racional de los escasos recursos de la isla.
Pero los cubanos tienen sentimientos encontrados ante el nuevo escenario, que incluye, por ejemplo, la eliminación en el futuro de una libreta de racionamiento que al menos garantiza alimentos básicos para unas dos semanas al mes.
"No sé cómo es que van a quitar la libreta, si aquí hay gente que vende los cigarros (subsidiados) para comprar el arroz y los frijoles porque el dinero no les alcanza", dijo la administradora de un punto de venta de alimentos racionados en La Habana, que pidió no ser identificada.
El fin del paternalismo tiene hasta ahora su ejemplo más claro en la eliminación este mes de los almuerzos subsidiados en cuatro de los principales ministerios del país.
En lugar de servirles la comida en bandeja, el Estado paga a los trabajadores 15 pesos más diariamente para que coman por su cuenta. La medida podría extenderse pronto al resto del sistema.
Según cifras oficiales, el Estado cubano invierte cada año 350 millones de dólares (unos 233 millones de euros) para importar algunos de los alimentos destinados a los comedores laborales.
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