Este artículo se publicó hace 5 años.
InvestigaciónUna nueva oportunidad para los bebés nacidos con daño cerebral
Los recién nacidos que sufren algún tipo de daño cerebral antes, durante o después del parto tienen posibilidades de padecer secuelas invalidantes para el resto de sus vidas. El proyecto nace con el fin de reducir los efectos causados por cualquier tipo de lesión en el cerebro de los neonatos y aumentar las posibilidades de estos niños y la de sus familias.
Mireia López
Madrid--Actualizado a
El momento en el que más riesgo tienen los bebés es justo antes del parto, durante el mismo o en las primeras horas de vida. Pese a que cada vez existen más medios técnicos y sanitarios para garantizar la supervivencia de los recién nacidos, la cifra de niños desarrollan secuelas, como la parálisis cerebral, no disminuye.
Los recién nacidos que padecen daño cerebral incrementan el riesgo de desarrollar secuelas invalidantes permanentes. Aunque no existe un tratamiento que anule las consecuencias de las lesiones en el cerebro de estos niños, se está desarrollando un tratamiento que busca reducir los efectos de estos daños para que, tanto ellos como sus familias, puedan tener una vida plena.
Para mejorar esta situación, un equipo de investigación dirigido por el doctor José Martínez Orgado, Jefe de Sección y Responsable del Servicio de Neonatología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, ha iniciado el proyecto Dales un futuro con el que buscan financiación para poder desarrollar un tratamiento eficaz y accesible para reducir las consecuencias del daño cerebral en recién nacidos.
"Pese a los avances médicos, esos niños tienen un riesgo muy alto de sufrir secuelas neurológicas"
Miles de niños mueren al año a las pocas horas de nacer o quedan con efectos invalidantes para el resto de sus vidas. Una de las principales causas de esta afección es la prematuridad, algo que en la mayoría de los casos no se puede prever. “Pese a los avances médicos que garantizan que cada vez más prematuros sobrevivan, esos niños tienen un riesgo muy alto de sufrir secuelas neurológicas”, explica el doctor Martínez Orgado.
La asfixia o el infarto cerebral son otras de las razones que pueden causar daños en el cerebro de los neonatos. Actualmente, su prevención es técnicamente imposible. “Otro de los tipos de daño cerebral, es la lesión por daño hipóxico-isquémico. Digamos que es lo que todo el mundo conoce como la falta oxígeno en el parto”, aclara el doctor. Estas situaciones no tienen la posibilidad de ser previstas por los especialistas por lo que lo único que pueden hacer es tratar de rebajar las lesiones causadas por cualquiera de estos factores y que las posibilidades de recuperación futuras, mediante rehabilitación, sean mayores.
Según el Informe sobre la salud en el mundo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el que se asume disponer de pocos datos, se calcula que al año más de un millón de niños que sobreviven a la asfixia en el nacimiento termina desarrollando problemas como la parálisis cerebral o dificultades en el aprendizaje. Sobre los prematuros, expone que a menudo sufren trastornos en el desarrollo cognitivo.
Consecuencias de la parálisis cerebral
Depende de la parte del cerebro en la que se produce el daño las consecuencias varían. “Cada parte del cerebro está especializada en una cosa. Hay una zona que se encarga del lenguaje, otra de la visión, otra de las matemáticas y otras partes se ocupan del movimiento”, aclara Martínez Orgado. “La mayoría de las zonas que tienen que ver con el movimiento son las más vulnerables a este tipo de daños”, continúa.
Cuantas más partes del cerebro se ven afectadas, más graves son las secuelas
En estos casos es frecuente que un componente motor influya en que cuando el niño sea adulto, tenga problemas para moverse. Cuantas más partes del cerebro se ven afectadas, más graves son las secuelas. “Si el daño es más extenso e incluye zonas del lenguaje, de la visión o zonas de la corteza prefrontal, que es la del pensamiento abstracto, a los problemas del movimiento se añaden otros como los cognitivos, de visión o de audición”, detalla el doctor.
“Por eso es tan importante, aunque no podemos evitar al 100% la lesión porque una vez que se ha empezado hay parte que no es recuperable, tratar que la extensión del daño sea la menor posible. Si al final el niño arrastra una pierna, lo puedes rehabilitar, pero si se queda sin movimiento en ambas piernas y además está sordo y ciego hace que la rehabilitación sea mucho más compleja y la calidad de vida sea mucho menor, finaliza Martínez Orgado.
Rebajar las consecuencias de la parálisis cerebral
Uno de los tratamientos eficaces en caso de una asfixia leve o moderada es la hipotermia. Sin embargo, este tratamiento es posible sólo en las primeras horas de vida y en países desarrollados. Desde Dales un futuro tratan de buscar tratamientos que puedan estar disponibles en cualquier centro sanitario del mundo y que su administración no cause ningún efecto secundario grave.
El cerebro de un neonato “tiene mucha capacidad de recuperación, digamos, espontánea. Muchas veces, la propia enfermedad, o lo que haya provocado el daño, interfiere o dificulta los propios mecanismos de reparación”, cuenta el facultativo.
Uno de los componentes de la planta del cannabis sativa, el cannabidiol, protege la reparación de las zonas afectadas
Actualmente, no existe ningún tratamiento que sea plenamente eficaz y la hipotermia sólo sirve para poco más de la mitad de los recién nacidos. Desde el Grupo de Estudios Sobre Cannabinoides en Enfermedades Neonatales (GECEN), entidad colaboradora con el proyecto y cuyo equipo lleva tiempo estudiando la parálisis cerebral en recién nacidos, abordan el problema desde diferentes perspectivas, con la experiencia de médicos (especialistas en neonatólogía), biólogos y biotecnólogos, entre otros.
En GECEN estudian como ciertos cannabinoides no psicoactivos tienen un efecto neuroprotector que ayuda a reducir el daño cerebral al favorecer los procesos de reparación. “Por lo que nosotros hemos comprobado, parece que uno de los componentes que encontramos en la planta del cannabis sativa, el cannabidiol, protege precisamente la reparación de las zonas afectadas. Con lo cual, reduce un poco la lesión y, lo más importante, protege o facilita el que el cerebro realice sus propios mecanismos de reparación y los ejecute”, narra Martínez Orgado.
A su vez, aseguran que es uno de los pocos grupos de trabajo cuyos resultados permiten plantear su aplicación en niños. Finalmente, el doctor aclara que se trata de dar una segunda oportunidad a estos niños y a sus familias, que deberán acompañarlos a lo largo de toda su vida.
La investigación 'Dales un futuro'
En este momento, el equipo de investigación del proyecto está haciendo lo que se llama investigación preclínica. Es decir, “estamos trabajando en todo lo que hay que hacer para que nos autoricen y poder utilizarlo en niños”, justifica el doctor. Ninguna agencia del medicamento acepta que se prueben los tratamientos en personas hasta que no se ha demostrado a ciencia cierta que estos funcionan.
Por ello, explica el facultativo, una de las razones por las que quieren solicitar fondos es para poder continuar con la investigación preclínica -elemento esencial- y finalmente poder aplicarlo en pacientes.
Martínez Orgado expone que mientras el niño está ingresado en un hospital público a los padres no les cuesta nada directamente. El problema importante es que cuando salen del centro hospitalario la rehabilitación, y todo lo que la parálisis cerebral conlleva, no está al alcance de todo el mundo. “Hay gente que puede tener suerte y hacer fisioterapia o rehabilitación, pero hay familias que no pueden permitírselo porque no tienen dinero para ello, lamenta el doctor.
Finalmente, confiesa que los que trabajan en este campo ven que no hay una alarma social. “Enseguida se habla del cáncer u otras enfermedades degenerativas como el alzhéimer. Sin embargo, esto es algo silencioso que todos los años afecta a millones de niños en el mundo, pero cuando preguntas a la gente no parece que sea un problema importante”.
“Es un problema bastante importante y que implica un gran gasto socioeconómico. No sólo en dinero, sino en las pérdidas de oportunidades de los niños y de sus padres, que tienen que dedicar toda su vida a intentar rehabilitarlos, con unos costes brutales”, sentencia Martínez Orgado.
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