Este artículo se publicó hace 14 años.
Anghela Gheorghiou no quiere ser "cobaya" de ningún director escénico
La soprano rumana Anghela Gheorghiou se niega a ser "la cobaya" de los directores escénicos que desean cambiarlo todo y reclama más respeto de éstos hacia todos los que hacen un espectáculo: desde el cantante hasta el maquillador.
"Debe existir sobre todo una buena alianza entre el director y el artista para que salga una buena producción", afirma la cantante en una entrevista con Efe en su camerino de la Royal Opera House, donde el jueves vuelve a interpretar La Traviata, el papel con el que debutó en e ese escenario londinense.
"No me gustan las puestas en escena en las que el director cambia la historia o plantea exigencias imposibles al cantante", critica la cantante.
Gheorghiou pone como ejemplo de lo que debe ser un "regista" al veterano Franco Zeffirelli, a quien define como un escenógrafo excelentemente preparado, además de que habla varios idiomas, porque se pregunta la artista si "se concibe en el teatro que alguien dirija una obra de Shakespeare sin hablar inglés", para añadir "eso se tolera, sin embargo, en la ópera".
La soprano dice haber conocido a directores que "no dan ni los buenos días" y otros que se aburren abiertamente con la obra de la que se han encargado cuando, subraya, "es un oficio que hay que hacer con amor".
Sobre el idioma en el que prefiere cantar, Gheorghiou se decanta por el italiano, que es, en su opinión, una lengua de "gran musicalidad", totalmente apropiada para el canto gracias a las vocales, y ésto, recuerda, es algo que "sabía perfectamente" Mozart, que la eligió para muchas de sus óperas.
Gheorghiou afirma no haber tenido nunca un instructor ni para la música ni para la voz. "Todo lo he hecho sola", afirma con nada disimulado orgullo una diva famosa por la seguridad en sí misma de la que hace gala.
Lo que siempre ha hecho y recomienda, sin embargo, es escuchar otras voces: "Yo escucho a todo el mundo. Lo importante es escuchar y ver otros espectáculos. Yo veo todos los que puedo", asegura.
Preguntada por el hecho de que algunos cantantes de ópera no rehuyen la música pop, la soprano rumana indica que rechazar ese tipo de música es "para los puritanos", aunque añade: "La música pop es para el cuerpo, y la ópera para el espíritu".
La música pop, reflexiona, es "como un postre, y cómo me gusta el postre, sobre todo el chocolate, que me vuelve loca. A veces les digo a mis colegas masculinos en escena que si no hay chocolate, no hay beso".
Gheorghiou no se muestra tampoco de acuerdo con la exigencia de que las cantantes sean también físicamente perfectas: "No es justo, una voz es como una perla, y hay que respetarla. Hacer depender una carrera sólo del físico es ofensivo", apostilla.
Sobre "La Traviata", que interpretará de nuevo este jueves y después los días 11, 14 y 17, en Covent Garden, para después llevarla a Japón, la soprano explica que es la misma con la que debutó en 1994 y la llama orgullosamente "mi producción".
"Yo misma elegí los trajes y hasta los tejidos. La producción se hizo en torno a mi persona", apunta la diva, que precisa que el propio George Solti al ver recientemente el vídeo, le comentó en broma "que parecía que era ella y no él quien dirigía".
"Era también su primera Traviata y Solti estaba siempre a mi lado", recuerda la cantante.
También se deshace en elogios hacia el director de escena Richard Eyre, que en aquella época "estaba al frente del National Theatre y hoy hace películas, entre otros actores con Antonio Banderas ("El otro hombre").
Aunque han pasado años desde aquel debut, que la crítica puso por las nubes, Angela Gheorghiou parece físicamente la misma de entonces y ella dice sentirlo así internamente: "Los cambios me han venido de forma natural", explica.
Al final de la entrevista, Efe le formula la pregunta casi inevitable sobre su ex pareja Roberto Alagna, con quien formó durante diez años un tándem tanto sentimental como artística.
"Sigo teniendo una buena relación con él. Hablo con Roberto casi todos los días". Pero ¿van a volver a cantar los dos juntos? "Je n'y ai pas réfléchi" (No me lo he pensado)", responde en francés con una sonrisa entre enigmática y coqueta.
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