Este artículo se publicó hace 6 años.
Un menor es entregado a su padre tras acusar a su madre de “instrumentalización” y reabre el debate del SAP
Es el caso de Joel, un niño de cinco años que ha sido obligado a vivir con su padre a pesar de que Fiscalía se oponía a la custodia paterna y de los informes positivos sobre su madre. La Audiencia Provincial de Bizkaia la culpabiliza por “conducta obstruccionista”. Una sentencia que reabre el debate sobre Síndrome de Alienación Parental (SAP).
Madrid-
Aunque no lo usa de forma expresa, una sentencia de la Audiencia Provincial de Bizkaia reabre el tema del SAP (Síndrome de Alienación Parental). Y eso, a pesar, de que el propio Consejo General del Poder Judicial indica a los jueces que no argumenten este síndrome para impedir que las madres tengan la custodia. Pero el propio Consejo también advierte que “se puede usar una denominación alternativa”. Es decir, no decir SAP pero sí usar los mismos argumentos u otros conceptos.
En el caso de esta sentencia, donde se detallan ideas similares para la retirada de la guarda y custodia de la madre, responsabilizando a ella de obstruir, de instrumentalizar y de impedir la relación entre hijo y padre.
Mientras la Audiencia rechaza las pruebas de la madre (hasta ahora favorables) y la oposición de Fiscalía, se agarra a otros informes elaborados por los Puntos de Encuentro Familiares (PEF) de Barakaldo y Bilbao, de forma principal. Desde entonces se han producido varias manifestaciones en apoyo y se ha iniciado una campaña en Internet bajo el hashtag #TodosSomosJoel #DenokGaraJoel, como se llama el menor.
El caso hay que situarlo en su contexto, que es muy peculiar. Y es que, desde hace años, solo la comunidad autónoma del País Vasco tiene un instrumento denominado Balora. “Se usa en el ámbito educativo, servicios sociales, sistema judicial… y define, entre otras cosas, el maltrato psicológico y la violencia sobre la infancia”, explica Sonia Vaccaro, psicóloga clínica.
La letra pequeña de Balora, según Vaccaro, es que define el maltrato psicológico como la instrumentalización (palabra con la que se responsabiliza a la madre de Joel) de los hijos por uno de los progenitores (generalmente la madre) contra el otro progenitor. Y, además, si no contribuye a cambiar la actitud, la situación se considera como agravante. “Es decir, que si no obliga por la fuerza al hijo a ver al padre, según este instrumento, quiere decir que eso es maltrato psicológico. Esto lo usan los servicios sociales para asumir la tutela de los niños”.
Sin noticia de Joel desde el 26 de julio
La historia del pequeño Joel se inicia hace cinco años. Cinco años también de tribunales para su madre, de recurso en recurso, mientras el menor manifestaba problemas y trastornos de personalidad.
La madre, Karen Gutiérrez, quien tenía la custodia desde el principio, vive sin su hijo desde el pasado 26 de julio a las 10.30. La sentencia de la Audiencia Provincial de Bizkaia, además de retirarle la guarda y custodia, la obliga a que las futuras visitas con su hijo sean vigiladas.
"Me llegaron a decir que si no colaboraba o que si el niño se iba llorando, me cortarían las visitas”
“Desde ese mismo día 26, como en la sentencia no están detalladas las visitas, el PEF debía de ajustarlas. Acudí con la presidenta de la Fundación Clara Campoamor y el trato que recibimos fue amenazante. Me llegaron a decir que si no colaboraba o que si el niño se iba llorando, me cortarían las visitas”, comenta la madre de Joel, Karen.
El jueves pasado debía haberse producido ya ese encuentro, pero el padre se negó a llevar al menor. Ahora le han dicho que hasta el domingo no podrá verlo pero le advierten que solo una durante una hora y media. “A día de hoy no sé nada de Joel. El padre no responde a mis mensajes. Nadie está supervisando al niño. La gente que vive en su zona tampoco ha visto al niño por la calle, ni en parques, pero a él sí lo ha visto solo”, explica Karen.
Cuando Karen estaba embarazada de Joel
Tiene dudas de si realmente podrá ver al pequeño Joel esta semana o si el padre podrá impedirlo de nuevo. Un padre al que ese concepto le queda demasiado grande según las vivencias que relata Karen. Una pareja que jamás se hizo una foto con ella en el embarazo, que la aisló de sus amigas pero no consiguió hacerlo de su familia o que la controlaba si sacaba dinero del cajero. “En el embarazo me sentí muy sola - recuerda-. Me decía frases como ‘si el niño se hace caca, lo limpias tú porque me da asco’ o ‘si el bebe llora te cambias de habitación’. Nunca acarició la tripa durante la gestación”.
Tuvo un embarazo complicado, con pérdidas, bajadas de tensión… A veces él ni siquiera le dirigía la palabra y solo le respondía con silencio. Un recuerdo que le viene es cuando ella se cortó el pelo durante el embarazo y él se enfadó mucho. Según la hermana de él, eso provocó “que él tuviese que ir al psiquiatra porque es como quien tiene fobia a las arañas, y tiene una dentro de su casa” le explicó a Karen, a bocajarro.
Los primeros meses con el bebé
"Cuando nació el niño no mostró alegría”
Era el año 2013. Antes de dar a luz, por el estrés, ni Karen ni el bebé cogían peso y por eso ella se fue a vivir con sus padres. Le provocaron el parto. “El padre solo miraba el reloj y decía que se tenía que ir a descansar. Cuando nació el niño no mostró alegría”, detalla. La relación de pareja ya no existía, y él se desatendió como padre. En algunos y breves encuentros que tenía con su hijo, “que era como si mirase al hijo del vecino”, se produjeron incidentes que Karen denunció más tarde, como un cabezazo, un empujón y amenazas que recibió en una de las entregas, aunque esto no se ha tenido en cuenta en los juicios. Aunque Fiscalía pedía 18 meses de prisión y dos años de alejamiento, acabó siendo absuelto sin tener en cuenta los testimonios familiares.
En 2014 ya se establecen una medidas provisionales para ver a Joel pero el padre “dejó de venir”. A veces bajo la excusa de encontrarse mal, de no apetecerle o de “no me compensa ir al lado de un carrito”, explica Karen.
Joel empieza a rechazar las visitas
La sentencia de divorcio de 2015 acuerda la guardia y custodia materna con visitas del padre en el PEF de Barakaldo. Karen recurre porque, ya en las visitas de 2014, el pequeño salía llorando, con diarreas, caída de cabello, marcas, el pañal pegado en la tripa… La madre reclamó una valoración de las citas en función de una evaluación al menor, pero no lo tuvieron en cuenta. Él también recurrió para que el bebé pernoctara... Un niño que nunca había dormido con él.
De 2015 a mayo de 2016 se mantienen las visitas con intervención desde el PEF de Barakaldo. Este sostiene que se incumplen pero Karen aclara. “No es incumplimiento, es un cambio. El niño tenía diarrea constantes y como las visitas eran progresivas, tocaba que el niño empezara a comer con él. No era lógico aumentar el tiempo con el padre si el niño siempre regresaba mal. Tampoco hicieron caso, así que siguieron las visitas y al niño lo recogía fatal, con los ojos hinchados y dejó de hablar en todo momento y con todo el mundo. Ha vuelto a hablar hace poco, por su estado emocional”, matiza la madre.
No era lógico aumentar el tiempo con el padre si el niño siempre regresaba mal
La Diputación Foral de Bizkaia, a través del Servicio a la Infancia, propuso a los padres hacer una suspensión temporal. En aquella situación, la sentencia recoge que la madre lo acepta y es el padre el que se niega. “El niño se negaba desde entonces a entrar al PEF. Yo antes, como lo llevaba en carrito, lo podía meter, pero desde que empezó a andar era imposible y se orinaba cada vez que iba allí. Tengo grabaciones del niño llorando en aquellas entregas y eso nunca lo han puesto los informes del PEF”, manifiesta Karen.
El padre pide la custodia
A partir de enero de 2017 se revoca la sentencia de 2015. El padre pide la custodia y cambio de domicilio y centro escolar del menor. Se hace un cambio del PEF de Barakaldo a Bilbao porque la Diputación Foral consideraba que quizás “el PEF de Barakaldo había sido un estímulo agresivo aversivo” para el pequeño, y que por eso reaccionaba de forma automática con desagrado.
Solo faltaba que pasara el tiempo para comprobar que el menor tendría el mismo comportamiento en el PEF de Bilbao. Según Karen, “en cuanto le decía que tenía que ver a Aita (padre), Joel explota, siempre es así”. A partir de entonces, le achacan que la reacción del menor es por culpa de Karen. Incluso dicen en un informe que el niño tiene aprendido a llorar cuando ella le aprieta el brazo. Situación que en vídeos como este, donde a la madre la encierran con llave en una habitación, deja claro que Joel llora por sí solo.
Los informes del PEF de Bilbao mantienen que la madre obstaculiza las visitas, una opinión contraria a la psicóloga judicial. Dice que la madre no “dificulta la relación del menor con su padre” y asegura que muestra “apertura y colaboración”. El único dictamen pericial indica también que no se recomendaba un cambio de “custodia” o de contexto para el menor.
“Es decir, tenemos unos informes del PEF que me echan la culpa. El juzgado dice que pase una valoración psicosocial para ver si había que hacer un cambio de custodia. Y cuando la psicóloga emite ese informe a mi favor, ahora lo ignoran y vuelven a los informes del PEF, a la misma vez que Fiscalía rechaza el cambio de guarda y custodia”, explica Karen.
La nueva sentencia
El 19 de julio de 2018 se dicta nueva sentencia, porque el padre había vuelto a recurrir para pedir la custodia completa. El Ministerio Fiscal se opone al recurso. En ella se rechaza el informe pericial psicológico-forense. Del padre se dice que “muestra una actitud crítica y suspicaz (...). Denota rigidez, por cuanto está centrado en sí mismo y en su propia realidad y al ser confrontado muestra dificultades para aceptar otros puntos de vista alternos”. En una reunión con su hijo, el informe indica que “impresiona del padre la ausencia de acercamiento empático hacia la posible vivencia que el menor experimenta” y que “se muestra demandante e intrusivo (...) hasta que el niño comienza a impacientarse, se agita, busca la salida”.
Narra Karen que “en la declaración, la psicóloga advirtió que no pudo tener al niño a solas con el padre”. De hecho, el mismo día 26, cuando el padre recoge al niño, Joel le dice al psicólogo que está allí presente “no quiero vivir con Aita”, “quiero irme a casa con ama”, “tengo miedo”, “mi Aita me pega”, según Karen. Incluso desde Diputación le dicen a la madre que la situación hace que su hijo esté en situación desamparo, y la responsabilizan de nuevo. “Tanto en Diputación como en los PEF, el SAP está metido bajo otro concepto, pero los resultados siempre son los mismos porque tanto una como otra son gestionados por la misma empresa”.
Respecto a la madre, el mismo informe psicológico-forense indica que ella “se muestra favorable a que se restablezca el régimen de estancias del menor” porque considera que es positivo para Joel. Cuando está con su hijo, la psicóloga indica que entre el menor y la madre existe un “intercambio comunicativo fluido, en un ambiente lúdico y afectivo manteniendo una actitud relajada. La madre se muestra capaz de ofrecer un modelo, guía y límites adecuados al menor”.
Todo ello lo rechazan porque solo tienen en consideración el informe de los servicios sociales de los Puntos de Encuentro. Diputación Foral ya recogía que “el bloqueo emocional del menor podía ser no solo por la hipótesis de “instrumentalización del niño” por parte de la madre, sino que podía ser de “experiencias negativas previas con su padre que le llevan a negarse a estar con él”. Aún así la sentencia insiste en la instrumentalización y en una conducta obstruccionista por parte de la madre.
La rapidez de la aplicación de la sentencia y el SAP oculto
El 23 de julio, lunes, se notifica la sentencia. A los tres días, la Ertzaintza informa a la madre. Es decir, en cuatro días apenas puede despedirse de su hijo, que “se puso histérico en cuanto le comenté que se tenía que ir con Aita”, comenta Karen. Es la primera vez que el hijo está separado de ella, solo porque esos PEF la responsabilizan.
“Es decir, sin nombrar el SAP, lo han definido o cambiado el nombre por el de instrumentalización. Lo usan con el mismo fin y aplican entregar la custodia al padre. Ell simple hecho de que el niño no quiera entrar en un Punto de Encuentro ya se considera instrumentalización de la madre, en lugar de profundizar en el por qué de la reacción del menor”, explica Viccaro, la psicóloga clínica. Ella trabajó en un caso similar en el País Vasco. Para esta psicóloga el caso de Joel representa la retirada del “vínculo con su madre y eso es cruel, se penaliza de nuevo a las madres y los derechos humanos del menor se ven profundamente atacados”.
“Siento que mi hijo está desprotegido por el sistema judicial, empezando por el padre. El día antes de irse, escribí al padre para decirle que no dejáramos la intervención terapéutica y que esto no era lo mejor para Joel. Ni me respondió. Él ya lo ha cambiado de colegio, donde el pequeño no conoce a nadie. No ha pensado en el niño. No han tenido en cuenta el bienestar de Joel”, explica Karen y añade: “Luego dicen que tienen que prevalecer el interés del menor pero aquí solo ha prevalecido el interés del padre”.
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