Este artículo se publicó hace 15 años.
El calculador Uribe y su obsesión por acabar con las FARC
El calculador presidente colombiano, Álvaro Uribe, se dirige al tercer mandato como el único líder de la derecha en Sudamérica y con una obsesión: pasar a la historia como el artífice de la muerte de las FARC.
El Senado le otorgó hoy ese beneplácito al aprobar una ley de referéndum para que el pueblo decida sobre su segunda reelección en 2010.
Uribe llegó al poder con mayoría absoluta en 2002, cuando Colombia se desangraba en una cruenta guerra y sus compatriotas solo reclamaban paz.
Impuso su política de "seguridad democrática", facilitó un acuerdo de paz con las temidas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y sentó las bases para la desmovilización de casi 50.000 hombres en armas, entre guerrilleros y paramilitares.
Los colombianos volvieron a viajar sin temor por las carreteras del país, mientras la inversión extranjera regresaba.
Seguro de que su proyecto era a largo plazo, se presentó a la reelección en 2006 tras una polémica enmienda a la Constitución, aprobada gracias al voto de dos tránsfugas que terminaron en prisión.
A Uribe se le complicaron más las cosas cuando en 2007 salió a la luz el escándalo de la "parapolítica", por el que decenas de congresistas de su partido fueron encarcelados al demostrarse sus vínculos con paramilitares, entre ellos su primo Mario Uribe.
Por ese asunto también terminaron entre rejas el padre y el hermano de su entonces canciller, María Consuelo Araújo.
Aun así mantuvo la frialdad y, sobre todo, índices de popularidad superiores al 70 por ciento.
Álvaro Uribe Vélez nació el 4 de julio de 1952 en Medellín; fue un estudiante brillante, se doctoró en Derecho y Ciencias Políticas en su ciudad natal y completó estudios de Administración y Gestión en Harvard (EE.UU.) y en Resolución de Conflictos en Oxford (Reino Unido).
Este disidente del Partido Liberal fue alcalde de Medellín (1982-83), concejal (1984-1985), senador (1986-1994) y gobernador de Antioquia (1995-1997).
Como gobernador mantuvo una posición firme contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y promovió las "Convivir", asociaciones de vigilancia rural y germen del paramilitarismo colombiano, lo que le acarreó ser víctima de varios atentados guerrilleros de los que salió ileso.
Pero lo que verdaderamente marcó su vida fue el asesinato de su padre, el hacendado Alberto Uribe Sierra, a manos de las FARC, cuando intentaron secuestrarlo y opuso resistencia.
Desde entonces sólo busca acabar con este grupo guerrillero, el más antiguo de América, y por ahora le ha asestado los mayores golpes de sus 40 años de existencia.
Los más sonoros operativos militares fueron la "Operación Fénix", en la murió el "número dos" de las FARC, "Raúl Reyes", y la encubierta "Operación Jaque", por la que se liberó a un grupo de rehenes, entre ellos Ingrid Betancourt, ambas en 2008.
Acciones no exentas de controversia, ya que la primera, en territorio ecuatoriano, llevó al Gobierno de Quito a romper relaciones con Colombia y a una gran tensión con Venezuela.
Durante los años en que George W. Bush ocupó la Casa Blanca, Uribe fue su principal aliado en Sudamérica y se benefició del Plan Colombia, por el que Washington ha otorgado desde 2001 más de 6.500 millones de dólares para la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
De temperamento enérgico, trabajador incansable y un férreo católico, Uribe practica yoga, es madrugador y cada fin de semana lidera sus "consejos comunitarios", una peculiar forma de gobernar por la que escucha directamente en distintos lugares del país a las comunidades exponer sus problemas.
Su escaso tiempo libre lo dedica al cuidado de sus fincas y sus caballos en los departamentos de Antioquia y Córdoba.
El halo de misterio que lo rodea le ha llevado a guardar silencio sobre sus intenciones de presentarse a la segunda reelección, pese al gran operativo que han montado sus correligionarios para convocar el referéndum.
Aliados y opositores coinciden en que volverá a medirse en las urnas y que tiene aún grandes retos: pacificar el país, facilitar la liberación de decenas de secuestrados, pese a su negativa a un canje humanitario, y sortear una crisis mundial de la que Colombia no escapa.
También hay unanimidad sobre la ausencia de otro líder de peso, motivo por el que Uribe tiene todo a su favor para convertirse en el hombre que más años ostentaría el poder en Colombia.
Álvaro Uribe está casado con Lina Moreno y tiene dos hijos, Tomás y Jerónimo Alberto, ambos empresarios.
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