Este artículo se publicó hace 15 años.
Armstrong-Contador, palabras como dardos
Obligados a respetarse en la carretera por el pacto de "no agresión" que le impone estar bajo el paraguas del mismo equipo, Alberto Contador y Lance Armstrong han llevado su guerra en este Tour de Francia al terreno de las pequeñas frases sibilinas cargadas de dinamita.
Resulta difícil saber cuando comenzó el conflicto larvado entre el español y el estadounidense, pero el anuncio del retorno del tejano al equipo que se había formado entorno al madrileño creó las primeras ondas de distorsión.
Los dos han reconocido que hay "tensión" en el seno del equipo Astana y ambos reivindican sus opciones para ganar la ronda gala.
"Honestamente, hay algo de tensión en el equipo", afirmó el tejano en vísperas de la jornada de descanso en la que Contador confesó que no se siente el líder del equipo, pese a que así lo han designado sus directores.
"Si fuera claramente el líder del equipo no habría ningún tipo de polémica", señaló el español, algo cansado de la ambigüedad de la situación que amenaza con despistarle de su objetivo de ganar el Tour.
Entre pequeñas coincidencias y palabras envenenadas, Contador y Armstrong mantienen un duelo a través de la prensa.
Antes de llegar a Francia, Armstrong ya mandó algún mensaje a Contador: "Es el mejor escalador del mundo. Tiene mucho talento y juventud, pero todavía es demasiado nervioso y fogoso. La estrategia la decidirá la carretera".
Aprovechó para aclarar a quien no lo tuviera claro que su intención era ganar el Tour, tras tres años de ausencia de la alta competición.
A través de internet, el tejano dejó ver su disgusto por el hecho de que Contador saliera con el dorsal 21, el que designa al primer corredor del Astana.
El inicio de la carrera trajo consigo un amago de alto el fuego. "Alberto podría inquietarse si yo estuviera en el Saxo Bank o en el Columbia. Es el mejor en una prueba por etapas, pero no hay que olvidar a otros", afirmó el tejano en Mónaco, lugar de salida del Tour.
En los días previos al inicio de la prueba, el Astana mantenía la ambigüedad sobre quien sería su líder.
"Yo no tengo nada que demostrar a nadie", replicó Contador para marcar su territorio.
El español fue el mejor de los favoritos en el prólogo monegasco, pero ese golpe de efecto no eliminó el suspense. "Yo no venía a ganar, venía a divertirme", dijo Armstrong.
Sin mostrar de forma abierta su ambición, el estadounidense alimentaba la duda: "Yo ya he ganado con estar aquí", decía.
Contador, por su parte, bromeaba sobre el maillot de líder de la montaña que se enfundó en Mónaco: "Parezco una sevillana, pero me gustaría cambiarlo por uno de otro color".
La temperatura subió en al término de la tercera etapa, con final en La Grande-Motte, cuando Armstrong se benefició de un abanico que le permitió superar a Contador en la general. La jerarquía del equipo había cambiado y el tejano no quiso dejar de mostrarlo.
"Cuando hay viento no hace falta ser un ingeniero espacial para saber que hay que estar delante. Yo he ganado siete veces el Tour y lo sé", dijo en una poco velada crítica a su compañero.
Armstrong no sólo fue más astuto, también gozó del trabajo del Astana en una decisión que no gustó al clan Contador.
"Sobre la táctica del equipo no digo nada, que cada uno lo valore", aseguró el madrileño mordiéndose la lengua.
La proximidad de la contrarreloj por equipos de Montpellier trajo un tregua aparente. Todos tenían que trabajar por el bien común, un esfuerzo que finalmente se tradujo en la victoria del equipo.
Pero el éxito estuvo manchado por un detalle, 22 centésimas que separaron a Armstrong del maillot amarillo.
Aquella diminuta diferencia dejó a Contador un margen de maniobra, el que distingue al compañero de equipo del gregario.
"Nunca me hubiera permitido atacar a Armstrong si hubiera estado de amarillo", dijo el madrileño.
El estadounidense se consolaba: "El maillot amarillo lo he vestido tantas veces que una más no me quita el sueño".
Pero disparaba de nuevo con bala: "Hay demasiados líderes en este equipo. Por un lado tenemos a un chaval que lleva 18 meses en buena forma y, por otro, a alguien que ha ganado siete veces el Tour".
Con Armstrong por delante, a Contador se le veía incómodo. "Hay tensiones, pero yo me esfuerzo para estar tranquilo", dijo. Y el Tour llegó a España por Girona, donde el de Pinto fue aclamado como un héroe. Una condición que hasta entonces había tenía el tejano.
En la cima de Arcalis, el primer puerto que tenía el cartel de meta, se le agotó la paciencia y atacó. Se quitó la máscara en busca de los galones del equipo y se colocó segundo de la general a seis segundos del italiano Rinaldo Noncentini, un líder de circunstancias.
"Yo sólo quería quitar tiempo a mis rivales. Era lo mejor para el equipo", dijo Contador en una frase llena de ironía, mientras Armstrong no ocultaba su disgusto: "Ese ataque no estaba en los planes".
"Pero no me sorprende", añadió el tejano, "sabía que iba a atacar".
Contador ha dejado entrever que el equipo trabaja para Armstron y ha mostrado su desacuerdo con el hecho de que se ruede a un ritmo lento, más favorable al tejano. La guerra de palabras promete proseguir hasta que la carretera ponga a cada uno en su sitio.
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