Este artículo se publicó hace 16 años.
El cineasta Antonio Hernández critica la corrupción política en "El menor de los males"
Tras la superproducción histórica de "Los Borgia", el director Antonio Hernández regresa al género sociopolítico con "El menor de los males", una película sobre la corrupción de los políticos llevada al seno de una familia conservadora que integran Carmen Maura y Roberto Álvarez.
Esta mezcla de mentiras y falsas apariencias le granjearon a Hernández su primer gran éxito hace diez años con "Lisboa", cinta de la que ahora también rescata a su protagonista, Carmen Maura.
"El primer intento de este tipo de producción fue en 'Lisboa' -reconocía el director durante la presentación de la cinta-, pero hasta ahora no he sabido escribir cómo alguien puede ir a recoger a sus niños a la guardería después de invadir un país o mandar a alguien a Guantánamo. ¿Cómo lo explican?", inquiría Hernández.
Refugiándose en "un humor grotesco, esperpéntico", tal como lo define el cineasta, "El menor de los males" es una comedia negra sobre Eduardo -papel interpretado por Roberto Álvarez-, un político conservador que decide romper con su joven amante, Verónica Echegui, durante un fin de semana de vacaciones en el pazo familiar.
Pero la situación se complica desde el inicio, ya que allí se encuentra con su hermana mayor, Carmen Maura, a quien tendrá que dar explicaciones sobre muchas cuestiones y con quien desplegará sus armas de "encantador de serpientes".
"Este hombre vive en una paranoia constante y sus explicaciones son aún peores -proseguía el director-, pero esa ironía la he escuchado hace poco en la vida real porque han muerto cientos de miles de personas por un error, porque 'pensábamos que había armas, qué le vamos hacer'", sentenciaba Hernández tras admitir irónico que a causa del filme estaba "muy politizado".
Y es que, aunque Roberto Álvarez insistía en que un personaje "tan abyecto" se puede encontrar en cualquier espectro de la sociedad y que "cualquier parecido con la realidad no es intencionado", el director no evitó su alegato político.
"Este tipo de personas mienten a sabiendas y en ocasiones logran convencer porque parece que son encantadores pero, a veces, incluso esconden cadáveres. Por eso también hay intención de memoria histórica. Para quien tiene enterrados cuerpos en las cunetas la realidad es numéricamente peor", prosiguió Hernández.
Pese a su implicación, el director asegura que no está preocupado por la posible repercusión de la cinta que llegará a los cines el próximo viernes, porque "ahora han cambiado las cosas". "Preocupado estuve el 23-F con "F.E.N" (1980), pero esto sólo es aplicar una filosofía de vida al ámbito privado", aseguraba.
Completando el sainete aparece el resto del equipo del político; su asistente personal y dos guardaespaldas que ayudan a Eduardo a esquivar el chantaje al que le quiere someter su amante con unas fotografías comprometidas y un periodista resentido e "inmoral" de por medio.
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