Este artículo se publicó hace 6 años.
Violencia obstétrica (3/4)Del parto inducido de Patricia a la episiotomía de Iria
Dos mujeres relatan que en el paritorio sufrieron lo que ellas consideran violencia obstétrica. Patricia alega que la maniobra de Hamilton le indujo un parto por cesárea. Iria Pinheiro asegura que una episiotomía le ha provocado incontinencia y coitalgia.
Madrid--Actualizado a
Patricia ingresó en urgencias con su propio plan de parto en la mano. La ginecóloga ni lo miró y le espetó que eso era cosa de la matrona. Durante el embarazo, no había tenido queja alguna, aunque su médico también se había desatendido de sus exigencias para dar a luz. Estaba informada y conocía sus derechos, pero de poco le sirvió. No obstante, los problemas comenzaron una vez que sintió contracciones y acudió al hospital. Todo, según su relato.
“En vez de hacerme una exploración —o sea, un tacto convencional—, la ginecóloga de urgencias me practicó la maniobra de Hamilton [tacto vaginal con movimiento circular del dedo, que produce dolor y puede acarrear sangrados]. Lo hizo sin haberme preguntado y provocó el parto”. Patricia no había salido de cuentas. A punto de entrar en la cuadragésima semana de embarazo, la mandaron a casa, donde apenas echó media hora, pues nada más llegar se le rompió la bolsa. “Estaba claro que me lo había inducido”, cree esta leonesa, madre de un hijo de un año.
Benita Martínez : “La episiotomía se realizó durante años porque se creía que facilitaba el parto, aunque nuevos estudios han demostrado que no cumple esa función y que puede ser la causa de patologías en el suelo pélvico de las mujeres”
También está convencida de que el trato recibido tuvo que ver con su plan de parto: “No les gusta que les digamos cómo deben ser las cosas y se empeñan en seguir sus protocolos”.
Sin embargo, el comportamiento de la matrona tampoco fue, a su juicio, el adecuado. “Dejó muchísimo que desear, hasta el punto de que sufrí maltrato físico y psicológico. Más que un tacto, hurgaba en mi vagina: ¿qué hacía ahí?”, se pregunta ahora. “Cuando cambió el turno, el siguiente matrón se sorprendió al ver que mi cama estaba llena de sangre. Su actitud, hay que reconocerlo, fue excelente”.
Patricia reconoce que su estado era “vulnerable”, pero su pareja también estaba allí y levantó acta de las supuestas malas formas. “Alucinó, claro”. Luego le comentó a su compañero: “Esta mujer no trata con personas, sino con animales”. Hoy ella matiza que ni un animal merecería un trato así. “No me explico cómo puede estar trabajando gente con ese mal carácter y con tan poca asertividad”. Si no hubiese habido inducción, como mantiene ella, ¿habría dado igual a luz? Desde entonces, los interrogantes se suceden, aunque ella se reafirma en muchas de sus respuestas.
Las vejaciones de la primera matrona no sólo fueron físicas, sino también psicológicas, según ella: “Me negué a que me hiciese otro tacto porque el anterior había sido insoportable. Le pareció fatal, se fue dando un portazo y a los diez minutos volvió diciéndome que la ginecóloga tenía una urgencia y que debía observar mi evolución. Claro, ahí te entra miedo, porque te planteas que puede haber una complicación y, al final, te dejas hacer. Usan amenazas veladas y yo diría que hasta mentiras”. Finalmente, como no dilataba lo suficiente pese a que trataron de facilitar el parto con oxitocina, fue sometida a una cesárea.
Juan Luis Delgado (SEGO):“Hemos observado a mujeres que han sentido dolor en zonas de desgarro, por lo que no se debe hacer la episiotomía de forma intempestiva, sino cuando sea necesario y haciendo el menor daño posible”
“Lo atribuyo a un procedimiento inadecuado. Lo ideal sería que mi cuerpo fluyera y que estuviese tranquilo y relajado. Sin embargo, me sentía asustada y con miedo. Quizás pasaría lo mismo en otra situación, pero yo le echo la culpa a la maniobra de Hamilton y al trato de la matrona. No es que no me ayudase, sino que entorpeció el proceso y me hizo daño”. ¿Habría sido imprescindible esa cesárea si las circunstancias hubiesen sido distintas?, se plantea un año después. “Lo peor de todo es que luego les tienes que dar las gracias por estar en un hospital y por hacértela”.
Episiotomía real, documento teatral
El nombre de la madre de aquel bebé nacido en León es ficticio. Patricia nos brinda su relato, pero prefiere omitir sus datos personales. Iria Pinheiro, en cambio, no sólo ha denunciado su caso públicamente, sino que se ha subido a un escenario para narrar en primera persona el calvario sufrido —siempre según las entrevistadas— durante y después del parto.
Patricia: “Lo peor de todo es que luego les tienes que dar las gracias por estar en un hospital y por hacerte una cesárea”
A ella le practicaron una episiotomía —incisión quirúrgica en la vulva para facilitar la salida del feto y evitar desgarros en el perineo—. La actriz asegura que ha sufrido fuertes dolores e incontinencia urinaria tras una intervención que también le afectó, según ella, a las terminaciones nerviosas del clítoris.
“La episiotomía ha sido una práctica que se ha realizado durante muchos años porque se creía que facilitaba el parto, aunque estudios posteriores han demostrado que no cumple esa función y que, además, puede ser la causa de diferentes patologías en el suelo pélvico de las mujeres”, advierte Benita Martínez, secretaria de la Federación de Asociaciones de Matronas de España (FAME). “Y, por supuesto, afecta a su sexualidad y puede volver a causar problemas en los futuros partos”.
Sin embargo, matiza que en algunas ocasiones resulta necesario realizarla para facilitar el alumbramiento, si bien deja claro que debe practicarse “siempre pidiendo permiso a la mujer”. La finalidad debería ser que “el nacimiento se produzca en las mejores condiciones posibles”, añade Benita Martínez, cuyas colegas han lanzado la campaña Iniciativa Parto Normal, un documento de consenso elaborado por y para las matronas.
“Es el proceso fisiológico único con el que la mujer finaliza su gestación a término, en el que están implicados factores psicológicos y socioculturales. Su inicio es espontáneo, se desarrolla y termina sin complicaciones, culmina con el nacimiento y no implica más intervención que el apoyo integral y respetuoso del mismo”, define el parto normal FAME, cuyos objetivos son “sensibilizar y fortalecer a las matronas en sus competencias para asistir partos normales; crear opinión entre las mujeres y la sociedad sobre la asistencia por las matronas; reflexionar con las sociedades científicas sobre su importancia, y ser un referente en el Ministerio de Sanidad y en las Consejerías de Salud”.
El de Iria Pinheiro, sin embargo, no fue así. Lo cuenta en Anatomía dunha serea, una pieza de teatro documental producida por Berberecheira, el criadero alternativo de la compañía Chévere, en la que habla sin tapujos de las secuelas de haber dado a luz. Un duro relato que pone el foco sobre la violencia obstétrica. Es decir, trato inhumano y técnicas invasivas, según las defensoras de los derechos sexuales y reproductivos, un extremo rechazado por los profesionales de la sanidad.
Juan Luis Delgado, presidente de la sección de Medicina Perinatal de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), confirma que las secuelas de una episiotomía pueden ir de la incontinencia urinaria a la dispareunia, es decir, el coito molesto o muy doloroso. La coitalgia tiene lugar durante el puerperio —período posterior al parto, que puede durar hasta ocho semanas—, aunque Pinheiro asegura que ha sufrido molestias durante largo tiempo, tanto a la hora de mantener relaciones sexuales como de realizar otras actividades cotidianas, como conducir un coche.
Iria Pinheiro: "Sufrí un episodio de violencia de género en el ámbito hospitalario. De ahí mi denuncia pública: esto tiene que parar”
De hecho, para evitar las molestias que podría acarrearle trasladarse en su vehículo hasta los ensayos —la compañía teatral Chévere tiene su sede en el Concello de Teo, limítrofe con Santiago—, decidió poner a punto la obra Anatomía dunha serea en Moaña, el pueblo pontevedrés donde reside la intérprete.
“Es una zona muy sensible —la incisión va de la comisura posterior de la vulva hacia el ano, con el objetivo de facilitar la expulsión del bebé—, donde se pueden producir la lesión de algún nervio y una mala cicatrización, por lo que puede tener secuelas a medio y largo plazo”, indica Delgado. “Hemos observado a mujeres que han sentido dolor en zonas de desgarro, por lo que no se debe hacer la episiotomía de forma intempestiva, sino cuando sea necesario y haciendo el menor daño posible”, añade el coordinador de la Unidad de Medicina Fetal, Hospital Virgen de la Arrixaca (Murcia).
Pinheiro sostiene que las secuelas —el corte le afectó a las terminaciones nerviosas del clítoris y le provocó incontinencia urinaria— no fueron reconocidas en las revisiones médicas, aunque sí detectadas por su matrona y por el fisioterapeuta de suelo pélvico que la trató después de dar a luz, hace casi dos años y medio. Al igual que las activistas, la actriz califica la asistencia que recibió como “un episodio de violencia de género producido en el ámbito hospitalario”, una experiencia que decidió llevar a escena. “De ahí mi denuncia pública: esto tiene que parar”.
Lucha y terapia, porque las secuelas trascienden lo físico. “El coito también posee una importante carga psicológica. Cuando les provoca dolor, las mujeres sienten que se les ha robado no sólo su sexualidad, sino también su propia integridad. Por si fuera poco, ese sufrimiento dificulta las relaciones con su pareja no sólo a nivel físico, sino también mental”, explica la psicóloga Jesica Rodríguez Czaplicki, quien matiza que cada persona reacciona de una forma diferente.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.