La demanda de lujo de los países emergentes amenaza con copar la distribución de algunas selectas marcas de champán

En este siglo de calamidades ¡Lo que faltaba! Una Navidad sin burbujas. "No nos estamos quedando sin champán, pero los aficionados harán bien en no despistarse", comenta Juan Manuel Bellver, director de Lavinia España, viniendo a confirmar que hay un peligro cierto. Que las señales de alarma tienen su fundamento, pero ¡qué no cunda el panico! El riesgo afecta a un nicho muy concreto del amplísimo sector de los espumosos. Los apuros se centran en el champán-champán, el francés, el que da nombre a la bebida. Y aún más en concreto "el problema está en las marcas que persiguen los clientes caprichosos", precisa Bellver. Y no hace falta haberlas catado para saber cuáles son muchas de esas marcas. El caso es que hay cierta tensión en el mercado. Y son tres factores principales los que tienen la culpa. Uno: en 2020 llegó la pandemia, con recorte de consumo y, por tanto, de producción. Dos: en 2021 la cosecha fue floja. Tres: "porque se está desviando a otros mercados", apunta el experto, señalando la gota que colma en este caso la copa: la creciente voracidad de los mercados emergentes por el lujo. En China, Rusia, India, Brasil, paises del llamado BRIC y otros del mismo corte hay cada vez más millonarios. Todos con el ojo puesto en lo mismo. Y ya lo dice el dicho: !Es el mercado amigo! El que paga manda, en este caso en en un mercado, el de la producción de champán, que es la que es. ¿Solución? Complicada. Bellver lo explica: "Estás vendiendo lo que se produjo hace tres años. Y sí, hay mayor demanda porque la gente quiere brindar. Puedes responder con los vinos de tu receta, pero son vinos más caros. No te sale a cuenta". El fenómeno que ahora padece el espumoso de mayor pedigrí no es nuevo. Ya pasó y sigue pasando con la moda, las angulas, los coches, los  puros y los relojes caros. El mundial de futbol, recordamos, se jugará... en Qatar.

-Redacción-