Este artículo se publicó hace 5 años.
Menores migrantes HortalezaLa ultraderecha capitaliza la protesta contra los menores migrantes de Hortaleza: "Que se vayan a su puto país"
El colectivo fascista Hogar Social ha acudido a una concentración vecinal que ha exigido más seguridad y ha señalado como delincuentes, ladrones y agresores a los menores migrantes acogidos en el centro. Afirman que no son racistas, aunque todos están de acuerdo: "Los españoles, primero".
Madrid--Actualizado a
La consigna estaba clara este domingo entre las decenas de vecinos del barrio de Hortaleza que se han concentrado frente al Centro de Primera Acogida de Menores para exigir una solución ante los robos y agresiones que afirman padecer con frecuencia por parte de los menores migrantes que residen este recurso de la Comunidad de Madrid. “Estamos hartos de delincuentes y de robos. Estamos aterrorizados, hay que buscar una solución y que se vayan ya y nos dejen tranquilos”, afirmaba un hombre ya en la cincuentena, con un megáfono en la puerta del centro. Los reunidos aplaudían y un joven sacaba la boca del cuello del abrigo para gritar “¡Que se vayan a su puto país!”.
Afirman ser vecinos cansados, aunque no eran tantos si se tiene en cuenta que en distrito de Hortaleza viven más de 180.000 personas y que en Pinar del Rey, el barrio que alberga este centro de acogida, son más de 50.000 residentes. Los manifestantes no llegaban a 50 y, si se resta a los fascistas de Hogar Social que han acudido a la cita, quizás no llegasen a 40. No quieren que se les tilde de racistas, aunque es francamente difícil no hacerlo. Al fondo de la concentración, una pancarta decía “fuera delincuentes de nuestros de barrios”, e iba firmada por Hogar Social Madrid, el conocido colectivo neonazi que, en los últimos años, ha centrado su discurso en la consigna “los españoles primero”, han repartido comida sólo para españoles necesitados y han alojado en los distintos edificios que han ocupado en Madrid también sólo a españoles sin recursos. No son racistas, insisten los vecinos.
El señor del megáfono, sin embargo, no lo deja muy claro. “Invito a los que son tan demócratas, tan progres y tan solidarios a que se hagan cargo ellos de todos estos”, gritaba señalando hacia el interior del centro. “Que no tengamos que pagar esto todos los españoles. Porque los españoles no tenemos ningún tipo de ayuda y, ellos, con nuestro dinero, tienen muchas”, sostenía.
No se puede negar que el problema existe. En repetidas ocasiones se han denunciado robos a los vecinos por parte de algunos de los menores migrantes que residen en el centro o de los que prefieren vivir en la calle, en el parque Isabel Clara Eugenia, ante las pésimas condiciones que padecen en el interior. De la misma manera, organizaciones protectoras de los derechos de la infancia y los propios trabajadores del centro han denunciado la falta de recursos materiales y humanos que sufren desde hace ya años, a pesar de que el número de menores migrantes que han pasado por este centro ha aumentado en los últimos dos años de una forma notable. Aun así, son poco más de 10.000 los llamados menores extranjeros no acompañados (MENA) que residen en España, según el Ministerio del Interior. Menos de 2.000 en Madrid y algunos centenares, en este centro, tan masificado que los chicos duermen en el suelo, en los pasillos, por falta de espacio. Y lo hacen durante meses, algunos durante años, ante la falta de plazas en recursos que no sean de carácter temporal.
Pero los vecinos allí reunidos insisten en que “tienen una paga”. Una mujer que afirmaba ser vecina de Hortaleza insistía también en la falta de ayudas públicas para los españoles. “Ellos [los menores del centro] reciben mucho de España y lo agradecen con crimen”, clamaba desde el megáfono, que iba rotando entre los concentrados que recordaban situaciones de violencia de las que acusan a los menores migrantes. A todos, porque en esta plaza de Hortaleza nadie hacía distinciones. Todos los acogidos en el centro son delincuentes para ellos. “Si el español se defiende paga las consecuencias, pero ellos quedan impunes y no lo entiendo”, aseguraba la mujer, también pasada la cuarentena. “Que se vayan a su puto país”, repetía el joven del principio, embozado en el abrigo, cada vez que terminaba una de las intervenciones.
“Esto es un negocio para las ONG y un abuso a los españoles, que se nos quita del bolsillo para mamandurrias de todo tipo. Con esto hace dinero mucha gente. Se les da una paga. En Marruecos no hay guerra y hay menos paro que en España”, decía. Nada de todo eso es cierto, pero poco importa a los concentrados. El mensaje no es nuevo y se parece bastante al enarbolado por la ultraderecha durante las últimas campañas electorales. Pero allí nadie quiere que se les etiquete en ninguna corriente política o ideológica. Solo son “vecinos hartos de la inseguridad”, repetía a Público Antonio López, vecino del barrio y portavoz de esta concentración, convocada a través de las redes sociales desde una cuenta llamada HTZ [Hortaleza] Actúa, que ya ha sido bloqueada por alguna red social. “Salimos a la calle por un barrio más seguro”, se podía leer la convocatoria.
En los alrededores del centro de acogida podía verse un gran despliegue de la Policía antidisturbios. Al menos seis furgones rodeaban la concentración y varios agentes permanecían apostados en el muro que separa el interior del centro de la plaza. Un helicóptero de la Policía sobrevolaba la zona, interrumpiendo con su ruido las intervenciones de vecinos y vecinas que relataban los robos y agresiones que habían padecido, el pasado verano o hace más de diez años, todas suman. El Ayuntamiento reforzó la pasada semana la presencia policial en el barrio, aunque no para proteger a los vecinos, si no a los menores del centro. En las últimas semanas han sufrido agresiones, incluso dentro del propio centro de acogida, y partidos políticos y ONG han pedido a la Fiscalía que investigue los hechos por presuntos delitos de odio.
Esta semana UNICEF, Save the Children, la Fundación Raíces —que defiende los derechos de estos menores en el propio barrio— y el Consejo General de la Abogacía Española también exigían a la Fiscalía General del Estado no sólo que investigara estas agresiones, sino que tomara medidas para prevenirlas ante un discurso del odio cada vez más normalizado desde que la extrema derecha ha irrumpido con fuerza en el tablero político español.
La tensión es patente en el barrio y amenaza con incrementarse si la Comunidad de Madrid no da una respuesta que no sólo piden los vecinos y la extrema derecha, sino también las organizaciones que apoyan a estos jóvenes migrantes sin referentes familiares. El enfado entre una parte de los residentes está a flor de piel, y organizaciones ultras como Vox o el Hogar Social saben adaptar ese descontento al discurso racista del “primero nosotros”, el discurso fácil de señalar al diferente, al otro, al que no es como nosotros, como el responsable de todos los males. La más mínima chispa puede desatar la furia de algunos de los concentrados.
"En cuanto haya violencia nos tacharán de ultras porque los medios de comunicación está controlados por la izquierda”, afirmaban
Mientras los participantes continuaban con sus relatos y lanzaban proclamas que tachaban de delincuentes a estos chicos, algunos de los acogidos observaban desde las ventanas, porque este domingo no han podido salir del centro. No es la primera vez, reconocen algunos educadores. “Golfos, que soy unos golfos, cabrones, sí vosotros. ¿Por qué no salís hoy?”, gritaba amenazante uno de los concentrados, visiblemente exaltado. Uno de los chicos acogidos ha respondido con un corte de mangas a la multitud reunida entorno a la pancarta que le llamaba delincuente. El enfado ha sido mayúsculo. López ha intentado calmar los ánimos a su manera. “No caigáis en la provocación, en cuanto haya violencia nos tacharán de ultras porque los medios de comunicación está controlados por la izquierda”, decía, junto a la líder del Hogar Social, Melisa Domínguez, para quien la Fiscalía pide tres años de cárcel por un delito de incitación al odio tras lanzar bengalas contra la mezquita de la M-30 en 2016.
La líder fascista no ha querido dejar pasar la ocasión de canalizar el descontento hacia su discurso. Ha agarrado el megáfono y ha felicitado a los concentrados por su “valentía” al decir “basta”. “Es una vergüenza que sufráis todo lo que habéis relatado: niños a los que le roban la mochila de clase, chicas jóvenes que salen corriendo porque un grupo de MENAS les persigue. Que encima la Policía nos trate como si nosotros fuéramos los delincuentes. Los delincuentes están protegidos y están ahí dentro”, ha argumentado entre aplausos.
No se ha dejado ninguno de los lugares comunes de la extrema derecha contra los menores migrantes. “No respetan nuestra cultura, no respetan a las mujeres, os van a intentar acosar y violar. Nos hacen ir con miedo por nuestras calles como si estuvieran en su país. ¿Dónde están las feministas aquí? Cuando son extranjeros los que violan no dicen nada”, sostenía antes de recordar que España es el segundo país de la UE con la mayor tasa de pobreza. Quizás, el único dato cierto esgrimido durante la concentración. Pobres señalando a otros más pobres, una fórmula que ha funcionado electoralmente en Francia, Italia y otros países europeos. A España le llegó el turno hace sólo una semana.
López, el portavoz de la concentración, ha hecho un llamamiento a repetir la protesta en el mismo sitio cada domingo, “hasta que los políticos den una solución”, ha dicho. La líder del grupo ultra, por su parte, ha pedido colaboración a los vecinos. Su organización va a presentar una Iniciativa Legislativa Popular en lña Asamblea de Madrid para que estos centros de acogida de menores migrantes se lleven “fuera de los núcleos urbanos”. A la gente le ha parecido un buena idea.
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