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Las clarisas confían en que la "divina providencia" mantendrá abierta Garoña

EFE

Las religiosas del convento burgalés de Santa Clara de Medina de Pomar dejan en manos de la "divina providencia" el futuro de la Central Nuclear de Santa María de Garoña y, aunque su deseo es que siga funcionando, creen que "si Dios permite que cierre" es porque "él sabe más".

La razón de la postura de estas religiosas de clausura se debe a su relación con la central nuclear, que desde hace más de una década es su principal fuente de ingresos, al lavar dos veces por semana las toallas de las instalaciones y elaborar los gorros azules y verdes que utilizan los trabajadores y visitantes.

En una conversación con Efe, la Hermana Luz María admite que en estos días, cuando se está cuestionando el futuro de la central nuclear, las hermanas hablan de ello, aunque insiste en que no tienen postura política ni entienden exactamente cuál es el proceso a seguir.

La hermana Luz María dice que la relación con la empresa propietaria de la central, Nuclenor, va más allá y es "casi familiar" porque no sólo es su principal fuente de ingresos, sino que ayuda a la comunidad cuando tiene necesidades que no puede afrontar.

De hecho, los bancos de la iglesia del convento fueron precisamente una donación de Nuclenor, la empresa propietaria de Garoña.

El convento de Santa Clara de Medina de Pomar, próximo a la central nuclear de Santa María de Garoña, fue fundado en el siglo XIV por Sancho Sánchez de Velasco, Adelantado Mayor de Castilla, quien lo convirtió en panteón familiar y aportó al templo su riqueza económica y patrimonial.

Hoy la actividad de las monjas ha cambiado y después de la oración matinal las religiosas dedican unas cuatro horas al trabajo.

Se trata de una labor que la Hermana Luz María considera "fundamental" para mantener el convento.

Al margen de su actividad productiva, por la que pagan sus impuestos y cotizan a la Seguridad Social, el Convento de Santa Clara es uno de los atractivos turísticos de Medina de Pomar, con su iglesia de traza gótica y su rico museo conventual, aunque "de eso no salen ingresos para mantener el convento".

Para la central de Garoña, el trabajo que realizan las religiosas clarisas es como el de cualquier otra empresa del entorno.

El futuro de la instalación nuclear depende ahora de lo que decida el Consejo de Ministros, una vez el Consejo de Seguridad Nuclear entregue el lunes al Ministerio de Industria un informe en el que se concluye que, aunque con algunas prescripciones, Garoña puede seguir funcionando por un periodo de diez años más.

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