Este artículo se publicó hace 5 años.
CáncerLas mujeres con cáncer de mama, sin apenas apoyo psicológico
Tratamientos como la quimioterapia o la mastectomía pueden provocar casos de depresión, ansiedad o estrés. Las mujeres que ya han superado el tumor recuerdan lo difícil que fue asimilar su situación sin ayuda psicológica.
Arancha Ríos
Madrid-Actualizado a
Cuando a una mujer le diagnostican cáncer de mama sabe que su cuerpo cambiará. Un equipo médico extirpará sus pechos total o parcialmente para eliminar el tumor maligno. Hoy en día existen métodos muy avanzados para reconstruir la zona y conseguir que la mama adquiera su aspecto natural. Sin embargo, el sistema sanitario olvida tratar una de las partes más importantes de la paciente: su mente.
Cada caso de cáncer de mama es un mundo, sin embargo, el impacto emocional que experimentan al recibir la noticia es parecido. Lo más común es aparezca la incertidumbre, el miedo por lo que pueda pasar. Los efectos secundarios del tratamiento, como la pérdida de cabello o la fatiga, agravan el estado emocional de la paciente. Ellas no son de hierro y, tratamientos como la quimioterapia o la mastectomía, pueden desembocar en casos de depresión, ansiedad o estrés. A pesar de ello, hay mujeres que no reciben atención psicológica.
La mayoría de las comunidades autónomas tienen como objetivo cubrir las necesidades emotivas. El informe que la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de enero de 2019 sobre la atención psicológica a pacientes de cáncer y familiares en España, baraja “la ausencia de información pública sobre criterios de seguimiento” del tratamiento psicológico como posible causa de esta realidad. También critican la no evaluación “de la planificación e implementación” de este servicio, un hecho que imposibilita conocer si el Sistema Nacional de Salud llega realmente a cubrir o no las necesidades psicológicas de las pacientes. Algunas de ellas lo niegan.
"Solamente se centran en lo físico"
El 18 de marzo de 2013 Pilar fue al hospital a hacerse una mamografía de control. “En los resultados se vio algo, no se supo muy bien qué era”. Al analizarlo, descubrieron un carcinoma de tipo normal. Aunque la noticia le impactó bastante, Pilar jamás pensó que durante el tratamiento algo fuese a ir mal. A pesar de ser fuerte y positiva, echó de menos a alguien que cuidara de su mente.
"Que tú sepas a nivel emocional qué hacer con toda esa marea, con ese torrente de cosas que te están pasando, es fundamental”, explica la mujer de 53 años. Para Pilar, “los médicos deberían ayudar a la paciente de manera integral”, atendiendo sus emociones y hábitos. “A nivel de alimentación te pueden dar mil pautas, pues hay mucho estudios…te pueden recomendar, por ejemplo, no comer azúcar, harina refinada, carne roja… o te pueden aconsejar hacer ejercicio”. Sin embargo, Pilar comprobó cómo los doctores “solamente se centran en lo físico”.
A falta de un tratamiento que le ayudase a superar todo lo que estaba viviendo, Pilar optó por escribir. Empezó a contar su historia tras conocer a Mariví, una mujer que también tenía cáncer de mama. Empaparse de la actitud positiva de esta mujer le hizo reaccionar: con la ayuda de su hija, Pilar abrió un blog que tituló con la frase que un día le soltó Mariví: esto tiene un principio y un final. “Esa fue mi terapia”, recuerda.
Además de la escritura, a Pilar le ayudó leer otros blogs de mujeres que vivían su misma situación. Explica que la mayoría “escribían desde una perspectiva positiva, de decir ¡para adelante!”. El tener cerca a su familia y amigos también fue lo que le mantuvo en pie. “Cuando tienes momentos en los que piensas que es una puta mierda, siempre viene alguien y te pega un empujón para arriba”.
"Me he encontrado con mi vulnerabilidad"
La abuela, la prima y la madre de Nuria tuvieron cáncer. A finales de 2017 los médicos le dijeron que había heredado la mutación en el gen BRAC2 (Breast Cancer Type 2). Es decir, que aunque no tenía un tumor, las posibilidades de desarrollar uno de mama o de ovarios se multiplicaban. Decidió seguir el consejo de los médicos y someterse a dos tratamientos: a una extirpación preventiva de ovarios y a una masectomía.
“Me he encontrado con mi vulnerabilidad, con mis sentimientos, con mis emociones”, explica. Ante esta situación, a pesar de haber contado mucha gente de apoyo, Nuria piensa que los oncólogos deberían acompañar más a las pacientes en la parte emocional. “He echado en falta a una persona que me dijese que no pasaba nada, que lo iba a ir superando”. Este proceso, dice, “trastoca tu identidad”.
Por ejemplo, una extirpación de ovarios puede provocar depresión, ya que se producen alteraciones hormonales en el cuerpo de la mujer. “Yo sí que tuve un sentimiento de tristeza”, recuerda. “Y mientras estaba triste, me estaba estaba preparando para que en un par de meses me quitaran el pecho”. Por ello, Nuria hace hincapié en el cuidado emocional.
La mujer de 48 años propone que en los hospitales se propicie el acercamiento entre las mujeres que hayan superado un cáncer de mama y las que lo están viviendo. “Un acompañamiento de otra mujer que haya pasado por lo mismo y que te diga que es normal todo lo que vivas, es importante”, dice. En otras palabras: “Alguien que les explique que cuando haces un trabajo hacia dentro, lo que sale hacia fuera es maravilloso”.
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