Este artículo se publicó hace 8 años.
"Para luchar contra el cambio climático debemos reducir cinco veces el consumo de carne"
La ganadería emite más del 14,5% de los gases de efecto invernadero mundiales. El eurodiputado de Equo, Florent Marcellesi, explica que en el mundo se consume una media de 40 kg de productos de origen animal por persona y año, 100 kg en España y que para lograr que el planeta sea sostenible, debiera ser de 20 kg, bienestar animal aparte.
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BRUSELAS.- “Para luchar contra el cambio climático y tener un mundo sostenible, debemos reducir por cinco nuestro consumo de carne”. Así de tajante lo asegura el eurodiputado de Equo y miembro del Grupo de Los Verdes / Alianza Libre Europea Florent Marcellesi, quien explica que la media mundial de consumo de carne por persona y año es de 40 kilogramos, la de España es de 100 kg y para lograr que el mundo sea sostenible, debiera ser de 20 kg.
La ganadería es uno de los sectores que más gases de efecto invernadero (GEI) emiten con más del 14,5% según la Organización Mundial de la Alimentación y Agricultura (FAO por sus siglas en inglés). Para expertos del Banco Mundial, este sector encabezaría el ranking de GEI totales emitidos a nivel mundial, con más del 50%, si se contabilizaran sus emisiones indirectas. Por ello, ecologistas y animalistas señalan la importancia de reducir el consumo de carne para limitar la actividad ganadera, luchar contra el cambio climático y favorecer el bienestar animal.
Para abordar esta cuestión y buscar soluciones, Marcellesi, Los Verdes europeos y Equo organizaban esta semana la conferencia Consumo de carne y cambio climático: un debate ineludible en la que reunían a ecologistas, animalistas, ganaderos ecológicos y consumidores. Diversos sectores con diferentes intereses, especialmente en cuanto al trato a los animales y el bienestar de estos, pero con un enemigo común: el cambio climático.
“Comer carne procesada se ha vuelto más asequible que comer frutas y verduras. Esto es una grave incongruencia”
Marcellesi señalaba la importancia de tener una visión holística de la situación para ser capaces de hallar soluciones prácticas y reales que logren avances en la problemática ecologista y animalista. El eurodiputado criticaba que en el acuerdo de la Cumbre del Clima de París en 2015, en el que se fijó el objetivo de evitar que la temperatura del planeta aumente en 2 grados a finales de siglo, no se hiciera mención al problema ganadero ni al consumo de productos de origen animal. La cumbre de Marrakech en 2016 tan sólo supuso una ratificación de lo acordado el año anterior, por lo que esta problemática sigue en el aire.
"Lo más fácil es dejar de comer carne. Es necesario si queremos que el planeta siga vivo. La tradición es una excusa para que algo se mantenga"
Los datos son esclarecedores: las emisiones de CO2, resultado de la producción, distribución y consumo de alimentos, de las personas vegetarianas son un 50% menores que las de quienes consumen carne a diario y las de las veganas, un 60%, según un estudio dirigido por la Universidad de Oxford en 2014. Y eso sin tener en cuenta ni la diferencia de consumo de agua y tierra para producir carne, ni el maltrato animal.
Equo explica su postura al respecto de cara a luchar contra el cambio climático y respetar el bienestar animal: reducir el consumo de productos de origen animal y, en caso de que estos se sigan consumiendo, que provengan de la ganadería extensiva, ecológica y local. Es decir, acabar con la intensiva o industrial -aquella en la que se encuentran los animales cercados y en malas condiciones para favorecer una rápida producción y con altos niveles de contaminación-.
La representante de Equo Animales, Paula Jarque, ahondaba en esta postura: “Nuestro objetivo es promover las dietas vegetarianas y veganas como paradigma de la lucha contra el cambio climático y el uso y abuso de los animales en la industria cárnica. Sin embargo comprendemos que este será un cambio progresivo que llevará un tiempo, educación, sensibilización y durante ese camino debemos velar por aquellos animales que forman parte de la cadena de consumo humano”.
A razón de esto, Jarque señalaba que “la única forma de ganadería” que podrían considerar en Equo es “la extensiva, local, ecológica, transhumante y de razas autóctonas”, que tiene un impacto menor sobre el ecosistema.
“Comer carne procesada se ha vuelto más asequible que comer frutas y verduras. Esto es una grave incongruencia porque la producción de carne requiere muchos más recursos que la producción de frutas, verdura y cereales”, aseguraba la representante animalista de Equo.
"Las emisiones de CO2 de vegetarianos son un 50% menores que las de quienes consumen carne a diario y las de veganos, un 60%"
Para reducir el consumo de carne y la utilización de explotaciones ganaderas intensivas, la Vicepresidenta de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), Ana Etchenique, explicaba la importancia de la información y la educación en esta cuestión: “El consumidor es cómplice de una larga cadena. El reto es comunicar el mensaje, encontrar un lenguaje y llegar a la gente. La mayoría no tienen ni idea.” “La gente debería ver con sus propios ojos cómo funciona la explotación ganadera intensiva”, aseguraba Etchenique.
En esta línea, la directora internacional de la ONG animalista Anima Naturalis, Daniela Romero, recordaba el daño de la ganadería y señalaba que “detrás de esta actividad económica existen seres que sienten que deben ser tenidos en consideración”.
Paola del Castillo, ganadera ecológica, dueña de una instalación extensiva en Tarifa, Cádiz, apuntaba los problemas que actualmente tiene el sector: los elevados costes de producción, la falta de subvenciones y la imposibilidad de satisfacer la actual demanda de carne si la producción tan solo dependiera de este tipo de agricultura animal.
No obstante, la ganadería, aun siendo extensiva y ecológica, sigue siendo un problema para el movimiento animalista. Esta conferencia fue testigo de uno de los aspectos en los que se antoja difícil encontrar un punto de unión entre el animalismo y la ganadería. Los animales, pese a vivir en mejores condiciones, siguen siendo considerados una mercancía y siguen muriendo para el consumo humano. Algo que no casa con las ideas de bienestar animal e igualdad entre especies que defiende el movimiento
El eurodiputado alemán del Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria, Stefan Eck, zanjaba el asunto contando su propia experiencia: “Lo más fácil es dejar de comer carne. Llevo 20 años siendo vegano y no me he muerto. Es necesario si queremos que el planeta siga vivo. La tradición es una excusa para que algo se mantenga”.
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