Este artículo se publicó hace 3 años.
La historia de un fusilamiento y una fosa común: tras 85 años, una prueba de ADN identificará varios cuerpos en Palencia
Más de una decena de familiares de represaliados por el franquismo esperan ansiosos los resultados de la prueba de ADN que determinará si los cuerpos hallados cerca de un pueblo de Palencia son los que están buscando.
Hay una zona de Palencia inundada de aerogeneradores. Enormes molinos modernos protagonizan una estampa que pudiera parecer como otra cualquiera, aunque en este caso haya que rebuscar en su historia, y en su tierra, para percibir su particularidad. Ese mismo enclave, situado cerca del municipio de Baltanás, escondía la fosa común en la que se hallaron, allá por 2004, los huesos de 21 personas fusiladas en septiembre de 1936 por el bando franquista. Pasados 17 años desde aquella inhumación y 85 desde que se cerrara la fosa, más de una decena de familiares esperan los resultados de la prueba de ADN para confirmar que allí, en ese sitio, estuvo alguno de sus antepasados.
"Les pegaban un tiro en una ladera que llaman el Portillo de Hornillos y los cuerpos bajaban rodando hasta el hoyo en el suelo. Ni siquiera cargaron con su cadáver. Sabemos que hicieron varias capas de enterramiento y cuando encontramos sus huesos nunca supimos que podían ser los de mi abuelo", relata Jesús Román, quien a sus 61 años busca a Teodosio Román de la Cruz, natural del pueblo palentino de Antigüedad, cercano a Baltanás.
Cuando la vida de Teodosio contaba los 45 años y mientras trabajaba en el campo, le dijeron que tenía que presentarse en el ayuntamiento. Sus antecedentes: haber sido el presidente de la Casa del Pueblo. Jamás se supo nada más de él. El hijo de Teodosio, padre de Jesús, también fue detenido en aquel instante, a la edad de 18 años, acusado de colgar banderas rojas: "Los franquistas se vengaron bien de él, primero enviándole a la primera línea de la batalla del Ebro, en su bando, claro, y después obligándole a hacer el servicio militar", cuenta Jesús.
Jesús: "A mi abuelo no lo metieron ni siquiera en una cuneta, sino que lo dejaron rodar por la ladera"
Las dos detenciones se produjeron en agosto de 1936, al inicio de la Guerra Civil, pero tienen su eco hasta el presente: "A mi abuelo no lo metieron ni siquiera en una cuneta, sino que lo dejaron rodar por la ladera, caer por la tierra cuando le acababan de matar. Y siempre lo decía mi padre, fallecido en 2006, cuando pasábamos por allí con el coche. Se paraba y lo único que decía era aquí están estos, y lloraba mucho el hombre", relata emocionado Jesús.
La vida después del fusilamiento
El periplo que sufrió Teodosio durante los dos meses que estuvo detenido previos a su fusilamiento impacta, más si cabe, por lo común que es: "Primero fue a la cárcel de Baltanás o una especie de convento que habilitaron para recluir a todos los sospechosos de ser demócratas y debe ser que en una de las sacas que hacían, de las que no queda papel ni registro en ningún sitio, le mataron y ya está", cuenta el nieto del republicano. Por ese tiempo, su familia tuvo que irse de Antigüedad ya que por las noches algunos vecinos iban a su casa con guadañas y escopetas a amenazarles de muerte: "Nos querían matar por rojos".
Aquel 8 de septiembre de 1936 también fue el trágico día de otros ocho vecinos de Antigüedad, a los que se sumó un gallego que se encontraba en el pueblo palentino y que formaba parte de las peonadas que bajaban a trabajar a Castilla. Jesús se ha criado en Bilbao, a donde fue su familia al huir del pueblo. Volvieron poco, pero una de esas veces fue por algo importante: "Mi abuela nunca recibió la pensión de viudedad porque en teoría Teodosio estaba desaparecido, bueno, le habían hecho desaparecer, y no constaba como fallecido. Un día, mi padre y mi tío volvieron a Antigüedad para intentar recabar dos firmas que dieran fe de que a mi abuelo le habían matado. Era todo lo que necesitaban, pero no lo consiguieron. Allí había, y hay, mucho miedo todavía", narra Jesús.
Años de investigación
Él mismo volvió a Antigüedad en 2001, fecha en la que empezó a indagar más sobre el paradero de su abuelo, y una de las cosas que más le sorprendió fue que "la gente, cuando entraba el rico del pueblo en el bar, el que más tenía, todavía se levantaban y se quitaban la gorrilla". "Y esto pasaba en 2001, eh. ¿Seguimos viviendo en Los santos inocentes o qué?", remata. Cuando empezó a hacer preguntas, no encontró respuestas: "Me decían que para qué removía aquello, que era algo de hace muchos años, que no iba a sacar nada. Yo no lo entendía, porque no buscaba ningún tipo de venganza, solo encontrar a mi abuelo y hacerlo por mi padre, por mí y por las generaciones del futuro", expresa el afectado.
Su padre, al que detuvieron junto a Teodosio, murió con la idea de que habían encontrado su cuerpo: "Se fue con esa idea, sí, le medio engañé un poco. Sabíamos que no iba a durar demasiado y le llevé al cementerio de Baltanás y le dije que en una de esas cajas estaban sus restos", en palabras de un Jesús que espera impaciente los resultados de ADN.
Un testimonio aclaró que los cuerpos se enterraban en la zona del Portillo de Hornillos
El cementerio de Baltanás fue el lugar elegido para rendir homenaje a los 21 cuerpos hallados en la fosa del Portillo de Hornillos en 2004, pese a que no pudieron identificar a ninguno. Por ahora, todos se encuentran en el mismo panteón. Almudena García-Rubio trabaja en la Sociedad de Ciencias Aranzadi y colabora con la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). "En 2018 pensábamos que los cuerpos de los vecinos de Antigüedad estaban en una zona concreta, pero no les encontramos. Todo se quedó en el aire hasta que un testimonio nos dijo lo que todo el mundo sabía allí, que los enterraban en la zona del Portillo de Hornillos", comienza a explicar la experta arqueóloga.
La intervención anterior de 2004 desechó la idea de que los cuerpos fueran los de los vecinos de Antigüedad debido a sus características, pues los cuerpos aparecieron bastante revueltos junto con objetos como relojes, lapiceros, gafas y cucharas. "Por aquellos tiempos todo era trabajo voluntario. Sí que había equipo de expertos, pero no existía la posibilidad de cotejar los restos con pruebas genéticas, que es lo que estamos haciendo ahora", prosigue García-Rubio.
Así lo explica la experta: "Abrimos las cajas que habían en el panteón y seleccionamos las muestras en 2019. La ARMH tenía contacto con todo el mundo, además de que el pueblo de Baltanás fue muy castigado por el franquismo, con muchas víctimas, así que se suelen conocer muy bien los afectados. Todos ellos sabrán antes del verano si su familiar es alguno de los 21 cuerpos recuperados".
Un presente de memoria
Luis Miguel Barcenilla personifica esas "generaciones futuras" de las que hablaba Jesús. Tiene 22 años, está terminando el grado de Periodismo y actualmente vive en Bilbao, aunque su infancia y parte de la adolescencia la pasó en Antigüedad. Es uno de los bisnietos de Teodoro. "La memoria de mi familia ha estado como tullida, desconectada. Cuando preguntaba a mi madre sobre Teodoro, veía que ella también había alejado esa parte de la memoria. No es olvido, pero sí algo incompleto de todo aquello que le había contado su padre, hijo de fusilado", relata el joven.
Luis: "Quise dibujar el árbol de mi familia, pero hay un momento en el que se rompe"
Barcenilla contó en Twitter el posible hallazgo de su bisabuelo justo el 5 de mayo: "Ese día todo el mundo estaba hablando de las elecciones madrileñas y quería que la gente supiera que mientras nos centramos de los temas del día, de la agenda, también hay hallazgos que son resultado de años y años de trabajo antifascista y reparación". También reflexiona sobre la memoria: "Desde que me interesa la cuestión hice un ejercicio de genealogía: quise dibujar el árbol de mi familia, pero hay un momento en el que se rompe. No he tenido acceso a más información, ni por vía escrita ni oral, y me apena, porque eso es precisamente lo contrario a la memoria, a esos andamios tan necesarios para saber quiénes fueron y quiénes somos".
España es el segundo país del mundo con más fosas comunes después de Camboya. Esto es lo que dice el bisnieto del republicano al respecto: "Necesitamos que no haya ni un solo cuerpo debajo de la tierra para que el ejercicio sea totalmente reparador y se complete; y también una ley que realmente garantice e insufle a las asociaciones un poco de desahogo a nivel económico y burocrático para ayudar a los arqueólogos y todas las personas que se matan a trabajar".
La familia vive un tiempo de cierto desconcierto. La felicidad y la alegría de haber encontrado a su ser querido se contrapone el eterno sentimiento de injusticia que siempre les acompañó. Lo mismo sucede con la más de una decena de personas que esperan los resultados de las pruebas de ADN que determinarán si los restos hallados en la fosa del Portillo de Hornillos se corresponden con su familiar. Mientras el viento sigue moviendo los aerogeneradores del lugar, Jesús recuerda las primeras palabras que se encontró cuando empezó a investigar dónde podía estar el cuerpo de su abuelo: "Para qué remueves eso, me decían, que ha pasado mucho tiempo, que no iba a sacar nada".
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