Este artículo se publicó hace 14 años.
Caos y desconcierto en un Madrid sin metro
El segundo día de huelga del Metro de Madrid no tuvo el martes servicios mínimos, lo que provocó caos, desconcierto y malestar en los más de dos millones de usuarios del suburbano madrileño a causa de la protesta de sus trabajadores por una reducción de un 5 por ciento en los salarios.
Los trabajadores de Metro de Madrid confirmaron en asamblea su determinación de seguir con la huelga total el miércoles, tercer y último día del paro convocado por cinco sindicatos, incluidos los dos mayoritarios UGT y CCOO.
El incumplimiento de los servicios mínimos acarrea sanciones y el consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid amenazó con el despido de trabajadores, cuyas protestas coinciden con una oleada de paros en Europa en protesta por las medidas gubernamentales de austeridad.
"Se pueden enfrentar a lo más grave que se puede enfrentar un trabajador, que es al despido. Una cosa es la huelga, a la cual todos tenemos derecho, y otra cosa es incumplir los servicios mínimos, que es ilegal", dijo José Ignacio Echevarría en declaraciones a RNE.
Metro de Madrid es una empresa pública y, aunque sus trabajadores no son funcionarios, la Comunidad de Madrid pretende aplicarles la misma reducción salarial que tendrán por decreto empleados como médicos, profesores o policías.
"No ha habido ningún tipo de negociación, lo que ha hecho la Comunidad de Madrid ha sido un decreto ley amparándose en el real decreto del Gobierno central, que deja al margen a las empresas públicas", dijo el secretario general de CCOO en el Metro, Ignacio Arribas, a RNE.
"La Comunidad de Madrid dice que estamos siendo ilegales y nosotros creemos que han vulnerado un convenio colectivo que tiene rango de ley", añadió.
Las autoridades del transporte madrileño trataron de abrir a media tarde la línea 8, que lleva al aeropuerto de Barajas, con la ayuda de la Policía Nacional, pero no encontraron maquinistas, algo que la Comunidad de Madrid atribuye a las presiones de los piquetes.
"Hemos desechado la idea de poner en marcha la línea 8 porque efectivamente no tenemos conductores suficientes para que la línea funcione con garantías y en consecuencia hemos decidido no meternos en esa aventura que igual permite abrir la línea durante una horas y luego tener que cerrar y llamar a la confusión del usuario", dijo el consejero de Interior regional, Francisco Granados, a RNE.
Los miembros del comité de huelga de los trabajadores del suburbano madrileño dijeron que lamentaban las molestias que estaban causando a los ciudadanos pero se mostraron contentos con el respaldo de sus compañeros.
"Estamos orgullosos del respaldo y apoyo de los compañeros pero para nada satisfechos con la situación que estamos haciendo vivir al pueblo de Madrid", dijo un responsable sindical.
Mañana los trabajadores del Metro de Madrid, que no incumplían los servicios mínimos desde hace una década, se volverán a reunir para decidir si van a la huelga indefinida.
El lunes, primer día de paro, transcurrió en un clima de tranquilidad y normalidad, pese a una mayor aglomeración de los pasajeros en los vagones, gracias al respeto de unos servicios mínimos del 50 por ciento.
"Hoy sí que se ha notado la huelga", dijo el martes un usuario que a primera hora de la mañana bajó hasta un andén totalmente vacío, donde le informaron del cierre completo del metro, después de que los piquetes impidieran salir a los conductores de los trenes, según la Consejería de Transportes de la comunidad.
TRÁFICO DENSO
Desde primeras horas de la mañana del martes, el tráfico se volvió más denso en la capital, con importantes retenciones en las horas punta. Al mismo tiempo, miles de ciudadanos hacían colas esperando los autobuses urbanos de la EMT, que iban tan abarrotados que pasaban de largo en muchas de las paradas, ante la desesperación de los usuarios.
Muchos viajeros optaron por ir en taxi, en cercanías, en bicicleta o incluso andando a sus trabajos, en los que se registraron numerosos retrasos del personal. Las calles de Madrid aparecían inusualmente transitadas a las nueve de la mañana, con algunos peatones desorientados sobre la dirección que tomar para llegar a sus trabajos dada la falta de costumbre de ir a pie.
"Iba a coger el autobús pero al ver la cola enorme que había decidí irme andando", dijo a Reuters una usuaria de 33 años, tras tardar una hora en llegar a su oficina del centro de la capital.
Los trabajadores protestan por la decisión de la Comunidad de Madrid de extender a las empresas públicas de la región el recorte de sueldo aprobado por el Gobierno central para los funcionarios, una reducción incluida en un paquete de ajuste económico de 15.000 millones de euros que no estaba previsto aplicar en las sociedades sujetas a negociaciones colectivas.
"El comité de huelga no va a negociar. Se va a sentar a exigir la firma de un documento donde se comprometa a cumplir estrictamente el convenio (firmado hace un año y en el que no figuraba ninguna reducción de salario). No hay nada que negociar, en absoluto", dijo un representante sindical a los medios.
"¿Vamos a tener que hacer excepción de los trabajadores del transporte público porque tienen capacidad de chantajearnos con la paralización de las ciudades?", preguntaba la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que se mostró dispuesta a no ceder ante los huelguistas.
Los paros del metro se producen tras la huelga de funcionarios celebrada el pasado 8 de junio y antes de la huelga general prevista para finales de septiembre para protestar por la reforma del mercado laboral que según los sindicatos abarata el despido. Esa reforma laboral es la causa también de una huelga general convocada para este martes en el País Vasco y Navarra por los sindicatos 'abertzales'.
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