Las familias de las víctimas de las residencias reciben con escepticismo la última decisión de la Fiscalía: "He pasado años odiándoles con toda mi alma"
Tres personas cuyas denuncias han sido derivadas a los juzgados relatan a Público cómo están viviendo el proceso, a poco tiempo de que prescriban sus casos.

Madrid--Actualizado a
Jorge, Sandra y María se han acostumbrado a vivir con el dolor, pero no con la impunidad. Han pasado cinco años y su herida sigue abierta. Todos perdieron a familiares en residencias de la Comunidad de Madrid durante la primera ola de la pandemia. Los tres han peleado cada día desde entonces para que se conozca la verdad. Y ahora sienten que la justicia puede volver a darles la espalda.
"Nos han mentido desde el primer día", dice Jorge, con un tono entre la indignación y el cansancio. Su padre falleció en abril de 2020 en una residencia concertada: "Me citaron para hacer una videollamada con él. Veía que el encuentro se retrasaba y pregunté qué estaba ocurriendo. Me dijeron que le estaban vistiendo, que le estaban poniendo guapo. Y apenas una hora después, mi hermana me llamó para decirme que había muerto". El informe médico que logró obtener un mes después confirmó lo que ya sospechaba: su padre había sufrido problemas respiratorios, pero murió allí, en la residencia, sin ser hospitalizado: "No nos informaron de nada. No hubo transparencia, no hubo humanidad".
Sandra tampoco olvida cómo tuvo que suplicar para hablar con su abuela: "Un mes entero intenté comunicarme con ella. Y cuando por fin nos llamaron, fue para decirnos que estaba mal. Doce horas después, habían terminado con nuestras esperanzas". Nunca le hicieron una prueba de covid. Nunca le ofrecieron una opción: "Sabemos que le negaron la derivación. Pero nunca nos dieron explicaciones".
María, que también perdió a su madre en una residencia, recuerda la desesperación de aquellos días: "Nos llamaron diciendo que tenía una pequeña infección de orina y que le había subido la fiebre. Luego nos dijeron que tenía un poco de problema de respiración, pero que estaba mantenida. Y, de madrugada, sin previo aviso, me llamaron para decirme que había muerto. Así". Lo peor, asegura, fue la falta de información y la sensación de abandono: "No me pasaban con ningún médico. No había forma de hablar con un responsable. Solo después de insistir conseguí un informe donde vi que habían llamado al hospital clínico San Carlos y al 12 de Octubre, pero que no la derivaron".
Nuevos pasos... ¿o no?
Este lunes supieron que la Fiscalía ya se había pronunciado respecto a la denuncia colectiva que habían presentado junto a otras familias en octubre de 2024. Era su enésimo intento. Y lo que podría haber sido un paso adelante se ha convertido en un nuevo motivo para la decepción. La versión oficial habla de "nueve nuevas denuncias" por denegación de asistencia sanitaria. Marea de Residencias y Verdad y Justicia, sin embargo, critican que se está manipulando la realidad. "No son nueve, son 17 denuncias. Y también han pedido reabrir un caso archivado", aclaran.
La fiscal Almudena Lastra, según la nota oficial, se habría reunido con los denunciantes en noviembre de 2024 para recibir la denuncia colectiva. Pero "eso es mentira", afirman las asociaciones de afectados: "Nunca hubo tal reunión. La denuncia se presentó en octubre y nunca nos han recibido". Además, en la nota de la Fiscalía se omiten los decretos que piden citar como investigados a los responsables de los protocolos que impidieron la derivación de los mayores a hospitales.
Sandra, que recibió el correo de la Fiscalía este lunes, lo resume en una frase: "Nos han tomado el pelo otra vez". "Al principio, cuando lo leí, parecía que admitían que los protocolos fueron discriminatorios", explica. Pero al final del texto, la decisión de "archivar" el caso volvió a golpearle. "Otra vez que pasan de nosotros", dice, con una mezcla de frustración y desidia. Aunque el caso ha sido remitido a un juzgado de Plaza Castilla, tiene pocas esperanzas. "Yo creo que no van a hacer nada", dice sin rodeos.
María comparte esa sensación: "Las esperanzas son pocas. Viendo la situación política y el sesgo de la judicatura, cuesta creer que vaya a cambiar algo. Pero yo sigo aquí. Me dije desde el principio que tenía que seguir". A su vez reconoce que la frustración es enorme: "Nos vendieron la historia de que era una guerra y que salvaron a quienes pudieron, pero se ha demostrado que los protocolos fueron órdenes políticas. Nos discriminaron por edad y por estado físico".
Sandra: "La justicia en Madrid está del lado de quienes decidieron abandonar a nuestros familiares"
Jorge, por su parte, prefiere agarrarse a los "pequeños pasos" que se van logrando: "Yo he pasado por muchas fases. He pasado años odiando con toda mi alma a los responsables de lo que pasó. Pero ahora, desde que gracias a Marea de Residencias estoy pudiendo tener apoyo psicológico, intento verlo de una manera más pragmática. No puedo cambiar lo que sucedió, pero sí puedo seguir luchando para que se sepa la verdad". María coincide en la importancia del apoyo mutuo, pero denuncia que las administraciones nunca ofrecieron ayuda real: "Si no tienes dinero para pagarte un psicólogo, te enfrentas a listas de espera de cinco meses. No ha habido ningún tipo de acompañamiento".
Aunque Sandra insiste: "Se protegen entre ellos. La justicia en Madrid está del lado de quienes decidieron abandonar a nuestros familiares". Y el tiempo apremia: "Nuestros casos pueden prescribir pronto. Y ellos lo saben". Un lustro después, la situación en las residencias madrileñas sigue siendo igual de alarmante. "La comida sigue siendo mala. No hay más personal. No se han construido nuevas residencias públicas. No se ha invertido en mejorar la situación", denuncia Sandra. "Y lo peor de todo es que siguen sin admitir que hicieron algo mal", lamenta.
Con todo, todos siguen en pie de lucha. "No estamos resignados", recalca Sandra: "Vamos a llegar hasta donde haga falta, hasta Estrasburgo si es necesario". No solo buscan justicia para sus seres queridos, sino también para que "nadie tenga que pasar por esto nunca más". "Si hubiera otra pandemia, volvería a ser un desastre. Por eso seguimos aquí, no solo por justicia para nuestros familiares, sino también por los mayores que vendrán", concluye María.
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