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Igualdad Mujeres ingenieras informáticas: cuando el acoso sexual es prácticamente invisible

El gesto inédito que tiene lugar este jueves en Google, en donde los empleados van a protestar de manera pública contra el acoso, abre una brecha en un mundo muy individualista, masculinizado y en el que suele imperar la ley del silencio. Por eso esta iniciativa puede ser clave para visibilizar aún más este problema.

Una mujer informática trabaja frente a su ordenador. P.R.

Este jueves, los empleados de Google en todo el mundo protestan contra el acoso sexual en un gesto sin precedentes. En el mundo de las tecnológicas, tradicionalmente masculino —y parece que cada vez más—, los abusos y las situaciones de acoso contra las mujeres se producen bajo una capa extra de invisibilidad.

Según informa BuzzFeed, un nutrido grupo de informáticas del gigante Google ha decidido dar un paso al frente y protestar por las recientes revelaciones del diario The New York Times, que indica que el creador de Android, Andy Rubin, salió de la compañía en 2014 con 90 millones de dólares en el bolsillo como "compensación" después de una denuncia por abuso sexual que fue considerada "creíble" durante una investigación interna.

Cuando Rubin dejó Google en octubre de 2014, la firma californiana no hizo público que una empleada le había acusado de forzarla a practicar sexo oral en un hotel. Recientemente, el propio consejero delegado de Google, Sundar Pichai, aseguró vía correo electrónico a sus empleados que la compañía ha despedido a 48 personas por mala conducta sexual en los dos últimos años. Según al empresa, 13 eran "altos cargos" y "ninguno de ellos" recibió un monto de compensación tras el despido.

Ahora, centenares de empleados están organizando una protesta colectiva  este jueves. Desde Google no se han pronunciado a preguntas de Público.

Trabajadores de Google se concentran frente a la entrada de la sede de la compañía tecnológica en Londres, en una movilización global contra el acoso sexual. REUTERS/Toby Melville

Trabajadores de Google se concentran frente a la entrada de la sede de la compañía tecnológica en Londres, en una movilización global contra el acoso sexual. REUTERS/Toby Melville

Más allá de este gesto valiente, parece aflorar es un sentimiento de hartazgo frente a abusos en un mundo particularmente individualista y masculinizado como es el de la informática. "Parece una prueba más del impacto que está teniendo el aumento de la sororidad en la sociedad", opina Lorena Fernández, ingeniera informática y directora de Identidad Digital de la Universidad de Deusto, en una conversación con Público.

"El 8M o movimientos como el "#MeToo" están consiguiendo que las mujeres se vean respaldadas; uno de los problemas que siempre han sucedido en las grandes tecnológicas es que, si te sientes sola, es más fácil que la actitud frente a los abusos sea el silencio", explica esta experta, que insiste en que "en estos casos la sororidad es la clave" .

Además, casos como el de Susan Fowler, la ingeniera que publicó su experiencia sobre el sexismo que impera en Uber, y tantos otros que poco a poco van saliendo a la luz, supone una ruptura de una "ley del silencio". "Por fin las mujeres hemos visto que, juntas, podemos cambiar cosas, y que ya es hora de decirlo", afirma Lorena Fernández.

"Más que acoso hay desigualdad"

Rosa Jiménez Cano ha sido la corresponsal de El País en Silicon Valley durante más de cuatro años. Como testigo directo, conoce a la perfección los entresijos de la capital mundial de la tecnología. Afirma por correo electrónico a este diario que "existe abuso de poder en un sector emergente y relevante". "Más que acoso, hay desigualdad", puntualiza, y cree que en el mudo de la tecnología hay "muchos hombres en posición de poder con escasas habilidades sociales y gran poder repentino".

"Al final, el ascenso de las mujeres sigue en manos de los hombres"

Para Jiménez Cano, el gesto de los empleados de Google es significativo. "Es una reacción a muchos años de silencio", apunta, y recuerda que si bien la compañía ha despedido a medio centenar de empleados por conductas improcedentes, acoso y abuso de poder, "no se cuenta la cantidad de mujeres cuyas denuncias han caído en saco roto y han hecho que talento femenino abandonase la compañía sin comprensión ni compensación: eso no se repara". "En cambio", remarca, "Andy Rubin salió con una indemnización millonaria y un silencio cómplice".

Las cosas parecen estar cambiando. Iniciativas como Latinas in Tech, por ejemplo, fomentan una red de apoyo mutuo solida y creciente. Pero Jiménez Cano estima que "al final, el ascenso de las mujeres sigue en manos de los hombres".

Sin embargo, a veces el enemigo está en casa. "A menudo se da por hecho que por ser mujer eres feminista, y eso no es necesariamente así", puntualiza Lorena Fernández. "A veces una se encuentra con que no tiene el apoyo de otras mujeres en puestos similares, aquéllas que quieren llegar a puestos de decisión y que para ello han tenido que adoptar actitudes machistas; estaríamos aquí en las mismas".

No hay una conciencia colectiva

Según los datos de ocupación que maneja Comisiones Obreras, en el sector de la informática en España hay una proporción de 65% de hombres y 35% de mujeres. Si hablamos de los cargos de dirección, la proporción es similar al resto de los sectores: un 80% frente a un 20%. "El de los ingenieros informáticos es un sector muy masculinizado", sentencia Laura Domínguez, responsable del servicio de mujer del sector de Servicios Técnicos de CCOO.

"Es muy importante destacar, además, que en las plantillas de informáticos no parece haber una conciencia colectiva, se trata de una profesión muy individualista en la que la costumbre es que cada uno negocie con la empresa sus condiciones laborales", añade Domínguez, y apunta: "En la práctica, esto conlleva mayores diferencias entre hombres y mujeres a todos los niveles".

Asimismo, desde el sindicato recuerdan que existe una normativa que hay que cumplir, como la Ley de Igualdad de Género. "La ley obliga a negociar con nosotras unos protocolos dentro de la empresa para abordar situaciones de acoso, pero nosotros podemos negociar esos protocolos si estamos como representantes", afirma la responsable. Cuando no hay representación sindical, las compañías suelen aplicar en casos de acoso lo que denominan un "procedimiento informal". "Al quedarnos al margen de estas denuncias, no tenemos datos concretos de la dimensión de este problema", comenta.

El acoso sexual es uno más de los obstáculos que tienen que sortear as mujeres en un mundo, el de la informática, tan masculino. Tal y como recuerda la periodista Rosa Jiménez Cano, "hay complicidad entre hombres, hay conversaciones excluyentes, actividades juntos, corrillos", que determinan el crecimiento profesional dentro de las compañías de tecnología.

"De ahí salen ascensos, acceso a proyectos... No hay esfuerzo por añadir mujeres, y no por tener mejores estadísticas sino, sobre todo, por tener puntos de vista diferentes y contexto enriquecido", apunta esta buena conocedora del universo de Silicon Valley, que estima que sucede "lo mismo con el resto de minorías". El desarrollo de una perspectiva integradora no sólo conllevaría un menor riesgo de abusos, sino una serie de ventajas que Jiménez Cano resume así: "La diversidad hace productos más inclusivos".

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