MADRID
El currículo de la combativa Paca Tricio (Barcelona, 1946) acumula siglas que remiten a asociaciones de diverso signo, que si padres de alumnos, que si madres contra la droga. Acaba de publicar el libro La rebelión de los mayores. Porque la indignación no se jubila nunca (Península), firmado por la actual presidenta de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP). Basta que los taxistas madrileños hayan puesto fin a la huelga para que el vehículo blanco se tope con una caravana que conduce a la sede de su asociación.
Disculpe el retraso, aunque me imagino que usted llevará mucha vida esperando.
No crea. Siempre he hecho cosas.
Ha dirigido e integrado tantas asociaciones que hay que andar con tiento para no confundirse con las siglas: UPyD y tal.
No, no, no… Es UPD, aunque incluso en el libro hay un gazapo.
¿Qué habrá sido de Rosa Díez?
El otro día apareció por alguna parte [risas].
¿Le queda mecha política o, a sus sesenta y seis años, podría asociarse a la Unión?
Podría, pero es una mujer que puede vivir sin sentirse mayor durante muchísimo tiempo. Precisamente de eso va el libro.
Del edadismo, uno de sus caballos de batalla: un mayor no vale, o vale menos, por una simple cuestión de edad.
Aunque parezca lo contrario, en el libro de lo que menos se habla es de las pensiones, que no son el único motivo de nuestro enfado. Un cabreo que viene acompañado de otros factores, como la precariedad —sobre todo en las pagas más bajas— y la falta de respeto a la Constitución, porque el artículo 50 no se está aplicando [“Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad”, reza la Carta Magna].
"Entre los mayores impera el silencio en muchos ámbitos: no sólo en la violencia ejercida por la pareja, sino también en la ejercida por los hijos, que es mucho más profunda"
En vez de ligar las pensiones al IPC, el Partido Popular apenas las subió un 0,25%, lo que supuso para algunos jubilados un euro más al mes. ¡Y nos decían que teníamos que estar agradecidos porque no las habían bajado!
Es un auténtico disparate que un Gobierno se atreva a insultar a un colectivo de nueve millones de personas, al que habría que sumar a los discapacitados y a las clases pasivas.
Y a romperle el cerdito… El neoliberalismo proclama que el sistema de las pensiones es insostenible y conduce a la quiebra. ¿Se ha vaciado la hucha para tapar agujeros?
Los Gobiernos han usado la demagogia para tapar agujeros. En 1982 ya se dijo que el mundo envejecía. Concretamente, en Viena, durante la primera Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento. Algo lógico, pues cada vez vivimos más y mejor gracias los avances médicos.
Cada vez somos más jóvenes.
Claro. Hasta el punto de que se disparan los centenarios. A mí aún me falta, pero el mes que viene cumplo setenta y tres años.
¿Cómo los lleva?
Ya ves… ¡No paro! Estoy trabajando más que cuando estaba en activo. Ahora no tengo tiempo.
Trabajó en la empresa privada: ¿a qué se dedicaba?
Mis padres tenían una empresa textil. Estudié, me formé en el sector y a los treinta les dije: “Papá, mamá, me quiero independizar”. Me había casado a los veinticinco, mis hijas eran muy pequeñas y entonces decidí montar mi propia empresa de confección.
¿Vive su marido?
Soy viuda. En su día me divorcié del padre de mis hijas y luego me enamoré en unas circunstancias tremendas, pues la mayor acababa de sufrir un derrame cerebral.
[El móvil de Paca no para de sonar. Mientras se levanta para silenciarlo, desanda su vida. Cuando volvió a enamorarse, vivía en Madrid y era la presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres (CEAPA). Nació de casualidad en Barcelona durante un viaje de trabajo de su madre, quien gestionaba junto a su padre empresas textiles y de confección en Miranda de Ebro. “Me hicieron en Burgos, pero me parieron en una cama del Hotel Regina”. Ellos regresaron, mas Paca se quedó allí, amamantada por una ama de cría, en cuya casa brotaron sus primeros dientes de leche. Volvió a su pueblo de Burgos hablando catalán y se encontró con tres churumbeles bajo el mismo techo. Tenía seis años y luego vendrían más hermanos: “Soy la mayor de nueve”].
¿Fue difícil criarse sin sus padres?
A esas edades no eres muy consciente. Yo no recuerdo momentos infelices. Conocí a mi madre cuando me parió, porque luego me dejaron con una nodriza. Ahora parece raro, pero antes era normal. Querían que mamase. O sea, que me criasen a pecho. No hubo abandono ni pena, porque en Barcelona tenía tíos y primos que estaban pendientes de mí.
¿Qué quería ser de mayor?
Quería ir a las misiones a cuidar de los demás. Me hice cargo de la empresa cuando, tras viajar a Valladolid, conocí a mi marido. Allí me casé y la vida me tiró hacia otro lado. En mi familia hubo dos tradiciones: la rama empresarial, a la que pertenecemos cuatro hermanos; y la científica, integrada por el resto, médicos y demás.
A usted le gusta más mandar.
Me gusta la empresa. Por eso abrí una filial de la casa madre textil, de la que también salió un hermano que trabajó con Pedro Rodríguez. Yo vendía alta confección en Valladolid, porque, como puedes ver, he vivido en mil sitios.
Cuando su hija sufrió el derrame, ya vivía en Madrid.
Sí. Y estaba en medio del proceso de separación de mi marido. Ella tenía dieciocho años, el cerebro le reventó y se pasó seis meses en el hospital, un día muriéndose y otro también. Estando en el centro médico, un señor de bata blanca que esperaba en la habitación me preguntó por ella, citando su nombre.
"Los hombres mayores tienen inculcado el machismo en vena"
Yo, como soy una descarada, le reproché que supiese su nombre y ese interés por ella. Resulta que era médico, pero no se me ocurrió preguntárselo al principio, ¿verdad? [risas].
A usted no le tosen…
No. Y, sobre todo, cuando se trata de mis hijas.
Le ha hecho frente a Rajoy o a quien se le pusiese por delante.
Sí. Mis padres te dirían que nací así [risas].
Me imagino que el médico terminó siendo...
Le dije que mi hija estaba muy mal, pero él me respondió que no se iba a morir. Y añadió: “Yo, el año pasado, he enterrado a cuatro hijas y a mi mujer tras un accidente de coche”. ¿Sabes lo que es la necesidad del uno y del otro en un momento de sufrimiento salvaje para ambos? Veinte años vivimos juntos... Hasta que murió. En fin, la vida también te da compensaciones.
¿Las personas se hacen conservadoras con la edad?
Depende de a qué llames conservador... Si hablamos de apoyar y cuidar a los tuyos, no de política, entonces sí.
Y si hablásemos de políticos, ¿los años suavizan sus posturas o los escoran hacia la derecha?
Los políticos se adocenan. Un colega tuyo me preguntó el otro día si no me tentaba meterme en política. “No, porque no sería yo”, le respondí.
"La hucha de las pensiones ha sido acribillada por los Gobiernos: un derroche salvaje"
Soy un verso suelto. Me vería incapaz de decir cosas que no me creo. Sufriría muchísimo, porque tendría que estar pensando continuamente por dónde salgo para no mentir. Odio expresar lo que no siento, algo tan común en política, por lo que sería un incordio.
¿En qué partido incordiaría más?
En todo lo que implique una injusticia.
¿Le pega más un partido progresista que uno liberal, por no decir conservador?
Yo tengo claro lo que soy: progresista.
Empresaria progresista.
Bueno, ahora no soy empresaria, sino la presidenta de esto, después de haber pasado por todo lo social. Cuando esa dedicación me llevó a perder dinero a espuertas, tuve que dejar la empresa en manos de una amiga, porque lo que me gustaba era atender a la gente, pelearme con el político, levantar la voz… De ahí que haya trabajado con jubilados, pero también con jóvenes y con padres de alumnos.
Hasta fue la directora gerente de la Coordinadora de ONG Intervinientes en Drogodependencias (COID).
Me llamaron porque querían cambiar la imagen del drogadicto en la época más dura que sufrió este país. Buscaban mi experiencia en gerencia empresarial, porque la gerencia de una ONG tiene que ser igual. A la hora de gestionar, hay que tratar lo social como una empresa.
Hasta para luchar contra una empresa —o contra una Administración— hay que funcionar como una empresa, ¿no?
Claro. En lo social, donde también hay trabajadores, debes tener la misma capacidad de obrar y de organizar. A lo social no se juega. Lo social se gestiona y se hacen cosas con ello.
Los mayores, que no los jubilados, los ancianos o los…
O los viejos. Dicho con cariño. [Paca frena en seco la pregunta, se levanta y señala en un panel uno de los dos iconos que ilustran el logotipo de su asociación: un árbol cuyo nombre, de origen del árabe, significa padre de muchas semillas]. Mira, esto es un baobab, donde se reunían los viejos para dar enseñanzas a los jóvenes. Es decir, para abrir esa mochila que cargaban en la espalda llena de conocimientos, recuerdos y equivocaciones. Actualmente, ya no se hace, y eso que no necesitamos ningún baobab.
[Luego señala el otro icono, un globo terráqueo que alude a los socios residentes en el extranjero]. Esa proyección del mundo representa a nuestros mayores emigrantes, quienes tuvieron que buscarse la vida fuera, igual que ahora la juventud. Sin embargo, los políticos ningunean y destrozan los motivos por los que se han visto forzado a irse, como aquel ministro de Rajoy que dijo que ya volverían porque estaban de vacaciones [Alfonso Dastis, extitular de Exteriores, afirmó en 2016 que el Gobierno "no ha expulsado a nadie" y que quienes emigran "muestran inquietud" y "amplitud de miras", pues "irse fuera enriquece"].
¿Advirtieron la congelación de las pensiones y la pérdida de poder adquisitivo que se cernía sobre los jubilados españoles cuando se produjeron las crisis que azotaron países suramericanos como Argentina?
Sí, porque allí tenemos socios que se quedaron para siempre, por lo que no se puede proclamar tan alegremente que los jóvenes emigrantes de hoy volverán...
Le hablaba de la precarización de las pensiones.
Con la subida de la luz, del gas y de la vida, hemos perdido poder adquisitivo durante los últimos cinco años. Por eso, pedimos que se aplique el artículo 50 y, si no, que se derogue la Constitución. Si el Gobierno no cumple con nosotros, ¿por qué voy yo a tener que acatar otras leyes?
Su generación y las posteriores se sacrificaron más, pero las perspectivas no son nada halagüeñas para los jóvenes, cuyas condiciones laborales han empeorado, en el supuesto caso de que haya conseguido acceder al mercado.
No pedimos para nosotros. Entendemos que, si se cumple ese artículo, asentaremos una mejor base de cara al futuro de los jóvenes. Yo tengo una pensión digna con la que puedo vivir y echar una mano a mis hijas. Nuestras exigencias son para la juventud, que se enfrenta a dos circunstancias en contra: los sueldos miserables e indignos; y los tiempos, porque no basta que te paguen un mes de salario si te despiden al siguiente. Es necesario que desarrollen una carrera profesional para terminar cobrando una pensión.
¿Fue una buena empresaria con sus trabajadores?
Muy buena, hasta el punto de que los consideraba mis amigos, pero no en el sentido paternalista. Lo aprendí de mi padre, quien era el primero en salir disparado por la puerta cuando un empleado o su familia tenían un problema o sufrían una desgracia.
¿Cuánta gente trabajó en las empresas de su familia?
Muchísimos. Cientos. Porque en la empresa se hacía el remate final, pero había personas que cosían en su casa, lo que suponía un dinerito extra para muchos hogares. Desde muy joven aprendí que al trabajador hay que tratarlo con respeto y consideración.
Del 15-M al 65-P, por aquello de la edad de jubilación y de la pensión. Han sido los mayores y las mujeres quienes han mantenido viva la llama de la protesta callejera.
La mujer siempre se ha enfrentado al ninguneo, a la invisibilidad, a la falta de representación en los puestos de relevancia y a la ausencia de reconocimiento de su actividad, sea asalariada o ama de casa.
"Los jóvenes tenéis que protestar junto a los pensionistas, pues luchamos por vuestro futuro"
Las pensionistas luchamos en paralelo a la nueva revolución feminista, porque los problemas de las mujeres se agravan cuando somos mayores. Por eso, también he salido a las calles con ellas, pues lo único que nos diferencia es la edad.
¿Sigue el machismo enquistado en los hombres de su quinta?
Elevado al cubo. Los chicos jóvenes estáis empezando a descubrir que lo que hacíais no era lo correcto, por lo que ahora ayudáis en casa y tenéis una relación distinta con los hijos. La igualdad no es “yo hago un poco y tú haces el resto”, sino igualdad de trato, de trabajo, de sueldo, de acompañamiento a la familia y de educación a los hijos. En cambio, los mayores tienen inculcado el machismo en vena. Bueno, esto habrá que suavizarlo, porque son mis mayores [sonrisas].
No creo que sea necesario.
El mayor sigue dejando poco espacio a la mujer, quien permanece en un segundo nivel. Y, cuando sobresale, no gusta. Aunque hay hombres que practican la igualdad en casa, otros son imposibles...
Violencia machista en la tercera edad: ¿impera el silencio?
Entre los mayores impera el silencio en muchos ámbitos: no sólo en la violencia ejercida por la pareja, sino también en la ejercida por los hijos, que es mucho más profunda.
¿Esa otra violencia la achaca a motivos económicos?
Hay de todo, aunque casi siempre es así: “Si no me dejas la casa, no te dejo ver a los nietos”.
El chantaje.
Eso es maltrato: calificarlo de otra forma es suavizarlo. Cuando un marido te pega y los hijos entrados en años no dan un paso, están siendo copartícipes de ese maltrato. Eso complica la denuncia, a la que no tienen derecho las mujeres asesinadas. Si miras para otro lado, eres cómplice de esa muerte, sea en una casa o en el Estrecho.
El Mar Muerto, como llama usted al Mediterráneo.
Si vemos morir a gente y no nos manifestamos para denunciar la falta de asistencia de nuestro Gobierno, estamos siendo cómplices. No basta con mirar y preocuparnos por los migrantes y refugiados que intentan llegar a España. No hay que preocuparse, sino que hay que ocuparse.
O sea, que el mayor más vulnerable sería una mujer migrante; dependiente económicamente de su marido, con un trabajo precario o con una pensión baja; y sometida al maltrato de su pareja o de sus hijos.
Tal cual.
Precisamente, le iba a preguntar por un estadio inferior del uso, o del abuso, de los abuelos: ¿se aprovechan los hijos de los padres, o sea, de ustedes? ¿Son los nuevos canguros de los nietos, sobre todo a raíz de la crisis económica y la sangría del paro, o lo han sido siempre?
Sí, aunque ahora se ha acentuado. Los mayores no solemos poner límites, y eso no es bueno. Cuando tienes hijos, hay que sentarlos y explicarles: “Estoy encantada, porque los nietos han sido una bendición. Cuando los veo, se me parte el alma y me abro en dos, pero no os paséis”.
¿Ha querido más a sus tres nietos que a sus hijas?
No, siempre las he adorado y defendido. Es un cariño distinto, porque un nieto te hace volver a la primera vez que tuviste a tus hijas en brazos. El amor de un niño es… no pedir nada a cambio. Que si estoy guapa, que si me quieren mucho, que si me llaman por teléfono para preguntarme cosas que deberían consultar con sus padres y no conmigo. Aunque, bueno, yo hacía lo mismo con mis abuelos.
¿Cuál es la pregunta más difícil que le han hecho?
Un nieto me llegó a decir que no estaba seguro si le gustaban las niñas o los niños. Y yo le respondí: “No te preocupes, yo tampoco lo estaba a tu edad. Tú juega y sé feliz con los dos. No pasa nada, ya te darás cuenta”.
¿Cuántos años tenía?
Diez… Él estaba muy preocupado por mi respuesta, mas yo insistí: “Me parece bien que tengas dudas, pero vete probando y conociendo: besa a tu amiga y besa a tu amigo. Lo descubrirás por ti mismo, porque la abuela no tiene una varita mágica que te diga qué es bueno o malo. ¿Acaso te sientes incómodo en el colegio?”. Cuando insistió en que no lo tenía claro, le confesé que me hubiese gustado tener un hijo gay, porque lo hubiese querido con locura y defendido a muerte. “Elijas lo que elijas, yo te voy a querer igual, cariño”. Tenías que ver su cara de alegría y tranquilidad tras escuchar esas palabras…
Paca, usted debería fundar el Partido de los Mayores, no fichar por otra formación.
[Risas] Yo puedo hacer mi labor sin estar en ningún partido político, porque así no me sujeta nadie.
Los abuelos cuidan de sus nietos, pero también sostienen con su pensión a las familias.
¡Hombre, claro!
¿Los mayores han pasado de ser un estorbo —en el hipotético caso de que lo fuesen— a ser un salvavidas?
Sí. Los mayores éramos invisibles e incluso fuimos insultados por autoridades como Mariano Rajoy o Luis María Linde [el gobernador del Banco de España llegó a justificar en 2018 la congelación de las pensiones debido a que, según él, la mayoría de los jubilados tiene una vivienda en propiedad, que calificó como “renta en especie”].
"Las pensionistas luchamos en paralelo a la nueva revolución feminista, porque los problemas de las mujeres se agravan cuando somos mayores"
Resulta que los ancianos vivíamos mejor que nadie… Ni que Linde nos hubiese pagado la casa, cuando todos sabemos que hay muchos españoles que para comprarla tuvieron que sufrir penurias. En cambio, cuando llegó la crisis, pasamos de ser invisibles a echarnos la familia al hombro para sacarla adelante. Porque hay muchos mayores que han hipotecado sus hogares para que no desahuciasen a sus hijos.
Y algunos abuelos lo terminaron pagando con su propio desahucio.
Eso es indigno. El otro día, cuando el señor Pablo Casado propuso que “la okupación ilegal de un inmueble pase de tener una sanción de falta a ser considerado delito, con penas previstas de prisión de uno a tres años”, le pregunté si consideraba delito desahuciar a familias con hijos pequeños y dejarlos en la calle públicamente ante su vecinos. Un poquito de equidad, por favor…
¿Vería con mejores ojos a Soraya Sáenz de Santamaría como líder del PP?
Casado se ha radicalizado. O, visto desde otra perspectiva, ahora actúa de esta manera porque no está Rajoy. Es decir, él ya era así.
¿Cree que Casado es realmente así o hay algo de postureo para hacer frente tanto a la bandera española que enarbola Ciudadanos, como a un Santiago Abascal a lomos de ese caballo que viene de Bonanza?
Tucutú, tucutú, tucutú…
¿El PP se ha derechizado porque Albert Rivera le estaba comiendo el pastel de la unidad de España y Vox trataba de capitalizar un, digamos, ultrasentimiento identitario y anticatalán?
El PP siempre ha sido de derechas, pero Casado está haciendo bueno a Rajoy, un hombre mucho más dialogante, que iba de frente y por derecho. El nuevo líder del partido, en cambio, se ha acercado tanto a Vox que ha terminado alejándose de Ciudadanos. Siendo una persona tan joven, tendría que hacérselo mirar.
Los pensionistas, exigiendo un futuro. No sólo para ellos, sino también para los suyos: hijos, nietos y demás familia. ¿Paradoja o signo de los tiempos?
Nosotros somos el presente y los jóvenes son el futuro.
Insisto en el comentario inicial: ¿el pensionista sale a la calle porque es conservador? Algo así como: "Que no nos quiten lo nuestro, por muy poco dinero que sea y menos tiempo que nos quede de vida".
No. Los lemas de las pancartas en las manifestaciones lo dejan claro: “Que se sumen los jóvenes, porque es su lucha”. Nosotros, con un cabreo impresionante, hemos dado un paso adelante, pero los jóvenes tenéis que estar en la misma lucha, pues es vuestro futuro. Lógicamente, los mayores que protestan ya reciben una pensión, sea menor o mayor, aunque en algunos casos es miserable. Además de no perder poder adquisitivo, debemos exigir el blindaje de las pensiones. Cuando lleguen las elecciones, los jubilados vamos a ser el pimpampum, porque nos utilizan cuando les interesa políticamente.
¿Usar como diana? ¿Como saco de boxeo?
Claro. En campaña electoral, dicen que somos estupendos y nos hacen promesas, pero luego seguirá todo igual. Fíjate: tras el cambio de Gobierno, ¿dónde están los pensionistas? En la calle.
Un precedente a sus protestas del año pasado: los yayoflautas del 15-M y los preferentistas, engañados por una banca que —rescatada por el Estado— se fue de rositas. Para ustedes, cardos, porque la estafa afectó a muchos jubilados.
La caja de las pensiones, que era un ahorro de los pensionistas, ha sido acribillada por diversos Gobiernos. Entiendo que sacasen dinero para atender a los más necesitados, pero rascaron todo lo que pudieron para rescatar las cajas de ahorro, los aeropuertos, las autopistas, la Fórmula Uno… ¡Un derroche salvaje!
Más allá de las dietas o gastos de viajes, ¿cobra un sueldo de la asociación?
Ni un céntimo. Esto es social y yo soy voluntaria. En esta casa, la presidenta no tiene sueldo.
Observo en su despacho un retrato de los reyes Felipe y Letizia. ¿Mejor el hijo que Juan Carlos?
Me lo pones muy difícil… Juan Carlos tuvo muchas sombras, pero yo creo que era un hombre más del pueblo.
Usted es progresista y monárquica.
A mí me educaron en la monarquía. Papá jamás fue franquista.
¿De don Juan?
Sí. Del padre del rey emérito. ¿Mejor Felipe que Juan Carlos? Pues… mejor la reina.
La reina Letizia.
La reina.
¿La reina Sofía?
Mira, eso es lo que me impide contestarte a la pregunta anterior. Y ya te lo he dicho todo.
Hablemos pues de Felipes. ¿Mejor un Felipe González como jefe del Estado que un Felipe VI, cuyo mérito es ser hijo de?
¡Claro!
¿Los líderes de los pensionistas no se jubilan?
A punto de cumplir setenta y tres años, yo no estoy dispuesta a jubilarme [risas].
¿Cuándo se hace uno mayor?
Cuando deja de tener ilusiones. Cuando deja de tener expectativas y curiosidad. Ese día, la vida…
¿Qué le gustaría ver antes de su retirada?
Me gustaría ver que mis nietos han mejorado este mundo. Entonces ya tendrán una edad, porque yo soy de genes longevos. Mi madre y mis tías murieron con noventa y cinco. Mi padre, antes, porque se mató en un accidente de coche. Sin embargo, creo que vamos a dejarles el mundo hecho unos zorros. Heredarán el cambio climático, que va a ser terrible, y la indignidad de ver a gente desesperada que muere intentando llegar a Europa, en vez de salir como locos a salvarla. Lo pienso y se me ponen los pelos de punta.
¿Les dejarán —les dejaremos— una Catalunya independiente?
Pues es posible.
¿Cree que yo cobraré la pensión?
Sí. Eso te lo garantizo yo, porque nosotros no vamos a movernos de ahí.
Aunque, dentro de veinticinco años, en comparación con las actuales, podrían ser un simulacro de pensión.
Todo depende, por eso insisto en que tenéis dos problemas: la cantidad y la temporalidad.
Que se lo cuenten a quienes celebran su cincuenta cumpleaños en la cola del paro y les faltan quince años de cotización. O diecisiete. Si el sistema la expulsa y ya no la quiere a partir de cierta edad, ¿qué puede hacer esa persona?
Pues seguir viviendo y empujando. Yo tengo hijas con dos carreras y con dos másteres de verdad. Porque ésa es otra: ¡parece mentira que haya que explicar que alguien ha estudiado un máster de verdad! En fin, nos hemos cargado tantas cosas…
La veo y la entiendo plena. Con preocupaciones, pero también con ilusión. Ocupada: su asociación y su activismo, sus hijas y sus nietos…
¡Y la vida! Yo espero volver a enamorame.
¿Le teme a algo?
No. Bueno, sí, a la enfermedad.
[Paca, a lo largo de una hora y pico de conversación, relata un incidente sufrido seis meses antes de ser elegida presidenta de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España. “En marzo pasado estuve a punto de matarme”. Cuando bajaba de un tren, el maquinista arrancó nada más echar un pie a tierra y dio con sus hueso en el suelo del andén. “Los omóplatos, destrozados”. Su cuerpo, ecce mulier, todavía acusa las secuelas de la caída, pese a que no tardó en subirse a unos tacones, que no duda en mostrar: unos tacones de cuatro y medio; la anchura, justa. Una vez recuperada, decidió levantarse, mirar hacia adelante y caminar. Es lo que lleva haciendo desde que nació hace siete décadas en la cama de un hotel de Barcelona].
¿No le teme a la soledad?
Pues… Me arreglo. Sé que los mayores nos quejamos de la soledad y decimos que es peor que el hambre y la mala salud, porque nos preparamos poco para vivir solos. Otra cosa es la soledad buscada, que no resulta negativa. Ahora bien, cuando fallece tu pareja… A mí se me murió el amor de mi vida, que no fue el padre de mis hijas, sino mi segunda pareja. Ese marido doliente, médico cirujano, que era todo lo que reivindicamos ahora que seáis los jóvenes. Me preparaba el desayuno, me hacía la comida, me mimaba...
"Pablo Casado está haciendo bueno a Rajoy. El líder del PP se ha acercado tanto a Vox que terminó alejándose de Ciudadanos. Siendo tan joven, tendría que hacérselo mirar”
Yo sufrí mucho cuando falleció, porque además había cometido con él una pequeña injusticia. Cuando nos conocimos, era profesor de cirugía en Sevilla, pero se enamoró de mí en Madrid, pidió una excedencia, ya no regresó a Andalucía y nunca más volvió a ejercer. Él se quedaba en casa, hacía la compra y cocinaba. Entonces, yo le decía que debía de aburrirse mucho: “¡Qué va! Yo tengo más vida de la que tú te crees y no me aburro nada”, me respondía. Cuando se murió, me enteré de que era verdad...
¿Qué descubrió?
Que se sentaba en el banco frente a casa y tomaba notas en cuadernos, pero cuando iba a echarle un vistazo a los blocs, no me dejaba verlos [la voz de Paca se va achicando a cada palabra, emocionada]. Nada más fallecer, todos los vecinos me preguntaban por él, porque les asesoraba sobre sus enfermedades y tratamientos médicos.
O sea, que aconsejaba a los pacientes del ambulatorio vecino.
Sí, los sentaba en el banco a su lado, dibujaba el cuerpo humano y les explicaba qué les iban a hacer, de modo que se convirtió en el médico de Prosperidad.
Le podía la vocación.
Prosperidad es una zona preciosísima, aunque llena de gente mayor, a la que le explicaba todo. Luego, otras veces, salía con un abrigo de marca y volvía sin él. “A ver, Antonio, ¿dónde has dejado el abrigo?”, le preguntaba. “Se lo he dado a un pobre”, me respondía. “Pero Antonio, si lo van a matar para quitarle el abrigo. ¿Por qué no has entrado en una tienda y le has comprado una chamarra?”. Era así, incluso a la hora de su propia muerte. Él sabía que se estaba muriendo de un infarto de miocardio y, antes de salir de casa para ir a trabajar, entré en la habitación para darle un beso. Entonces, me miró fijamente y me dijo: “Nena, no te preocupes: esta gripe la voy a superar”. Se apoyó en mí y cerró los ojos para siempre. Sabía perfectamente que le estaba dando un infarto, aunque no quería que yo sufriese, pese a que él me había acompañado en todas mis enfermedades.
¿Han cubierto estos años de lucha tamaña ausencia?
Eeeeh…
La familia ayuda.
Lo echo mucho en falta, si bien la familia y una perreta ayudan. Ahora Nuca es mi compañera. La llamé así por la serie que veían mis hijas cuando eran pequeñas: Jackie y Nuca.
Las de El bosque de Tallac.
Efectivamente. Ahora quiero impulsar un proyecto para que las personas mayores tengan animales de compañía. Perros adoptados, no comprados. Y, para lograr el objetivo, hay que implicar a veterinarios y distribuidores de comida para que les hagan precios especiales. Llegar a casa y encontrarte con un ser vivo —humano o no— es una delicia. Una gota de soledad menos...
Hay perros que transmiten incluso mejor que algunos humanos.
¡Buf, no lo sabes tú bien! Y, además, sin pedir nada a cambio.
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