Este artículo se publicó hace 15 años.
Camas en el suelo y cámaras para evitar caídas
La residencia Torrezuri de Gernika es la primera en eliminar las ataduras
En la residencia de ancianos de Torrezuri de Gernika (Vizcaya) a algunas camas se les han quitado las patas. Los colchones reposan sobre el suelo. Es una de las medidas gracias a las cuales este centro privado, con algunas de sus 32 plazas subvencionadas ha dejado de sujetar a los mayores a las camas para evitar que se caigan de noche.
"Si el anciano cae, no se puede hacer daño. Además, le resulta más difícil levantarse y, con lo que tarda, da tiempo a que la auxiliar de enfermería de guardia acuda a la habitación, alertada por una alarma que se activa con los sensores de movimiento que se han instalado en cada habitación", explica la directora de la residencia, Ana María Urrutia.
La residencia ataba al 8% de sus usuarios hasta que un familiar se quejóTorrezuri es el primer centro de España que ha eliminado las sujeciones, que antes se aplicaban al 8% de sus residentes. Así lo certificó la Confederación Española de Asociaciones de Mayores, que persigue extender esta dinámica.
"Las sujeciones atentan contra la dignidad de la persona. Me disgustaban pero creía que no había alternativa, por desconocimiento. Hasta que un familiar de una residente se quejó, me explicó que en Inglaterra no se ata a nadie", relata Urrutia. La queja llegó en julio de 2006. Dos meses más tarde, la directora reunió a los trabajadores y les comunicó su intención de no volver a sujetar a ningún anciano a la silla ni a la cama: "Había que cambiar la cultura de la empresa, idear 1.000 alternativas a las sujeciones", explica.
Todo el tiempo acompañadosEl centro no contrató a más personal, bastó con cambiar el conceptoTres años después, el esfuerzo ha dado resultado. "Si el anciano está ansioso, se levanta y va de un lado a otro, nos lo llevamos con nosotros mientras hacemos nuestras tareas. Así le vigilamos, le escuchamos mientras hacemos las camas, ponemos la mesa...", explica Urrutia. Todos los trabajadores del centro colaboran, incluso las cocineras.
El centro tiene cámaras para controlar que nadie se caiga. Además, se establecen turnos rotativos para que durante todo el día haya un trabajador recorriendo el centro para evitar que nadie se caiga. Lo que no se ha eliminado del todo es la medicación, aunque las dosis se han reducido, lo que ayuda a que los ancianos estén más activos durante el día, se cansen más y duerman mejor.
Urrutia está satisfecha. No ha tenido que aumentar su plantilla y en los sensores de las habitaciones y las cámaras de videvigilancia "sólo" ha invertido 8.000 euros. Lo mejor, dice, es que ve a los ancianos más felices.
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