Este artículo se publicó hace 2 años.
Memes para ver el arte con perspectiva de mujer
Un buen meme nos alegra el día. Tiene casi un efecto milagroso, parecido a lo que logra el café a primera hora de la mañana cuando no hay quien abra bien los ojos. Casi da igual si es imagen, vídeo o texto. Lo importante es que en la coctelera no falten los siguientes ingredientes: distorsión con fines caricaturescos y que corra como la pólvora por redes sociales y Whatsapp, o todo lo que funcione gracias a Internet.
Raquel Sáez
Actualizado a
Un buen meme nos alegra el día. Tiene casi un efecto milagroso, parecido a lo que logra el café a primera hora de la mañana cuando no hay quien abra bien los ojos. Casi da igual si es imagen, vídeo o texto. Lo importante es que en la coctelera no falten los siguientes ingredientes: distorsión con fines caricaturescos y que corra como la pólvora por redes sociales y Whatsapp, o todo lo que funcione gracias a Internet.
Es imposible olvidar a la llama blanca posada en el centro de la imagen con la mítica frase: “Ola k ase”. La frase de después va a gustos: “trabajando o k ase”, “ignorarme o k ase”, “me ayuda o k ase”, por citar algunos ejemplos. Por hacer, el animal podía hacer lo que nos diese la gana con tal de echar unas risas.
Hasta Rosalía tiene su propio meme, a cuenta de su éxito Bizcochito. La catalana no se esconde de las burlas y hace poco subió un vídeo a sus redes sociales, donde se le podía ver mascando chicle en cualquier momento: en el gimnasio, tomando un café de buena mañana, en el coche tomando café, echando un rato delante del ordenador, en la peluquería e incluso comiendo sushi. Incluso hay hueco para la vaca motomami.
Memes feministas en obras de arte
Pero los memes no solo están para echarse unas risas. También sirven para ser críticos con la sociedad en la que vivimos. Es lo que intenta hacer Helena Sotoca, la creadora de Femme Sapiens, una cuenta de Instagram que recorre la Historia del Arte con perspectiva de género y con un humor particular. “Me encargo de investigar y divulgar tantas informaciones ocultas en lo que respecta a las mujeres en el mundo del arte”, dice en una pequeña declaración de intenciones.
Razones no le faltan, porque el arte (¡oh, sorpresa!) ha sido injusto con las mujeres artistas. “En primer lugar, hay que decir que hubo muchas menos, ya que por lo general el espacio de la mujer estaba en la casa y en los cuidados, y no fueron muchas las que tuvieron la suerte de cruzar la línea del espacio público, de las academias y las grandes exposiciones”, explica Sotoca.
Desigualdad antes, pero ahora también. Según el Estudio sobre desigualdad de género en el sistema del arte en España, los hombres son mayoría en lo que se refiere a contratos con galerías: el 36,6% de ellos figura como artista en plantilla y el porcentaje de las mujeres baja hasta el 27%. Ellas también soportan mayor precariedad, porque venden sus obras por un precio significativamente menor: el 88% de mujeres vende por menos de 1.000 euros frente al 71,1% de los hombres.
A la divulgadora tampoco se le olvida hablar del canon impuesto por los hombres en el mundo del arte: “Ellos fueron los que decidieron qué características tenía que tener una obra para considerarse genial y, por lo general, aquellos géneros a los que las mujeres podían acceder desde la privacidad de su casa, fueron los mal llamados géneros menores: bodegones, pintura de animales, paisajes…”. Por no hablar de cómo representaban los artistas a las mujeres… Y de aquellos polvos, vienen estos lodos, como dice el refrán.
“Si nos ceñimos al arte occidental, diría que hay dos formas de representar a la mujer. A veces, se presenta como un ser pasivo cuya imagen sirve como objeto de consumo para los hombres. En esta primera forma estarían todas aquellas mujeres desnudas que parecen vivir sin ilusiones, ni proyectos, ni capacidad de acción: solo un cuerpo al servicio de las miradas ajenas”, explica la mente de Femme Sapiens.
No hay que darle mucho al coco para encontrar algunos ejemplos. El rapto de Proserpina es una escultura realizada por Gian Lorenzo Bernini, una huida en toda regla de una mujer desnuda que no quiere irse con su captor (Plutón). Y por qué no recordar a la artista italiana Artemisia Gentileschi, que fue violada a los 17 años por su profesor de pintura, Agostino Tassi. Ella aprovechó sus lienzos para plasmar escenas del Antiguo Testamento donde las mujeres impartían en ellas la justicia. Dos ejemplos: Judith que decapita Holoferne o Susana y los viejos.
Las malas de la película
Existe otra forma mayoritaria de representación: la mujer que se rebela no puede traer nada bueno. “Por otro lado, estarían las que sí han tomado decisiones, que sí han tomado acción en su vida. Pero estas son perversas, normalmente su sexualidad es señalada. En este cajón estaría, por supuesto, Eva, la primera mujer de las religiones judeocristianas”, recuerda Sotoca.
En siglo XIX, no hay que olvidar a la femme fatale, que encontramos tanto en artes plásticas como en literatura: “Esta responde ni más ni menos que al miedo que tenían los hombres a la llamada nueva mujer, protofeministas y feministas que comenzaban a tomar las riendas de su vida, buscando su propia independencia económica y sexual. Son pintadas como seres monstruosos pero bellos, y que significan la perdición y/o muerte de los hombres”.
Tirando la puerta o rompiendo el techo
Las artistas siguen ahí, a paso lento. Sotoca señala que en los museos contemporáneos el porcentaje de mujeres artistas es muy superior al que se les dedica en las galerías de arte clásico. Pero aquí suele haber trampa: su arte suele girar en torno a una o varias salas dedicadas a los movimientos feministas, como si fuese el único tema en el que las mujeres pudieran sobresalir.
Los museos también tienen deberes pendientes. “Hay museos maravillosos como el Thyssen, que se han puesto las pilas en cuestiones de feminismo o anticolonialismo a la hora de llegar al público. Ahora bien, otros como el Prado aún tienen mucho recorrido que hacer. Para empezar, deben generar un discurso en el que las violencias que sufren las mujeres en los cuadros sean llamadas por su nombre, sin eufemismos ni cabriolas. Y, por supuesto, a interesarse más y mejor por algunos cuadros que tienen cogiendo polvo pintados por mujeres”, asegura.
Machismo en redes
Nada de cantar victoria, porque el feminismo (aunque defienda la igualdad entre hombres y mujeres; léase la definición en la RAE) tiene muchos detractores. “Lo cierto es que el 96 % de mis seguidoras son mujeres feministas, por lo que estoy hablando de feminismo a un público que ya sabe de qué va el movimiento y la mayoría de su base teórica”, reflexiona.