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IGLESIA CATÓLICA El discurso aperturista del Papa no logra moderar a los obispos españoles más integristas

La Conferencia Episcopal Española mantiene discrepancias con la línea marcada por Bergoglio desde El Vaticano. Las diferencias han vuelto a quedar expuestas en torno a la renta mínima vital que plantea el Gobierno español para hacer frente a la situación actual.

Omella EFE
El presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, en una imagen de archivo. EFE

Cuestión de velocidades. Si en Roma ponen –suavemente– el pie en el acelerador, en Madrid, Donostia o Valencia aprietan el freno e, incluso, dan marcha atrás. Las posiciones aperturistas dibujadas por el Papa Francisco desde El Vaticano se estrellan con la línea ultraconservadora que domina la Conferencia Episcopal, contraria a cualquier cambio político y social de carácter progresista en la España del siglo XXI.

"En este caso concreto no es progresismo, sino actitud solidaria y compasiva", dice a Público el teólogo Juan José Tamayo, secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, en una tarde cualquiera de confinamiento. Con lo de "caso concreto" se refiere, precisamente, a la sociedad confinada por la emergencia del coronavirus y las respuestas que ante una situación así ofrece por un lado el Papa y, por otro, el conjunto de los obispos españoles.

Hay un ejemplo claro, reciente y conciso en la hemeroteca del coronavirus. Mientras que el Papa se pronunció a favor de un salario universal para las personas más vulnerables, los jefes de la jerarquía eclesiástica española apuntaron en dirección contraria, aunque luego se vieron en la necesidad de matizar sus palabras.

Primero habló Francisco. "Es tiempo de pensar en un salario universal", dijo el máximo representante de la Iglesia católica, quien se dirigió en concreto a quienes "no tienen un salario estable para resistir este momento". Sus palabras se conocieron el 12 de abril. Ocho días después, el secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello, apuntó en dirección contraria a Roma.

"Es muy importante que las personas puedan ejercer sus capacidades con un puesto de trabajo", afirmó el portavoz de la CEE, quien sostuvo que esa "necesidad perentoria de una renta mínima" no debería ser "una coartada para una especie de subsidio permanente que retirase del horizonte de las personas el poder ejercer un trabajo, el desarrollar tus capacidades, el poner en juego lo que el trabajo significa de relación con otros".

Este viernes 8 –casi veinte días después de esas declaraciones–, el presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, matizó que los obispos están "absolutamente" a favor de una renta vital, aunque "evitando que se eternice". En un acto telemático de Nueva Economía Forum, el cardenal dijo que no sabía si hay "una gran diferencia" entre Argüello y el Papa Francisco en torno a este asunto.

"El Papa se fija más en los pobres que los obispos españoles", afirma a Público Andrés Muñoz, integrante del Movimiento por el Celibato Opcional (MOCEOP) y miembro de una comunidad cristiana de base, precisamente el terreno en el que abundan las críticas hacia las posiciones ultraconservadoras de la Conferencia Episcopal.

"Sorprende la falta de relevancia social" de los obispos españoles, dice Juan José Tamayo

En esa línea, Tamayo advierte sobre la actitud de la CEE ante la situación de emergencia por el coronavirus. "Los obispos españoles son generalmente muy locuaces e incluso beligerantes cuando se trata de pronunciarse sobre temas como la interrupción voluntaria del embarazo, la enseñanza de religión confesional en la escuela, el mantenimiento y defensa a ultranza de sus privilegios concordatarios, la oposición al matrimonio igualitario… sin embargo, ahora sorprende la falta de relevancia social y la ausencia de una radicalidad y audacia evangélica ante una situación como esta", remarca.

"No solo hay dos velocidades, sino que hay dos miradas distintas. El Papa tiene una mirada más amplia, y sobre todo más sensible y compasiva. Los obispos tienen una mirada más restringida, más de su entorno, de su diócesis, de lo suyo. Son muchísimo más conservadores", añade Muñoz.

Ahí entran, por ejemplo, las diferencias constatadas en torno a los derechos de las personas homosexuales. Mientras que El Vaticano habla ahora tímidamente de una "aceptación análoga de la homosexualidad y de las uniones homosexuales" –tal como aparece en un estudio de la Pontificia Comisión Bíblica conocido a finales del año pasado, no sin despertar polémica–, en España hay obispos que han defendido las terapias de curación y "prevención" de la homosexualidad. Entre los que apuestan por esa "curación" están los siempre polémicos responsables de las diócesis de San Sebastián y Alcalá de Henares, José Ignacio Munilla y Juan Antonio Reig Pla respectivamente.

Críticas políticas

Hay otro aspecto en el que la CEE camina en una dirección contraria a la marcada por el Papa. Mientras que Francisco se ha mostrado crítico con "las ideologías y los partidos religiosos" en la Iglesia, los obispos españoles no ocultaron sus críticas políticas –e ideológicas– hacia la izquierda o, más concretamente, al Ejecutivo de coalición entre PSOE y Unidas Podemos.

El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, llegó a hablar de "una España dividida que vuelve a etapas de división y de confrontación", al tiempo que mostraba su preocupación por "el espíritu de la transición" que, a su juicio, "se ha roto". También se puso del lado de la monarquía, "un pilar básico que aúna y sostiene el Estado de derecho".

"La Conferencia Episcopal Española, desde hace mucho tiempo, es muy conservadora. Lo fue de una forma extrema con Rouco Varela y lo sigue siendo en esta etapa", subraya Tamayo, quien echa de manos "una voz profética, compasiva y solidaria" en la Iglesia.

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