Este artículo se publicó hace 13 años.
La catedral de Burgos inspira la colección invernal de Loewe
Las vidrieras de la Catedral de Burgos y las formas arquitectónicas que inspiraron la colección Loewe de Stuart Vevers, y la nueva elegancia Gaultier, de negro, oro, plata y pequeños estampados multicolores, cerraron la quinta jornada de colecciones Prêt-à-Porter para el invierno 2011-2012.
Las pieles más variadas y originales abundaron en la Escuela de Medicina, junto al Odeón, donde la firma española de marroquinería propiedad del grupo francés LVMH presentó hoy su propuesta invernal, pero fue delante del cuartel general de Jean-Paul Gaultier, en la calle Saint-Martin, donde los defensores de los derechos de los animales gritaron con fuerza y mostraron su ira y sus pancartas.
Un imponente dispositivo policial mantuvo a los manifestantes a cierta distancia de la entrada del desfile, lo que inevitablemente reforzó el habitual atasco que se forma siempre ante la sede del modisto cuando presenta sus colecciones.
No obstante, si bien en la pasarela de Gaultier hubo algún abrigo de pieles, algunos ribetes y solapas de zorro o de visón, y ciertas prendas de cuero, hubo ante todo pantalones anchos y fluidos de franela, negros, grises, beiges o marrones, portados con jerséis de cuello alto, en claro homenaje al maestro Yves Saint Laurent.
Hubo, igualmente, pantalones y faldas de seda sobre chaquetas cortas y abrigos largos de tela, que nada tenían que ver con el mundo animal.
Para las horas del cóctel, pantalones, siempre anchos, y faldas rectas y casi siempre hasta las rodillas, se enriquecerán con múltiples colores sobre seda o viscosa, también muy fluida.
Con Gaultier, la máxima elegancia vino desde luego de negro, adornado con ricos bordados de azabache como collares incrustados sobre el cuello de una chaqueta o de una camisa, pero también de trajes de chaqueta y trajes pantalón enteramente plateados.
Todo ello, en todo momento, portado sobre la pasarela bajo impresionantes cabelleras canosas recogidas en enormes volúmenes sobre la cabeza.
Por Lola Loscos
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