Este artículo se publicó hace 17 años.
Armas y golpes en el ambulatorio
El 33% de los enfermeros de España ha recibido agresiones durante el último año // El colectivo asegura encontrarse “desprotegido”
El vagabundo empezó a gritar dentro de la consulta de Beatriz, una médico madrileña de 42 años, a destrozar sus muebles y a amenazarla. Había bebido y acudía en busca de recetas de Tranxilium y otros medicamentos contra la agresividad que luego vendía a drogadictos para aliviar su mono. Las amenazas y agresiones duraron dos años. Tras este tiempo, la médico tuvo que pedir la baja y fue trasladada a otro centro porque las denuncias que presentaba en comisaría no surtían efecto.
Como ella, 80.000 enfermeros de los 240.000 que trabajan en España han recibido alguna agresión en el último año, según un informe de la Organización Colegial de Enfermería. Muchos de ellos trabajan a diario bajo las amenazas de sus propios pacientes.
“Las cosas les llegan tarde o quieren medicamentos que no necesitan y nos agreden como si fuese culpa nuestra”, explica impotente Beatriz. Asegura que el problema es del sistema de sanidad porque “promete mucho y luego no cumple” y que, al final, terminan pagando los que tienen contacto directo con los pacientes.
Extensión de las amenazas
Hace años, la mayoría de las agresiones se registraban en las áreas de urgencias y psiquiatría, pero el patrón ha cambiado y la violencia llega ahora a todas las dependencias de los centros sanitarios. Las plantas de hospitalización son las que más han engordado sus cifras y ya registran el 15% de los casos. Sin embargo, donde siguen produciéndose más enfrentamientos es en urgencias (51%) y en los centros de atención primaria (33,5%), según el citado informe.
Beatriz, que también es responsable de salud laboral de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), reconoce que estos problemas no se pueden extender al día a día y confirma que se dan más “en las zonas de más contacto con el paciente”. A lo largo de su carrera, los trabajadores de las áreas de urgencias son también los que reciben más agresiones físicas –con un 87% de afectados– seguidos de los de las zonas quirúrgicas –con un 62%–. En el caso de los directivos, donde hay mayoría de varones, son más frecuentes los insultos y las amenazas.
En total, casi nueve de cada diez trabajadores ha recibido algún tipo de amenaza a lo largo de su carrera. “Nuestra profesión es de ayuda, no entiendes que el paciente te pueda estar amenazando. Llegas a pensar que eres tú la culpable y que no tienes nada que denunciar”, cuenta.
Agresiones sin voz
“Un policía me dijo que las agresiones formaban parte de mi trabajo por ser enfermera”. María Teresa, de 45 años, no podía creer las palabras del agente cuando acudió a comisaría para poner la denuncia. “Es raro cuando penan a un agresor, pero hay que seguir denunciándolo”, dice la practicante.
En los últimos 12 meses, 2.928 enfermeros han sido agredidos físicamente en sus puestos de trabajo, pero sólo entre el 4% y el 5% lo han denunciado a la Policía. En el caso de los insultos y las amenazas no se llevan a las comisarías porque “les da vergüenza o piensan que es una pérdida el tiempo”, explica Beatriz.
En la actualidad, los médicos y enfermeros agredidos tienen que presentar un parte de lesiones y la correspondiente denuncia. Pero la presidenta del Colegio Oficial de Enfermería de Gipuzkoa (COEGI), María Jesús Zapirain, cree que esta manera de proceder es un problema porque “pone en riesgo al profesional, ya que los acusados pueden conocer sus datos personales”. Para evitarlo, algunos colegios y organizaciones emiten las denuncias en nombre de la propia organización.
Además, los Colegios de enfermería de siete comunidades (Andalucía, Catalunya, País Vasco, Galicia, Asturias, Extremadura y Castilla-La Mancha) han acordado con el ministerio fiscal considerar estas agresiones como “atentados contra funcionarios”. “De este modo, el agresor podrá sufrir una condena de entre uno y tres años de prisión, tal como recogen los artículos 550 y 551 del Código Penal”, explica el presidente del Consejo General de Enfermería de España, Máximo González Jurado.
Nuevos perfiles
Con el paso de los años, el perfil del agresor se ha redefinido. Hace una década, los pacientes con brotes psicóticos o síntomas de embriaguez protagonizaban la mayoría de los casos. Pero ahora las agresiones llegan “de cualquier persona porque se están perdiendo los modales”, opina Beatriz. “Desde hace unos años encuentras a abuelas o padres de familias con dinero que te amenazan si no les atiendes rápido”, cuenta.
Las causas principales de agresión son la frustración de las expectativas de tiempos y pruebas diagnósticas (41% de los casos). En ocasiones, además, los pacientes van armados. Algunas asociaciones reivindican arcos de seguridad en la entrada de los centros más problemáticos, pero a María Teresa no le parece bien: “Estaríamos quitando llaveros y latas de la compra de las señoras todo el día. Espero que no haga falta, que las agresiones se reduzcan y que nos dejen trabajar tranquilas”.
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