Este artículo se publicó hace 8 años.
El supuesto pederasta de Ciudad Lineal "está como ausente y pasando de todo" durante el juicio
Un policía asegura en el juicio contra Antonio Ortiz, que su teléfono le coloca también en los lugares donde las abandonó y en el piso de la calle Santa Virgilia donde agredió a la segunda víctima.
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MADRID.- El supuesto pederasta de Ciudad Lineal, Antonio Ortiz, "está como ausente y pasando de todo" durante el juicio oral, una actitud impropia de una persona que se cree inocente, ha indicado este viernes Antonio Tuero, el abogado de la víctima y testigo protegido número 3.
Durante esta cuarta sesión del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid, Ortiz ha vestido una jersey negro y un pantalón de chándal. No ha hablado durante el juicio. Se ha encontrado tranquilo y en actitud pasiva y pensativa en casi todo momento, llevándose los dedos de una mano a la barbilla en muchas ocasiones.
"Yo creo que de una persona que está acusada de unos hechos tan graves y es inocente su actitud habría de ser otra. Da la impresión de que piensa que le han cogido y que lo asume en parte. La actitud de él -aunque no soy experto- y mi experiencia me dice que este hombre está cumpliendo su papel de: 'tengo que sentarme, me han cogido y voy a estar ausente'", ha manifestado ante la prensa a la salida de los juzgados.
Antonio Tuero ha aludido también a los testimonios de los cuatro policías nacionales participantes en la investigación del caso que han pasado por el tribunal
En ese análisis, el letrado argumenta que el procesado ha tenido tiempo durante estos dos años en la cárcel para estar preparándose "tanto anímica como psíquicamente para este trance", por lo que "está o aparente querer estar ausente e impertérrito". "Desde luego, gestos de pesar y arrepentimiento, que no servirían para atenuar su posible condena pero sí para denotar una cierta actitud personal, no he visto ninguno", ha aseverado.
Por otro lado, Antonio Tuero ha aludido también a los testimonios de los cuatro policías nacionales participantes en la investigación del caso que han pasado por el tribunal. De este modo, ha señalado que sus testimonios "han sido muy contundentes y no han variado en nada a los manifestados en sus correspondientes atestados e informes".
"Yo creo que ha ido bien desde el punto de vista de la acusación, aunque desde la defensa me imagino que no. El letrado de la defensa ha estado en su papel porque las pruebas de hoy han sido contundentes. Él lo que tiene que hacer es sembrar la duda y será el Tribunal el que las resuelva. Es lógico, pero no ha logrado una sola fisura en las manifestaciones de los funcionarios, a los que tampoco se los tiene que exigir una precisión absoluta", ha finalizado. El juicio continuará el próximo martes con la declaración de más policías del caso.Un policía nacional ha asegurado este viernes en el juicio que el posicionamiento del teléfono móvil del presunto pederasta de Ciudad Lineal le situó siempre en los lugares donde secuestró a las niñas y también donde las abandonó, así como en el piso de la calle Santa Virgilia donde agredió a la segunda víctima.
Lo ha dicho en la cuarta sesión de la vista oral que se celebra desde el pasado martes en la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid contra Antonio Ortiz, para quien la Fiscalía pide 77 años de prisión por secuestrar y agredir sexualmente a cuatro niñas.
Este agente que participó en la Operación Candy que se saldó con la detención del presunto pederasta de Ciudad Lineal analizó el teléfono móvil del acusado, que se convirtió en una prueba determinante en la investigación a partir de las segunda víctima (TP3), que es cuando el presunto agresor decide apagar el aparato durante el tiempo que cometía las agresiones a las menores.
Tras la segunda agresión, el acusado decidió apagar el móvil durante las agresiones pero seguía manteniéndolo encendido antes y después.
Cuando la Policía identifica a Ortiz en septiembre, los investigadores se percatan de que el posicionamiento de antes y después de cometerse las agresiones le delata, ya que el teléfono "le sitúa siempre" en los lugares donde se produjeron las sustracciones de las menores y también donde las abandonó tras agredirlas sexualmente.
El agente ha explicado que tras las noticias que aparecieron en los medios de comunicación sobre la agresión a la segunda víctima el 10 de abril de 2014, el acusado decidió apagar el móvil durante las agresiones pero seguía manteniéndolo encendido antes y después.
Así, con las testigos protegidos TP4 y TP5 "el teléfono permanece inactivo coincidiendo con las horas en que supuestamente se produce la agresión, estando activo momentos antes y después". "El teléfono no da señal durante un largo periodo de tiempo que coincide con las horas en que se comenten los hechos, estaba apagado", ha explicado el agente que ha comparecido como testigo.
Al parecer el acusado fue a la casa de su madre a recoger las llaves de la vivienda donde cometió dos de las agresiones.
Una vez que abandonaba a sus víctimas, el teléfono se ubicaba en la calle Montearagon, que era el domicilio de la madre del acusado, con la que vivía ya que la vivienda de la calle Santa Virgilia -donde al parecer cometió dos de las agresiones- estaba desocupada. Un dato clave en la investigación del teléfono lo aportó la menor denominada TP3 ya que recordó que el acusado hizo una parada con el coche antes de continuar al "piso de los horrores" de la Santa Virgilia.
El agente ha contado que "esa parada coincide con una serie de comunicaciones que ubican ese terminal en la calle Montearagon". Al parecer el acusado fue a la casa de su madre a recoger las llaves de la vivienda donde cometió dos de las agresiones. Otro detalle crucial se explica por el intento fallido de abril de 2014 con una niña de 11 años. Aquel día su teléfono le posicionó también en el lugar donde se produjo dicho intento.
Una policía nacional ha señalado también que la minuciosa descripción que ofreció una niña de la casa de la calle Santa Virgilia, junto a los planos que realizó del mismo, fue crucial para localizar el denominado "piso de los horrores". Esta agente del Servicio de Atención a la Familia (SAF) que participó en la Operación Candy se ocupó de localizar la vivienda del acusado a partir de la declaración de la segunda víctima del 10 de abril de 2014 (TP3), que dio detalles cruciales para localizar el piso donde el acusado supuestamente cometió dos de las cuatro agresiones sexuales.
La niña, que tenía nueve años, habló de un edificio de ocho plantas, con un bar y una tienda de ropa a la derecha
Ha explicado que la descripción interna y externa que hizo la niña permitió encontrar el piso, ya que los detalles que ofreció eran difíciles de encontrar en otros inmuebles. "El único edificio que los cumple arquitectónicamente hablando era ese", ha destacado. Y ha apostillado: "Los planos que la niña aporta junto a los planos del edificio realizados en 3D por la policía coinciden plenamente".
En una detallada descripción, la niña, que tenía nueve años, habló de un edificio de ocho plantas, con un bar y una tienda de ropa a la derecha, un portal al ras con barrotes negros, gálibos de entrada, con muchos coches y una distancia entre los vehículos y el portal, botones para ciegos en el ascensor y puertas blancas en el trastero.
Preguntada sobre si había otras viviendas de similares características en la zona ha respondido: "Que concretamente lo cuadre todo, ninguna". Esta agente accedió también a la declaración de una menor que sufrió un intento fallido de secuestro el mismo día que se produjo la agresión contra TP3.
Según su relato, la menor, de 11 años, se disponía a entrar en su vivienda cuando se percató de que detrás de ella había una persona que pensó que era un vecino, quien le dijo que tenía unos vestidos que su madre le debía pagar. Ante esta situación, la niña dijo que iba a subir a consultárselo a ella y que luego bajaba. Pero tras hablar con su padre, ambos bajaron y el hombre ya no estaba. En la declaración policial, la pequeña dijo que el hombre tenía una verruga mientras que la madre señaló que no tenía ni idea del asunto de la ropa, que no tenía sentido.
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