Este artículo se publicó hace 13 años.
ACNUR: "Lo que hacemos en Somalia no es suficiente"
El responsable para los refugiados en la ONU advierte que esta sequía "no es la primera ni será la última"
La magnitud de la hambruna en Somalia evidencia que hace falta más ayuda y de manera urgente. El alto comisionado de la ONU para los Refugiados, Antonio Guterres, admitió este jueves que "estamos angustiados porque lo que hacemos no es suficiente cuando vemos la dimensión de la tragedia".
En el campamento de refugiados de Dollo Ado, en Etiopía, la tasa de mortalidad llegó a alcanzar los 7,4 muertes diarias por cada 10.000 personas (una emergencia es declarada cuando se llega a una por cada 10.000). En el sur de Somalia, la zona más afectada por la sequía, la tasa de malnutrición aguda alcanza hasta el 82% y la mortalidad entre los menores de cinco años es de 4 por cada 10.000 en todas las áreas de las que existen datos. Las proporciones de la crisis humanitaria en Somalia son "absolutamente dramáticas. Estamos ante un drama humanitario de proporciones no conocidas".
"No hay una estrategia global que dé respuesta coordinada a los retos del presente"
El responsable para la cuestión de refugiados en la ONU dijo que "esta sequía no es la primera ni será la última" y confesó que "lo que más me impresiona es que, sabiendo esto, la comunidad internacional no haya podido desarrollar medidas de prevención a largo plazo para dar capacidad de resistencia a las comunidades". Recordó que con el cambio climático puede esperarse que los desastres naturales, como la sequía en el Cuerno de África, sean más severos y frecuentes.
"El aumento de la población, la urbanización, el cambio climático, la inseguridad alimentaria y los problemas de agua constituyen un conjunto de megatendencias que se solapan entre ellas con dramáticos impactos humanitarios", explicó.
Ante esa evidencia, lamentó que "no haya una estrategia global de la comunidad internacional capaz de dar una respuesta coordinada a los retos del presente". De la situación en Somalia, Guterres aseveró que es altamente compleja y tiene tres escenarios: los refugiados somalíes que huyen a Kenia, los que cruzan a Etiopía (en ambos casos se les acoge en campamentos gestionados por el ACNUR) y los que se quedan dentro del país. Todo ello en el contexto de la sequía que afecta a un total de 12 millones de personas en Somalia, pero también en los países de acogida Kenia y Etiopía, y en menor proporción, en Yibuti, que conforman la región conocida como el Cuerno de África.
Los rebeldes somalíes empeoran la catástrofePor si fuera poco, la ineficacia de los mecanismos de ayuda de la comunidad internacional no es el único enemigo de los somalíes. Los insurgentes de Al Shabaab, afiliados a Al-Qaeda, controlan gran parte del sur de Somalia, donde la hambruna ha causado más estragos, y los efectos del desastre natural se han visto intensificados por la presteza de los combatientes rebeldes a la hora de capturar a animales de granja y reclutar a la fuerza a los jóvenes.
Los insurgentes ordenaron a varias agencias de ayuda que suspendieran sus actividades
Empujando a su hija discapacitada de cinco años en un carro de madera, Nur Ibrahim Hasan hacía cola al amanecer con su familia para registrarse en la agencia de refugiados de las Naciones Unidas, que está luchando para hacer frente a miles de nuevos refugiados diarios. "Al Shabaab nos robó el ganado, diciendo que era para fines benéficos. Y robaron a nuestros hombres. Muchos jóvenes fueron reclutados a la fuerza para sumarse a sus filas", dijo Hasan, padre de tres hijos.
La determinación de Hasan para superar la sequía que ha golpeado a 12 millones de personas en Somalia, Etiopía, Kenia y Djibuti—la peor en 60 años—, se evaporó con la muerte del ganado que le quedaba. "No nos había llovido en tres años. Habíamos perdido todo. La gente moría a nuestro alrededor", declaró.
Los insurgentes islámicos, que luchan para imponer una versión severa de la ley sharia en el país destrozado por la guerra, ordenaron a varias agencias de ayuda, como el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, que suspendieran sus operaciones. Los rebeldes acusaron a los grupos de tener intenciones ocultas.
Los rebeldes levantaron la prohibición a principios de julio antes de prohibir volver a las agencias anteriormente excluidas.
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