Este artículo se publicó hace 5 años.
Huelga feminista 8 de marzoLa marea feminista conquista las calles de Barcelona y la agenda pública, a pesar del desigual seguimiento de la huelga
Cientos de miles de personas se manifiestan en Catalunya en un nuevo 8 de marzo masivo y festivo. Se confirma que el movimiento mantiene la fuerza del año pasado
Ander Zurimendi
Barcelona--Actualizado a
El movimiento feminista ha vuelto a teñir de lila el territorio, desde los pueblos a las grandes capitales. Reedita así el colosal éxito del año pasado, cuando la celebración del 8 de marzo marcaba un punto de inflexión en la historia reciente. Las movilizaciones han vuelto a ser masivas, desde las protestas de los piquetes de huelga y las convocatorias institucionales de la mañana hasta las multitudinarias manifestaciones unitarias de la tarde en las capitales.
Sólo en Barcelona se han reunido unas 200.000 personas, según la Guardia Urbana -260.000 según el cálculo de la Directa-. Pero es que ha habido 10.000 más que lo han hecho en Girona, 10.000 en Tarragona, unas 3.500 en Sabadell, unas 3.000 en Lleida, y varios miles en Terrassa o Vic. Y la lista podría seguir. Y a todo esto hay que sumar el resto de movilizaciones que ha habido durante todo el día, con manifestaciones numerosas al mediodía en muchos municipios.
Como ya es tónica habitual en los últimos ciclos de movilizaciones, hoy ha habido más manifestantes (muchos más) que huelguistas. Dicho de otro modo: la revolución cultural que ha supuesto la conquista de la agenda pública por parte del feminismo (a nivel social, comunicativo, político...) no parece haber venido acompañada de la utilización de la huelga como herramienta reivindicativa equivalente.
La huelga laboral de 24 horas no ha sido secundada mayoritariamente, aunque los paros de dos horas sí que han tenido un mayor seguimiento (especialmente entre sectores de la administración pública). Donde sí ha sido masivo el seguimiento es en las universidades, tanto entre los estudiantes como entre el profesorado.
Las protestas se han dejado notar desde primera hora de la mañana. El tono alegre ha marcado toda la jornada, en la que las mujeres activistas iban encontrándose en el espacio público y se reconocían mutuamente con complicidad. Por la cabeza de todos pasaba la sensación de vivir una movilización histórica. En Barcelona, por ejemplo, la cabecera de la manifestación tenía problemas para avanzar por la Gran Vía. Sin salir oficialmente desde la plaza Espanya, todo el recorrido hasta plaza Universitat estaba parcialmente cubierto por la riada de manifestantes que avanzaban en contra dirección.
Las mujeres racializadas abren la marcha
Con el lema "feminismo para cambiarlo todo", un numeroso grupo de mujeres migradas y racializadas sostenía la pancarta principal. Este primer bloque era no mixto, de forma que las organizadoras han tenido que emplearse a fondo para evitar que hombres despistados entraran. Seguidamente ha llegado una festiva carroza, desbordante baile desde el improvisado escenario y música animada por los altavoces. Tampoco han faltado las batucadas y todo tipo de grupos de percusión y cultura popular. Más tarde se encontraban las organizaciones sindicales, en el que por el número de banderas corporativas destacaba UGT, a pesar de que CCOO y CGT también eran visibles, con los logos maqueados de violeta para la ocasión. La CNT se encontraba mucho más apartada, y de su bloque salían precisamente consignas contra "comisiones y UGT", fundamentalmente por haber promovido convocatorias de dos horas de huelga y no de todo el día.
De entre los partidos políticos destacaba el bloque de ERC, con grandes carteles pidiendo la libertad de las presas Dolors Bassa y Carme Forcadell. Ernest Maragall y Gabriel Rufián se han situado hoy en segunda fila, detrás de una pancarta encabezada, entre otros, por la republicana Marta Vilalta, portavoz de la formación. La marcha ha terminado en la plaza Catalunya donde la actriz Alba Flores, la periodista Natza Farré y la activista por los derechos de la transexual Sofía Bengoetxea han denunciado la «represión contra el movimiento feminista", la "justicia patriarcal», la criminalización de la protesta social o la discriminación laboral. En el texto, Bengoetxea también ha pedido la libertad de los «presos políticos» juzgados en el Tribunal Supremo.
El 8M ha sacado sin duda toda la espontaneidad de las manifestantes, que han llevado en masa cartones caseros con rimas creativas. También se han visto muchísimas mejillas en la cara pintadas con el símbolo feminista, así como escenas de selfies colectivas con sonrisas de oreja a oreja. Desgraciadamente, también ha sido un día en el que se ha constatado la necesidad y urgencia feminista, con la consecuencia más dolorosa del patriarcado: hoy ha habido un nuevo feminicidio, en este caso en Madrid.
Del feminismo liberal al ‘mansplaining’
Todo esto ha ocurrido hoy, en el primer aniversario del 8M del año 2018. El resurgir. El tsunami feminista. A menudo, los periodistas exageramos a la hora de adjetivar los eventos sociales. Otoño caliente, primavera de tal, la marea de que... Pero sin duda, no hubo ninguna exageración en la eclosión del año pasado. Es tan claro que el feminismo se ha convertido transversal que nadie ha querido quedarse fuera. Ciudadanos, por ejemplo, ha acuñado el “feminismo liberal", siendo acusado de intentar apropiarse de la figura de la legendaria sufragista española Clara Campoamor.
El PP no se ha sumado a las manifestaciones, pero sí que se ha visto obligado a explicar los motivos (cosa que antes no tenía que hacer). E incluso ha tenido que organizar un acto propio con un lema incluido: "No hablamos por ti, hacemos para ti". En lo que ambos coincidieron fue en el mansplaining de sus líderes: tanto Casado como Rivera han hecho solemnes declaraciones a prensa en las que ellos hablaban, mientras que un nmeroso grupo de mujeres de los respectivas formaciones hay asentía, en silencio, tras él.
Las marchas no-mixtas se consolidan
Vivimos tiempos líquidos, que diría Zigmunt Baumann, en el que todo el mundo se autocalifica como feminista. Tanto desde las filas de las derechas, como de las capas de la sociedad más despolitizada. De hecho, la posición de los hombres con relación al feminismo (y a la huelga) gana controversia a medida que el feminismo ensancha las bases. Pero no sólo hacen mansplaining los conservadores, sino que también se da en movimientos sociales, partidos, sindicatos, etc. Las marchas de antorchas nocturnas no mixtas (y las cabeceras exclusivamente para mujeres, lesbianas y trans) han generado no poca incomprensión por parte de un sector de los hombres. Tampoco ha sido una rareza, hoy, ver a hombres gritando más que nadie, sosteniendo una pancarta o publicando artículos de opinión en prensa. Sin embargo, el proceso habitual suele ser el de entender los motivos y terminar defendiendo el espacio no mixto, con el paso del tiempo.
No hay, pues, que elevar la anécdota a categoría. Hoy ha sido, básicamente, la demostración de que el feminismo es ahora mismo el movimiento social con más capacidad movilizadora. Y capacidad de entusiasmar.
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