Este artículo se publicó hace 13 años.
Cinco razones por las que rescatar a bancos en problemas
Los expertos y los bancos aportan razones de ofrecer nuevas ayudas al sector financiero
1.Riesgo sistémico
Los bancos no pueden caer
La economía mundial, para bien y para mal, está diseñada de tal manera que la caída de los bancos supone un desastre insuperable para la economía. Si ellos se hunden en cadena (algo muy posible si cae uno de los grandes), el resto de la economía se derrumba como un castillo de naipes al que se le quita una carta de la base. Los ciudadanos tienen depositado en la banca su dinero y de las entidades depende que se mueva el crédito, con lo que no es posible sobrevivir si se deja morir al sector financiero. Por eso, los países invierten en las entidades miles y miles de millones de dinero público que, por lógica, rentabilidad y ética, preferirían dedicar a fomentar la creación de puestos de trabajo y a impulsar el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en un momento en que tanto lo necesita.
2. Bancos más fuertes
Mayor solvencia
Recapitalizar a la banca con dinero público, ahora que es prácticamente imposible que lo capten de inversores privados, permitiría que las entidades fueran mucho más solventes y más fuertes, lo cual debería facilitar que, en condiciones económicas normales y sin una crisis de deuda soberana de por medio, se animaran a dar créditos. Al tener más capital tienen más capacidad para asumir riesgos. Y con más financiación en el mercado, sin llegar al endeudamiento exagerado que se alcanzó en el boom, los hogares compran más viviendas, las empresas invierten más y crean más puestos de trabajo, el consumo se dinamiza, el PIB empieza a despertar y se aleja del riesgo de recesión en el que actualmente estamos inmersos en la zona del euro. Y la nueva financiación no sólo sería para familias y empresas, también sería útil para las administraciones públicas, que con nuevos créditos podrían a su vez iniciar grandes proyectos (ahora paralizados o postergados sine die) que tendrían efectos positivos en el empleo y la economía. Lo que no es de recibo es que por la debilidad que arrastran muchas entidades en la zona del euro -sobre todo por el riesgo en el que han incurrido al comprar deuda soberana griega- ahora no estén concediendo crédito a proyectos solventes que lo merecen, aseguran los expertos. José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, afirma que el cierre del grifo para las grandes empresas ya está quedando patente en proyectos como la venta de los aeropuertos de Barajas y El Prat (que se ha tenido que retrasar por dificultades para encontrar financiación), y augura que pronto serán también muy notables las dificultades de las pequeñas y medianas empresas.
3. Vuelve la confianza
Menos riesgo para el euro
Uno de los grandes riesgos que afronta en este momento la zona del euro es la falta de confianza que existe entre las entidades financieras. No se fían entre ellas y no se prestan dinero, y tampoco los inversores están dispuestos a hacerlo. Es todo una cuestión de desconfianza que amenaza con llevarse por medio al mismísimo euro. Con el aumento de la solvencia que se conseguiría inyectando dinero a las entidades financieras, debería recuperarse buena parte de la credibilidad que han perdido y empezar a funcionar los mercados de financiación con cierta normalidad. Eso permitiría que la banca accediera a la liquidez que necesita para funcionar sin problemas y, de nuevo, facilitaría la concesión de créditos. Pero, sobre todo, sería una vía para devolver la tranquilidad a la zona del euro y de nuevo la esperanza de un futuro para la moneda única. Debería acabar o reducir ostensiblemente las sombras que existen sobre la suspensión de pagos de algunos países (Portugal e Irlanda, además de Grecia) y la necesidad de rescatar a otros (España o Italia).
4. Reestructuración
Más fondos para sanear
Con el dinero público en sus cajas fuertes, los bancos pueden acometer las reestructuraciones de personal y de oficinas que en muchos casos no han realizado porque no tenían fondos suficientes para ello, y que facilitarían su saneamiento para operar en un futuro cercano como entidades sanas. Las prejubilaciones de los empleados (como suelen hacerse los recortes de plantilla en la banca) son muy caras y también lo son los cierres de oficinas. Con el dinero público pueden ejecutarse.
5. Salvar los depósitos
Sin riesgo en los ahorros
La legislación europea, que hubo que actualizar tras la salida de Lehman Brothers, establece que los estados garantizarán un mínimo de 100.000 euros de los depósitos de cada ciudadano. Esa es la cuantía que hay establecida en España. En caso de que se dejara quebrar una entidad, el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) se haría cargo de ese dinero. Sin embargo, si lo que se produce es un crash de todo el sistema, que es lo que se pretende evitar con una recapitalización pública de la mayor parte de las entidades, el Fondo no tendría dinero y tendría que ponerlo el Estado. Por tanto, no recapitalizar ahora podría acabar costando a las arcas públicas mucho más dinero de lo que supondría el rescate. Por eso desde el Banco de España hace años que recuerdan que salvar a una entidad financiera cuesta mucho menos que liquidarla.
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