Este artículo se publicó hace 15 años.
La ambición de volver a ser su propio jefe
Con la presidencia de Caja Madrid, Rato gana poder y pierde dinero
Hace cuatro meses, Rodrigo Rato (nacido en Madrid en 1949) se levantó decidido a cambiar de vida. El ex vicepresidente del Gobierno y ex director gerente del FMI se fue a hablar con Esperanza Aguirre y con Mariano Rajoy para comunicarles su disposición a presidir Caja Madrid. Era antes del verano, cuando la guerra por el poder en la cuarta entidad financiera de España estaba relativamente larvada, y lo único que estaba claro era que Aguirre quería deshacerse del actual presidente, Miguel Blesa. Rato se postuló para el cargo, seguramente no consciente de los movimientos de navaja cabritera que se estaban gestando alrededor, y fue así como decidió cambiar su plácida y rentable existencia como asesor financiero de altos vuelos y regresar a la primera línea de fuego de la gestión económica. ¿Por qué? Personas que le conocen bien aseguran que "quiere volver a ser su propio jefe". Sus bien remunerados cargos en el banco de inversión Lazard, en Santander y en Criteria, el holding de La Caixa, le permiten viajar, ver a la familia y llevar un vida profesional confortable, pero no es Rato persona que acepte fácilmente las sugerencias o las llamadas de los jefes que ha ido acumulando en los dos años que ha durado su carrera como asesor de elite.
Tras dos años paseando el currículum, regresa a primera línea
Cuando se confirme su nombramiento como presidente ejecutivo de Caja Madrid, el que fue vicepresidente económico con Aznar tendrá que dejar todos su cargos en el sector, por razones obvias de incompatibilidad. En el trueque, probablemente perderá dinero (especialmente lucrativa es su colaboración con Lazard) y tranquilidad, pero con toda seguridad ganará poder e influencia. Dirigir los destinos de la entidad madrileña no entraba en sus cálculos cuando, en junio de 2007, de forma inesperada y polémica, anunció su renuncia a seguir al frente del FMI. Aquella decisión, justificada por razones personales, le costó parte de su reputación internacional, pero después de dos años paseando el currículum por los cenáculos financieros europeos, dando conferencias y atendiendo a sus empresas familiares, Rato tiene la oportunidad de recuperar su crédito como gestor.
¿Y dónde quedan sus nunca totalmente apaciguadas ambiciones políticas? ¿Le imposibilita su nuevo cargo para entrar en liza, si fuera el caso, para dirigir el Partido Popular? La mayor parte de los dirigentes del partido creen que, en efecto, la aceptación del sillón de Caja Madrid forma parte de un pacto implícito con Rajoy, en virtud del cual éste se garantiza que Rato no maniobrará en su contra si su liderazgo es puesto en cuestión de cara a las elecciones generales de 2012.
Pacto borrosoEl ex vicepresidente tendrá que dejar sus cargos en Criteria, Santander y Lazard
Sin embargo, ese presunto pacto tiene unos perfiles borrosos. Fuentes próximas al PP creen que la petición de Rato de ser presidente de Caja Madrid fue aceptada por Rajoy no en clave de conveniencia para eliminar un posible competidor, sino como arma para desactivar la ofensiva de Esperanza Aguirre para hacer de Caja Madrid su feudo privado, y que por tanto el nombramiento del ex vicepresidente no tiene una contrapartida clara.
En todo caso, "¿quién sabe lo que puede pasar en el futuro en la dirección del PP?", señalan fuentes cercanas al ex vicepresidente. La persona que criticó a Aznar por sumarse a la guerra en Irak "como si fuéramos Lawrence de Arabia", y que abogó por acercarse al electorado homosexual "porque son votantes ideales del PP", no ha perdido su pasión por la política. Ahora, desde el consejo de administración de Caja Madrid, tiene una atalaya para observar de cerca lo que pasa en su partido.
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