Peces con plomo, sedimentos con metales: el Guadalquivir en riesgo, según el catedrático Castillo
El profesor de la Universidad de Sevilla alerta: "Se han contaminado gravemente con efecto ecotóxico los sedimentos y los peces han acumulado metales".

Sevilla--Actualizado a
El río Guadalquivir está ahora mismo en riesgo, según los expertos. En el horizonte, asoman nuevos proyectos mineros que preocupan a la comunidad científica y a instituciones, como la Fundación Nueva Cultura del Agua, porque añadirían metales a una zona que ya los acumula.
Ante la posibilidad de que el río se convierta en una "cloaca", diversos profesores universitarios y la propia Fundación han reclamado una moratoria a la apertura de explotaciones mineras hasta que una comisión de expertos, evalúe el estado del río.
Jesús Castillo, catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla, ha participado en la elaboración de los informes que revelan el estado en que se encuentra hoy el río, vital para la economía, que, entre otros muchos usos, riega los campos de arroz y baña el litoral en que trabajan los mariscadores gaditanos, allí donde desemboca.
"Los estudios científicos que hemos realizado investigadores de las universidades de Granada, de Cádiz y de Sevilla demuestran que la Mina Cobre Las Cruces viene contaminando gravemente los sedimentos del estuario del Guadalquivir desde 2008 y no solo eso, sino que eso tiene un efecto ecotóxico para la fauna que vive en el río, hace que disminuya su crecimiento, su reproducción su supervivencia", afirma Castillo, mientras comparte un café con Público en una cafetería cercana a la facultad de Biología de la Universidad de Sevilla.
Lo último que Castillo ha descubierto es que unos peces de consumo humano, los albures, "están acumulando altas concentraciones de cinco metales y algunos de esos metales como el plomo lo están acumulando por encima de lo recomendado". "Es decir, se podría estar dando la situación de que la gente esté comiendo albur del estuario del Guadalquivir contaminado con plomo por encima de lo permitido en Europa para el consumo de carne de pescado", afirma el profesor.
¿Ese plomo también viene de la minería? "No podemos decirlo cien por 100 cien desde un punto de vista científico. Tendríamos que hacer algún experimento, pero los peces están en la zona de vertidos y hay relación entre la acumulación de metales en los peces y la acumulación de metales en los sedimentos que hemos demostrado que sí vienen de la mina. Entonces, es casi seguro que los metales que tienen los albures vienen de la mina".
Multiplicado por diez
Copias de este último informe se han enviado tanto a la Junta de Andalucía como al Gobierno de España. "Espero que las administraciones públicas y especialmente la Junta de Andalucía, que es la competente en el estuario del Guadalquivir, dejen de mirar hacia otro lado. La postura de Moreno Bonilla es en este caso una postura negacionista".
"Que se acerquen —reclama Castillo al Gobierno andaluz— a la comunidad científica, hagan una moratoria a todos los vertidos mineros y establezcan un comité científico independiente que estudie realmente qué ha pasado con el vertido de cobre Las Cruces en el estuario del Guadalquivir, porque hay muchas cosas que no conocemos, aunque lo que vamos vamos conociendo son siempre malas noticias".
"Y que en función de eso —añade— ya se decida si se puede llevar a cabo el nuevo vertido de Cobre Las Cruces y el vertido de Anzalcóllar, porque estamos hablando de que lo que ha pasado hasta ahora, que se han contaminado gravemente con efecto ecotóxico los sedimentos y los peces han acumulado metales, se multiplicaría por diez si se aprueban, si se llevan a cabo los dos nuevos vertidos de la mina de cobre de la Cruces y Aznalcóllar".
Castillo recuerda que ya se formó un comité de expertos cuando se se planteó el dragado de profundización del estuario del Guadalquivir, que no se llevó a cabo, y también se analizó el proyecto de restauración de las bases de fosfoyesos en Huelva.
Lo que sucede
"Los modelos de vertido de las minas —expone el catedrático— que ha asumido la Junta de Andalucía para dar las autorizaciones no son reales, son ciencia ficción. Lo que dicen es que los metales van disueltos en el agua. Llegan al estuario, se diluyen en el agua del estuario, pero siguen disueltos y acaban saliendo fácilmente por la boca del estuario. Y sabemos que no es así, que los metales cuando llegan al estuario se unen a las partículas en suspensión, esas partículas de arcilla y de materia orgánica en suspensión acaban depositándose en el fondo del río. Desde esas partículas en el fondo del río, esos sedimentos, la biota, los organismos que viven ahí, van captando los metales".
"Después —agrega— llegan los peces que se comen a esos organismos, después llegan otros peces, como el siluro que se comen a esos peces o una nutria que se come a esos peces. De manera que al final lo que tenemos es bioacumulación y biomagnificación de metales en el estuario del Guadalquivir. Es mentira lo que dice la mina y lo que dice la Junta de Andalucía respecto al comportamiento de los metales en el estuario del Guadalquivir".
"Entonces —insiste Castillo— pongamos un poco de ciencia, pongamos un poco de tranquilidad, estudiemos bien lo que está pasando, que haya un comité de expertos que asesore. Y entonces se tomen la decisión de seguir adelante o no".
Los riesgos son claros para el investigador. "La Junta de Andalucía, desde mi punto de vista, está en una huida hacia delante, en un callejón sin salida que lleva a que el río Guadalquivir se convierta en una cloaca minera. Estos proyectos de Anzalcóllar y de Cobre Las Cruces se extenderían durante 20 años".
"Una vez que las tuberías están construidas, ¿quién nos dice que después de esos 20 años no se van a seguir explotando, por ejemplo, escombreras que ahora no son y después van a ser rentables? Nos podemos plantar a finales del siglo XXI con nuestros niños y nuestros nietos con un río Guadalquivir con las orillas rojas como el tinto, un río sacrificado a la minería".
Economía
El buen estado del Guadalquivir es estratégico. "Soy consciente porque estoy hablando con muchos agentes económicos del estuario de que hay mucha preocupación en los agricultores, hay mucha preocupación en los pescadores, hay mucha preocupación en los marisqueros, y hay mucha preocupación en el turismo. Si la imagen del Guadalquivir, que es el río de Andalucía —cuando uno dice Coria del Río, uno dice Puebla del Río, no hace falta decir qué río— se manche [y resulte en] un río contaminado, todos las poblaciones ribereñas [se van a ver afectadas]. También hay alcaldes que están preocupados porque después es muy difícil limpiar una imagen manchada".
"[Ahora] se puede por lo menos disminuir el descontrol. Depurar las aguas hasta un nivel que sea asumible verterlo a un río o a un estuario como el Guadalquivir", plantea Castillo.
El catedrático explica: "Hay sistemas de depuración, como la ósmosis inversa que sale un agua con una calidad muy alta. Lo que pasa es: ¿qué volumen de agua puede gestionarse a través de esa de depuración? ¿Cuáles son los costes de un sistema de depuración como ese que necesita una gran presión, es decir, un gran gasto de electricidad?"
"Son costes mayores —agrega el profesor— que el sistema de depuración que ha aplicado Cobre las cruces y que el que pretende aplicar Aznalcóllar, que es simplemente un filtrado por carbonato cálcico, por polvo calizo, que aumenta el PH, hace que precipiten los metales y van vertiendo agua con baja concentración de metales, pero como vierten millones de litros, al final acaban llegando al río miles de kilos de metales".
Preguntado sobre esa dialéctica que una cierta óptica establece entre empleos y medio ambiente, Castillo analiza: "Investigando lo que está pasando en el estudio del Guadalquivir, que ha pasado ya con el vertido de cobre Las Cruces y viendo el horizonte de los dos nuevos vertidos, el de cobre Las Cruces y el de Azanalcóllar se ponen en riesgo miles de empleos en el estuario del Guadalquivir, de pescadores, de mariscadores, de acuicultura, de turismo. Muchísimos más empleos de los que crearía la mina".
"Y además —añade— me planteo: todos estos proyectos mineros reciben muchos millones de subvenciones de dinero público. Ese dinero público podría ir a diversificar el tejido productivo de esas zonas. Entonces, me parece una trampa caer en el debate de qué queremos, empleo o medioambiente, porque queremos las dos cosas. Si no tenemos un medioambiente de calidad, no tenemos salud y si no tenemos salud, ¿para qué queremos empleo?".
Castillo remata: "El principio rector de toda legislación ambiental es el principio de precaución. Es decir, si no sabes las consecuencias que va a tener una acción en el medio ambiente, estúdialas bien antes de llevarlo a cabo, porque más vale prevenir que curar. En este caso de los vertidos mineros al río Guadalquivir no se está cumpliendo el principio de precaución".
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