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Las incógnitas del corredor que conectará España y Francia: no se llamará MidCat, no cruzará los Pirineos, pero será un gasoducto

El nuevo proyecto energético acordado entre Portugal y España con Francia deja ciertas dudas a cerca de la capacidad para transportar 100% hidrógeno verde. Los tiempos, además, juegan en contra, pues no estaría listo hasta dentro de cuatro o cinco años.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el primer ministro portugués, António Costa, conversan con el presidente galo, Emmanuel Macron, para acordar una nueva interconexión energética en Europa.
Pedro Sánchez y el primer ministro portugués, António Costa, conversan con el presidente galo, Emmanuel Macron, para acordar una nueva interconexión energética en Europa. Horst Wagner / EFE

El proyecto del MidCat ha quedado, tras meses de debate, enterrado para siempre. España, Portugal y Francia acordaron este jueves desechar la idea de construir la infraestructura gasista y anunciaron un compromiso para impulsar un nuevo "corredor" que conecte la península ibérica con Francia y el resto de Europa por vía marítima, con una tubería que saldrá desde Barcelona y llegará hasta Marsella. El anuncio, etiquetado por Pedro Sánchez como "verde", deja algunas incógnitas sobre los impactos ambientales que tendrá y la cantidad de combustible sostenible podrá utilizar. 

El propio Sánchez informaba, después de celebrar el acuerdo, de que la idea sería utilizar la nueva infraestructura para llevar hidrógeno verde a Europa, pero reconocía que también se utilizaría para transportar gas. El hidrogeno verde deja algunas dudas relacionadas con su transporte. Hasta ahora lo habitual es el bombeo de este combustible a través de una mezcla con gas que se denomina blending. El problema es que la compatibilidad de los gasoductos europeos con esta emergente fuente de energía es baja y hasta la fecha sólo se ha conseguido que las tuberías soporten entre un 5% y un 10% de hidrogeno verde. El resto, gas fósil que calienta el planeta.

Javier Andaluz: "Es un lavado verde, no tengo dudas de que vaya a ser un proyecto eminentemente gasista"

La otra opción, es la de crear un corredor exclusivo para el bombeo de hidrógeno renovable. Si bien Sánchez ya ha avanzó que durante los primeros tiempos de vida esta nueva tubería podría llevar gas, siempre se podrían acometer obras para ir readaptando la infraestructura hacia el transporte exclusivo de hidrógeno, aunque sería algo demasiado caro. "Se requiere de tubos mucho más pequeños y presurizados que se componen de un material mucho más caro que un gasoducto convencional. Además, las condiciones técnicas, al ser submarino, son muy complejas", dice Javier Andaluz, portavoz de Ecologistas en Acción, que considera que el plan no dista demasiado al planteamiento del MidCat: "Es un lavado verde, no tengo dudas de que vaya a ser un proyecto eminentemente gasista".

¿Rentabilidad del hidrógeno verde?

El hidrógeno verde es un combustible importante para la transición energética que, en los últimos años, ha adquirido una importancia notoria en las políticas españolas, con el impulso de un centro nacional dedicado a la investigación y el desarrollo de esta tecnología, así como la construcción de una planta en Puertollano que, gestionada por Iberdrola, ya nutre de energía limpia a un complejo industrial de Fertiberia destinado a la fabricación de fertilizantes.

Esta fuente de energía no es ninguna novedad; lo es la forma en la que se produce. Hasta ahora, el hidrógeno era una tecnología muy utilizada por las industrias metaleras o químicas, las cuales necesitaban producir temperaturas muy elevadas en sus cadenas productivas. Para crearlo se necesita, de manera resumida, aplicar una descarga eléctrica que separa los dos componentes del agua, y en las últimas décadas se realizaba con electricidad generada mediante combustibles fósiles. Ahora, esa descarga denominada electrólisis se emplea con electricidad producida a través de plantas renovables. De ahí que en poco tiempo se haya pasado de hablar de hidrógeno gris a hidrógeno verde.

El problema del hidrogeno, verde o gris, es su rentabilidad. Se trata de una fuente de tecnología que conlleva altas pérdidas de energía en su fabricación, por lo que es un combustible pensado para llegar a donde la electrificación directa a través de fuentes renovables no puede llegar. Es decir, se trata de un pilar clave para descarbonizar el transporte pesado –como barcos de mercancías e incluso aviones– donde los motores eléctricos no parecen tener la potencia adecuada, además de para sacar el gas fósil de la producción de industrias que requieren de capacidades térmicas muy elevadas como los fertilizantes, los químicos o la metalurgia. Para esto último, algunas fuentes del sector energético consultadas ven más factible instalar las plantas de hidrógeno cerca de los complejos industriales, ya que así se ahorrará gasto en infraestructura y no se perderá eficiencia con el transporte.

Una caldera de hidrógeno verde es hasta cinco veces más ineficiente que una bomba de calor eléctrica, según 'Joule'

Es por ello que en los últimos meses, cuando se comenzó a hablar de hidrógeno verde como sustituto del gas ruso, han salido voces díscolas. A finales de septiembre, la revista científica Joule publicaba un análisis en el que se concluía que esta emergente fuente de energía no servirá, al menos a corto y medio plazo, para calentar los hogares de Europa. El artículo estimaba que una caldera de hidrógeno es actualmente hasta cinco veces más ineficiente y cara que una bomba de calor o una calefacción electrificada.

"El hidrógeno verde se encuentra actualmente en el pico de un ciclo de exageración. Si bien hay muchas aplicaciones en las que es útil, el hidrógeno solo desempeñará un papel complementario en el sistema energético. Esto es lo que muestra el análisis independiente. Sin embargo, partes de la industria han defendido su uso en áreas donde no tiene sentido porque existen otras alternativas más eficientes y económicas", ha explicado a Público Jan Rosenow, autor de la publicación e investigador asociado del Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford.

Los tiempos juegan en contra

La otra traba de este nuevo proyecto sustituto del MidCat es el tiempo. La construcción de una infraestructura como esta, lleve hidrógeno al 100% o una mezcla con gas fósil, no podrá estar lista a corto plazo y, por tanto, no servirá para responder a la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania ni sustituir a los encarecidos flujos de gas ruso.

Tal y como informó Público, los cálculos de España es que los tiempos de construcción se alarguen al menos entre cuatro o cinco años. En otras palabras, como pronto esta infraestructura de 350 kilómetros de longitud podría estar operativa en 2027.

El corredor no estará listo hasta dentro de cuatro años, no servirá para responder a la crisis energética actual

A ello se suma el problema de la financiación, el cual ya lastró y echó por tierra el proyecto del MidCat debido a las disputas entre Francia y España. Ahora, la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha vuelto a hacer hincapié en la necesidad de que buena parte del gasoducto se financie con fondos europeos, pues pretende destinarse a aliviar las facturas energéticas de Europa. 

"Nuestra intención es, precisamente porque se subraya ese carácter europeo, ese interés común, poder presentar el proyecto a la convocatoria de infraestructuras de interés comunitario y que haya una financiación europea que sufrague la mayor parte del proyecto", ha explicado Ribera en una entrevista para Catalunya Ràdio.

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