Este artículo se publicó hace 4 años.
CoronavirusFamiliares de personas mayores denuncian que las residencias les impiden ver a sus allegados
A pesar de que las autoridades sanitarias de la Comunidad de Madrid niegan tal prohibición y mantienen que las visitas sólo se han restringido para reducir el riesgo de infección del coronavirus.
Manuel Tapia Zamorano
Madrid-
Familiares de personas mayores que se encuentran internadas en residencias de ancianos de la Comunidad de Madrid están mostrando su malestar –y en algunos casos indignación- ante la negativa de los responsables de estos centros para que puedan reunirse con sus allegados, como medida de prevención para evitar el contagio del coronavirus.
Los afectados asumen que, ante el elevado riesgo de contagio y la vulnerabilidad de este colectivo, se deben extremar las medidas de prevención, pero no entienden que se llegue a prohibir el contacto directo con los residentes y que en unos sitios se mantenga la prohibición y en otros no.
La Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Sanidad remitió el pasado domingo una serie de instrucciones a todas las residencias de la Comunidad de Madrid, tanto públicas como privadas, con el fin de disminuir el riesgo de infección de coronavirus entre las personas que residen en centros de mayores.
Esas medidas limitaban las visitas a los residentes a las “estrictamente necesarias” y establecían la prohibición de acceder a los centros a personas con sintomatología respiratoria, como tos o dificultades al respirar.
Fuentes de la Consejería de Políticas Sociales de la Comunidad de Madrid han insistido en que no se está prohibiendo a los familiares ver a sus mayores, sino que se les ha recomendado que, en la medida de lo posible, reduzcan esas visitas porque se trata de una medida preventiva fundamental para reforzar las medidas de higiene básicas de carácter general.
Sin embargo, este diario ha podido recabar el testimonio de personas a las que se les ha impedido ver a los familiares que tienen ingresados en centros de atención a mayores.
Es el caso de Vicente Hernández, un profesor de la Universidad Pontificia Comillas que tiene a su madre, de 91 años y afectada de demencia senil, en una residencia privada de San Sebastián de los Reyes (Madrid).
91 años y demencia senil
“Mi madre”, explica, “tiene un alto grado de dependencia y el único contacto con la realidad lo tenía en las visitas diarias que le hacíamos, en las que la hidratábamos, le poníamos cremas y le brindábamos un tipo de atención al que no siempre se llega con los protocolos de actuación establecidos en el centro”.
Hernández relató también el caso de su esposa, que tiene a sus padres en una residencia pública de Vallecas, a los que tampoco puede ver por decisión expresa de los responsables del centro.
Las autoridades sanitarias, indicó Hernández, trasladan constantemente el mensaje de que no se están prohibiendo las visitas de familiares, pero la realidad es bien distinta.
“Se han impuesto unos límites muy estrictos para evitar que alguien del entorno familiar pueda llevar el virus al centro y esto nos genera inquietud e intranquilidad. El pasado lunes, cuando se conocieron las instrucciones de las autoridades sanitarias, a los internos se les permitía encontrarse con sus familiares y dar un paseo. Pero a partir del día siguiente, coincidiendo con la explosión del número de casos de coronavirus, decidieron cortar por lo sano. Y estoy convencido de que como yo hay muchas más personas”, subrayó.
El docente lamentó que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anuncie medidas en favor de los sectores productivos y las empresas para que tengan liquidez y puedan paliar la crisis generada por el coronavirus, pero se olvide de habilitar partidas a fondo perdido para que los centros de mayores puedan tener más plantillas y trabajadores mejor cualificados.
“La falta de recursos de estos centros”, apostilla, “no es un problema de ahora. Su personal carece en muchos casos de la formación adecuada, cobran salarios bajos y soportan turnos de trabajo muy exigentes”.
En otra residencia privada de San Blas, este diario recogió el testimonio de un familiar que confirmó que las visitas han quedado prohibidas hasta nueva orden por mandato expreso de las autoridades sanitarias.
Además, dijo que cualquier otro usuario que vaya a ingresar en el centro deberá pasar una cuarentena de 15 días, en los que tendrá que permanecer solo en una habitación y, de acuerdo con la decisión de los responsables del centro, sin poder recibir visitas.
La dirección de la residencia ha recomendado también a las personas mayores que, con excepción de quienes necesiten asistencia, no salgan de sus habitaciones hasta nuevo aviso.
Por su parte, desde LARES, una de las tres patronales que forman parte del sector de ayuda a personas mayores, junto con AESTE Y AMARES, reconocen que en sus centros se están restringiendo las visitas de familiares a una única persona por día y por un tiempo inferior al establecido habitualmente, aunque niegan tajantemente que se estén estableciendo prohibiciones en este sentido.
Sin ánimo de lucro
LARES es una entidad sin ánimo de lucro que tiene abiertos un total de 1.050 centros en España en los que se presta servicio a unas 54.000 personas que mayoritariamente son ancianos, aunque la ayuda también alcanza a personas en situación de dependencia o con discapacidad y a otras con riesgo de exclusión social.
Un portavoz de la organización comentó: “Nosotros, a día de hoy, no hemos prohibido las visitas de familiares, pero sí estamos poniendo muchísimo cuidado con las medidas de higiene, y hemos suspendido, con carácter preventivo, los talleres de formación y actividades de ocio”.
Los responsables de LARES están aconsejando a los familiares que sólo acudan en casos estrictamente imprescindibles y reconocieron que, más que quejas motivadas por el recorte de visitas, están recibiendo muchas llamadas de personas interesadas en conocer los protocolos de actuación acordados por las autoridades sanitarias.
Por su parte, los trabajadores de residencias y centros de día también se encuentran desbordados por la situación que ha creado la propagación del virus.
Una terapeuta ocupacional que trabaja en un centro de día de Madrid, y que prefiere mantener el anonimato, explica que los usuarios son en su mayoría personas con edades superiores a los 75 años, que presentan pluripatologías y que siguen acudiendo en buen número a estas unidades de asistencia.
Muchas familias han decidido, por precaución, no acudir en los últimos días, pero la trabajadora indica que muchas otras hacen caso omiso a las peticiones de las autoridades sanitarias y siguen llevando a los mayores a los centros, con el riesgo de contagio que eso supone para ellos.
Entrada y salida de gente
“Los centros de día”, destaca, “generan una entrada y salida constante de gente, desde las ocho y cuarto de la mañana hasta las seis de la tarde. constante de personas. Hay centros que están registrando hasta 160 usuarios al día y otros se quedan en 120. Nosotros, como trabajadores, somos conscientes de que tenemos que venir, pero pedimos que a los usuarios no los traigan. Yo puedo contagiarme pero soy una persona joven y puedo contraer una neumonía o una mala gripe y puedo recuperarme, pero las personas mayores tienen más difícil esa recuperación. Es imposible protegerles de esta manera”.
En el plano sindical, el secretario del sector de la Administración Autonómica de CCOO de Madrid, Javier Díaz Toral, tiene muy claro cuál es la prioridad en relación con la crisis del coronavirus. “En este caso, todos tenemos que remar en la misma dirección para controlar la propagación del virus, porque no sé si alguien no se está enterando de que estamos en una situación grave de alerta sanitaria”, asegura.
Para el dirigente sindical, todos deberían ponerse en el lugar de las autoridades sanitarias y de los responsables de los centros de mayores, cuya única preocupación debe ser la de controlar en lo posible la propagación del coronavirus y atender lo mejor posible a los usuarios.
“En una situación de emergencia sanitaria hay que evitar los discursos fáciles y demagógicos. Hay que poner remedio a la situación y todos debemos colaborar. Yo estoy del lado de los que ahora lo están pasando mal, los trabajadores sanitarios y las personas afectadas. Las frivolidades, cuantas menos mejor”, remachó.
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