Este artículo se publicó hace 5 años.
Mujeres en la cienciaIngenio (in)visible: inventos de científicas que mejoraron el mundo
Una exposición itinerante que recala este mes en la Universidad de Zaragoza muestra y visibiliza una veintena de aportaciones tecnológicas de científicas e investigadoras y rescata a las pioneras de la ciencia.
Zaragoza-
¿Por qué el ‘baño maría’ se llama así? Su nombre se debe a María de Judea, una alquimista que trabajó en la Biblioteca de Alejandría en el siglo III A. de C., 150 años antes de que el álgebra y la geometría dieran allí pasos de gigante con Hipatia. Descubrió que calentar un recipiente dentro del agua que contiene otro daba una temperatura uniforme a lo que contenía el primero, una utilidad que comenzó aplicándose en los laboratorios químicos y que se acabó convirtiendo en un método habitual en las cocinas domésticas.
La de María de Judea y el baño maría en una de las veinte historias de inventoras cuyas aportaciones a la ciencia y a la tecnología han sido prácticamente olvidadas por los libros y que ahora recupera la exposición itinerante “Ingenio (in)visible”, diseñada por Nuria Salán, profesora de la Escola Superior d’Enginyeries de Terrassa y presidenta de la Societat Catalana de Tecnología, para la Fundación Orange y que hasta el 15 de marzo podrá verse en diferentes centros de la Universidad de Zaragoza.
“Las cosas no se llaman como se llaman porque sí, sino por algún motivo”, explica María Villarroya, presidenta de AMIT (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas) en Aragón. “La exposición muestra ese ingenio invisible, que es todo ese trabajo que las mujeres hacen en ingeniería y que, como no se conoce, parece invisible. Estamos haciendo un esfuerzo por visibilizar a las invisibles. Tenemos que rescatar a aquellas que no se conocen”, añade.
“Lo que se pretende es visibilizar el ingenio que han tenido las mujeres en la historia, como muchos hombres, y que por cuestiones culturales, por ese patriarcado, han quedado invisibilizadas, no estaban en los libros”, señala Pilar Arranz, directora del Observatorio de Igualdad de la Universidad de Zaragoza, que anota que “se trata de dar a conocer y de difundir que todos somos iguales y que merecemos esa igualdad de oportunidades, de difusión y de conocimiento”.
"Mayor capacidad para empatizar con otros entornos"
La exposición, que consta de varios roll-up en los que se recoge la historia de las inventoras y se explican sus aportaciones, incluye figuras desconocidas como Ángeles Ruiz Robles, una maestra y pedagoga gallega que en la posguerra, para evitar que los alumnos tuvieran que acarrear pesados libros de texto, diseñó una enciclopedia mecánica (entre otras aportaciones) que con el tiempo se convertiría en la base del libro electrónico.
Hedy Lamarr, que estudió ingeniería de telecomunicaciones pero nunca obtuvo el título, y que fue famosa por su faceta de actriz (su desnudo en “Éxtasis” fue en 1933 el primero del cine comercial), descubrió y patentó la comunicación por espectros ensanchados, la base de sistemas actuales como el Wi-fi, el Bluetooth o el GPS gracias a las aportaciones de otra pionera como Gladys Mae West.
“Nadie sabe quién inventó el limpiaparabrisas del coche”, apunta Arranz. Fue Mary Anderson, que lo patentó en EEUU en 1903, unos meses después de haber sufrido un accidentado viaje en tranvía en Nueva York en el que una intensa nevada obligaba al conductor a detener el vehículo cada dos por tres para retirar la nieve que se acumulaba en el cristal.
"Las mujeres inventoras no aparecían en los libros y que su presencia en la tecnología era baja"
Ocurre algo parecido con el lavavajillas, diseñado a finales del siglo XIX por Josephine Cochrane, una mujer de Ohio. “No se trataba de evitar tener que fregar –explica Villarroya-, sino que la idea iba bastante más allá: se trataba de una máquina que permitía esterilizar con calor la vajilla y que se utilizaba para eso en los hospitales”. Luego, su uso se generalizaría en el ámbito doméstico y en la hostelería en todo occidente.
La fotocopiadora y la fibra Kevlar, con la que se fabrican los chalecos antibalas, son también inventos realizados por mujeres. “Nos dimos cuenta de que las mujeres inventoras no aparecían en los libros y que su presencia en la tecnología era baja”, explica Teresa Serrano, responsable de Proyectos Sociales para Mujeres de la Fundación Orange, que explica que el motivo de convocar el Premio Mujer y Tecnología, desde el que nació la exposición, tiene como finalidad “empoderarlas en temas tecnológicos”.
"Las chicas no pueden rechazar la tecnología tan pronto"
Cada persona inventa en función de su entorno, aunque a lo mejor sí es cierto que las mujeres tenemos más capacidad para empatizar con otros entornos”, anota Villarroya, que defiende que “con equipos diversos los rendimientos son mucho mejores. Si no, corremos el riesgo de no inventar para todos”.
Junto con la visibilización de las inventoras olvidadas, la exposición tiene otro objetivo: estimular las vocaciones de las jóvenes hacia la formación en tecnología. “Queremos también que sirva de referente para niñas y chicas jóvenes. Transmite un mensaje positivo, a ver si logramos que haya más vocaciones tecnológicas y científicas”, apunta Arranz.
“El futuro de las profesiones va a estar en el ámbito de la tecnología, y esa formación va a ser imprescindible para acceder al mundo laboral, tanto para hombres como para mujeres”, añade.
Sin embargo, las vocaciones tecnológicas son escasas entre las mujeres. “Más del 50% de las alumnas de Primaria y de Secundaria que participan en las actividades que organizamos en los colegios dicen que no les interesa”, indica Villarroya, partidaria de “ir antes a los centros. El mundo es tecnológico, quieras o no, y las chicas no pueden rechazar la tecnología tan pronto porque ahí vamos a tener un problema de empleo. Si la mujer no accede a la formación tecnológica pronto tendremos otra brecha salarial que dará lugar a otras brechas sociales”.
Abandono en el mundo laboral
La presidenta de AMIT cita otros datos inquietantes relacionados con este sesgo, que no afecta únicamente a España. “Solo el 45% de las mujeres que se graduaron en estudios tecnológicos en 2007 en Reino Unido seguía diez años después trabajando en puestos de perfil técnico”, explica, mientras que “solo una de cada cuatro se mantiene” en enclaves como Silicon Walley.
Esa realidad, la de las trabas para el desarrollo de la carrera laboral en empresas tecnológicas que encuentran las mujeres, a las que se suman las escasas facilidades que la Administración da a las investigadoras, acaba por convertirse en un elemento desincentivador. “Hay que tener un cuidado especial con la mujer en la empresa, no paternalista sino con igualdad de oportunidades”, reivindica Villarroya, partidaria de crear equipos de trabajo paritarios.
Con todo, universidades como la de Zaragoza siguen siendo una cantera fértil, con especialistas e investigadoras como María López en neurociencia y neurodivulgacion, Ester Borao en robótica, Pilar Molina en recuperación energética y, entre otras, Eva Cerezo y Sandra Baldassar, que trabajan en la comunicación entre personas y ordenadores y que han desarrollado dispositivos para facilitar el contacto a personas con discapacidad y diseñado mesas táctiles para centros de educación especial.
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