Este artículo se publicó hace 4 años.
Retrato del adicto al juego online y las casas de apuestasDe evadirse a engancharse: así se vuelven ludópatas los jóvenes españoles
Las casas de apuestas proliferan en los barrios obreros, pero el perfil de los afectados es heterogéneo, advierten los expertos.
Madrid-
Los trazos del perfil de los jóvenes enganchados al juego online y a las casas de apuestas varían en función de cada uno, por lo que resulta complicado elaborar un retrato robot. "Cada caso es distinto, aunque el patrón es similar: empiezan a jugar como una forma de ocio y de interacción social, muchas veces con alguien que ya lo ha hecho y les enseña", explica Bayta Díaz, psicóloga de la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata (APAL).
El gasto, en principio, es limitado, si bien paulatinamente aumentan las cantidades, lo que termina afectando a su bolsillo. "Algunos lo dejan por una cuestión económica, pero otros siguen jugando para recuperar lo perdido. Sin embargo, pese a que ésa es una de las motivaciones, el problema reside en que el cerebro les pide jugar. Ahora bien, si ganasen no ingresarían el dinero en su cuenta, sino que lo emplearían para seguir apostando", afirma Díaz.
El perfil de los ludópatas que acuden a la Unidad de Juego Patológico del Hospital de Bellvitge, dirigida por la psiquiatra Susana Jiménez-Murcia, ha ido cambiando. Entre 2015 y 2019 se duplicó el número de consultas por apuestas deportivas, hasta el punto de que superaron los cuatrocientos pacientes. El 96,3% eran hombres y el 16,4% poseía estudios universitarios, un porcentaje superior al de los enganchados a otros juegos, explica la responsable del centro médico ubicado en Hospitalet de Llobregat, en Barcelona.
Más de un centenar de las personas que acudieron entre 2015 y 2018 a las consultas por todos los trastornos de juego tenían entre dieciséis y veintiuno. O sea, 110 de 3.531, lo que representa un 3,1%. Aunque no supone una novedad que el 98,2% fuesen varones, llama la atención que un 2,8% aún no había cumplido la mayoría de edad. El porcentaje sube con la edad: un 17,4% tenía entre 22 y 31 y un 16,1% entre 31 y 35. Jiménez incluso recuerda el caso de un niño que comenzó a jugar a los doce años y tardó cuatro en pedir ayuda.
El porcentaje de mujeres, en cambio, aumenta cuando la adicción es causada por las máquinas tragaperras y el bingo. "Las apuestas deportivas son más frecuentes entre los hombres, porque socialmente el deporte está más asociado a ellos. Ese afán por los partidos y las competiciones puede llevar a que apuesten más que ellas", razona Ángela Ibáñez, responsable de la Unidad de Ludopatía del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
Biotipos de jugadores
El psiquiatra José Ramón López-Trabada establece la existencia de tres biotipos. El primero sería el jugador social: jóvenes que se agrupan, juntan dinero y lo apuestan entre todos. "Se convierte en su ocio de fin de semana, pero alguno se escinde de la pandilla, empieza a hacerlo a veces solo, el hábito pasa a ser individual y termina desarrollando un trastorno adictivo", enumera el coordinador del Programa de Ludopatía del Hospital 12 de Octubre de Madrid.
El segundo sería un chaval con una conflictividad emocional o afectiva que busca una conducta que le ayude a evadirse de esa situación, mientras que el tercero empieza a jugar por el factor del riesgo. "Aunque no sea una aventura, procuran la adrenalina que les proporciona ganar y, cuando se acostumbran, terminan desarrollando una dependencia", señala López-Trabada, quien matiza que todos pueden compartir algunas características.
En 2015, entre el 80 y el 90% de los pacientes que acudían al Consorci Sanitari de Terrassa (CST) estaban enganchados a las tragaperras, mientras que solamente entre un 1 y un 2% solicitaban ayuda por su adicción a las apuestas deportivas. Cuatro años después, la cifra ha aumentado hasta el 20%, indica la psicóloga Núria Aragay.
"Son ludópatas más jóvenes que llegan a nosotros a partir de los dieciocho, pero empezaron a jugar antes. Si la media de edad antes superaba los cuarenta, ahora se sitúa entre los veinticinco y los treinta", concreta la coordinadora de la Unidad de Atención al Juego Patológico y otras Adicciones No Tóxicas del CST.
Según el Estudio y análisis de los factores de riesgo del trastorno de juego en población clínica española 2017, coordinado por la Dirección General de Ordenación del Juego con la participación del Hospital de Bellvitge, la edad de inicio media es de veintiún años, aunque el 36% de los participantes en la investigación lo hizo antes de los dieciocho.
Menores y control paterno
Una investigación realizada entre 3.200 escolares de Santiago de Compostela y su área metropolitana reveló en 2017 que la incidencia del juego online en los menores gallegos "sigue avanzando vorazmente". Un 1,5% de los niños entre doce y diecisiete jugaban en 2010, pero la cifra pasó al 6,4% en 2016 y ya alcanzaba el 8,4% al siguiente. El incremento en siete años había sido del 500%. La mitad empezó a apostar con quince o menos.
El reciente Estudio sobre menores y juego en la comunidad gallega, coordinado por Antonio Rial, profesor de la Facultad de Psicología de la Universidade de Santiago, muestra que uno de cada cuatro menores apostó alguna vez en su vida y un 10% lo seguía haciendo en 2019. El muestreo, en este caso de 9.000 adolescentes, reflejaba que en el 61% de los casos su padres lo sabían.
En cambio, su papel es "fundamental", pues las tasas de jugadores se duplican cuando los progenitores no limitan el uso del móvil e internet, mientras que llega a multiplicarse por cuatro cuando no les aconsejan un uso responsable y por seis cuando los chavales llevan el teléfono a clase y navegan a partir de medianoche.
Su modalidad de juego preferida son las apuestas deportivas, realizadas en bares y cafeterías, pues en el 80% los locales no les exigían el DNI. Uno de cada diez reconoce que podría estar teniendo problemas con el juego, lo que, extrapolando las cifras, supondría el 2% de toda la población de adolescentes gallegos.
"A nivel psicológico, suelen presentar menores niveles de autoestima y asertividad, lo que los hace menos resistentes a las presiones del grupo y del entorno", concluye la investigación. "Presentan además niveles más elevados de impulsividad, siendo este último elemento de especial relevancia dado que la red propicia precisamente las conductas impulsivas", advierte el trabajo coordinado por Antonio Rial.
Barrios humildes
Un reciente informe del sociólogo Vicente Pérez Quintana elaborado por encargo de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) refleja que las empresas de casas de apuestas eligen zonas en las que los alquileres son más baratos, la renta de los residentes es inferior a la media y su estatus social es "menos privilegiado".
Es el caso de los barrios obreros del sur y del este de la capital, donde la población tiene menos estudios, sufre más el paro y la proporción de extranjeros es mayor, señala el análisis, que alude a las excepciones en una radiografía que advierte de la peligrosa proximidad de muchos locales a los centros educativos, como puede verse en este mapa de la web stopcasasdeapuestas.com, donde se identifican cuatrocientas.
Aunque el informe localiza más de medio centenar de colegios con establecimientos ubicados dentro de un radio de cien metros, la distancia mínima que establece la Comunidad de Madrid, más de la mitad de los institutos de secundaria y bachillerato se encuentran a menos de 250 metros de un local de apuestas y casi todos a menos de medio kilómetro, un breve trecho que las asociaciones de vecinos consideran insuficiente.
"Han cerrado algunos en barrios nobles, pero han abierto otros en zonas más deprimidas, que han sufrido una invasión", afirma López-Trabada, quien atribuye una de las causas a "la supuesta facilidad de salir de una situación precaria a través del dinero fácil, una zanahoria que muchos muerden al principio" hasta que el falso atajo se transforma en una adicción.
El coordinador del Programa de Ludopatía del Hospital 12 de Octubre subraya que, en estos casos, el juego funciona como una "solución mágica" para ganar dinero o pagar una deuda, una motivación menos frecuente en adictos con una mayor renta. No obstante, subraya el psiquiatra, afecta a jóvenes de diversas condiciones socioeconómicas, aunque las consecuencias son peores cuando las familias cuentan con menos recursos.
Bayta Díaz reconoce que si las empresas proponen las apuestas como una forma de ganar dinero rápido, el mensaje podría ser asimilado por colectivos vulnerables, como los desempleados. "Sin embargo, la mayoría de las personas que piden ayuda no son a priori más frágiles, por lo que en ese sentido no observamos un patrón patológico previo", explica la psicóloga de la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata (APAL).
"Con excepciones, hoy todos los jóvenes son precarios y es normal que con dieciocho años no tengan pasta. Pero al principio, como no implica mucho coste, si juegan cinco euros y ganan cien, imagínate lo que supone para un adolescente", añade Díaz, quien desmonta uno de los tópicos de la ludopatía entre la juventud y deja claro que atiende a chicos sin dificultades económicas: "Universitarios, inteligentes y de familias estructuradas".
Tíscar Espigares, responsable de la Comunidad de Sant'Egidio en Madrid, está convencida de que sí es un colectivo especialmente indefenso, aunque sostiene que la ludopatía también afecta a otras franjas de edad. "Es un problema gravísimo que se ceba con las personas con menos recursos. No sólo con los chavales, sino también con ancianos que reciben pensiones mínimas que terminan gastándoselas en apuestas".
En Barcelona, Susana Jiménez-Murcia destaca que el nivel económico de la mitad de los pacientes entre los dieciséis y los veintiún años tratados desde 2005 es bajo, mientras que el del 42% es medio-bajo. La psiquiatra del Hospital de Bellvitge cree que otras características los sitúan en el centro de la diana: casi todos viven en barrios humildes y el 53% sólo tiene estudios secundarios. "Ahora bien, a nivel clínico hay mucha variabilidad en la adicción".
El juego y el jugador online, en cifras
Los jóvenes de dieciocho a veinticinco son los que menos gastan en juegos online. En concreto, una media de 189 euros, lejos de los 697 que destina la franja entre los 36 y los 45 años, según el Análisis del perfil del jugador online 2018, elaborado por la Dirección General de Ordenación del Juego. Ese ejercicio, los depósitos y las transacciones (ingresos o gastos) subieron un 27%, correspondientes a 1.476.385 jugadores activos, un 5,84% más que en 2007.
Un 84% son hombres y un 83% tienen entre dieciocho y 45. Es esencialmente un jugador de apuestas (1.142.487 personas). La mayoría de ellos, un 67%, jugó a un solo segmento: el 48% a las apuestas, el 8,03% al póquer, el 5,66% al casino y el 1,35% al bingo. La Dirección General del Juego lo define en términos estadísticos como un varón de treinta a cuarenta que gasta unos 500 euros al año en apuestas deportivas.
Las cifras son jugosas, según el Informe anual de mercado de juego online estatal 2018, que refleja un movimiento de 17.349 millones, un 30,5% más que en 2017. El margen del juego (GGR) fue de 699 millones, un 25,4% más que en el año anterior. El GGR (del inglés Gross Gaming Revenue) es el importe total de las cantidades dedicadas a la participación en el juego, deducidos los premios satisfechos por el operador a los participantes.
El margen de juego de las apuestas deportivas fue de 365 millones, el porcentaje más alto de todos los segmentos, con un 52%, lo que supone un incremento del 18% respecto a 2017. Le siguen el casino (34%), el póquer (11,7%), el bingo (1,9%) y los concursos (0,15%), según el estudio, elaborado por la Dirección General de Ordenación del Juego, que muestra un gasto en marketing de 328 millones de euros, un 48% más que en 2017.
Alternativas de ocio
Pese a las suculentas ganancias de los 37 operadores de apuestas online, muchos jóvenes confían sus ahorros al azar. "Quedan para salir de marcha y el punto de reunión es el salón de juego. Su razonamiento es que si apuestan cinco euros y sacan cincuenta, tendrán dinero para correrse una juerga. Piensan que tienen habilidades o conocimientos para multiplicar su dinero, sin percatarse de los trucos de las empresas", explica Bayta Díaz.
Muchos, según ella, adolecen de falta de planificación y de visión de las consecuencias a largo plazo. Otros buscan evadirse de sus problemas o terminan introduciéndose en la dinámica por falta de opciones de ocio. "Algunas causas responden a las características propias de la juventud, aunque no sucede así con todos", matiza la psicóloga de la Asociación para la Prevención y Ayuda al Ludópata (APAL).
"Como cualquier trastorno psicológico, la ludopatía se debe a una suma de factores. Hay que desterrar ciertos tópicos, como cuando se acota la adicción a personas con pocos recursos o con problemas mentales, porque es una percepción sesgada de la realidad", añade la terapeuta. Hay circunstancias que suponen un riesgo, pero tener menos dinero no deriva en una adicción, como gozar de una estabilidad psíquica tampoco la previene.
Sus preferencias son las apuestas por internet, así como las loterías y las máquinas recreativas con premio, según el Estudio y análisis de los factores de riesgo del trastorno de juego en población clínica española. Además, los jóvenes entre dieciocho y 35 años son los que gastaban dinero en más tipos de juegos diferentes, según el trabajo, mientras que su relación con las apuestas online superaba el 56%.
En cuanto al juego presencial, las asociaciones de vecinos han emprendido una cruzada contra las casas de apuestas, al tiempo que denuncian la falta de alternativas de ocio en los distritos más deprimidos. "En los barrios nobles tienen otras opciones para emplear su tiempo libre y quizás no se plantean ver calentitos el partido de fútbol en un local. Pero, ojo, la ludopatía no afecta sólo a poblaciones pobres ni con más paro", insiste Díaz. Para muestra, el caso de Manolo, que todo lo tenía y casi todo lo perdió.
"España es una timba"
"Instalan sus negocios en las zonas pobres de las ciudades, cerca de colegios, junto a institutos de secundaria, donde saben que venderán su mercancía con mayor facilidad y que conseguirán más clientes. Se anuncian en la televisión en horario infantil. Y contratan a ídolos de adolescentes como Cristiano Ronaldo o Rafael Nadal para sus spots", declaran a EP Luis Díez y Daniel Díez Carpintero, autores de ¡Jugad, jugad, malditos! (Akal).
En el libro, subtitulado La epidemia del juego en España: ludópatas y capos del azar, denuncian que diseñan juegos cada vez más adictivos, al alcance de la mano o de la calle, sin restricciones a menores. "Lanzan promociones agresivas. Desayuno gratis, bebida gratis, veinte euros gratis. La palabra gratis abunda en un negocio en el que no se desperdicia ni un céntimo". Técnicas de marketing agresivas para captar a los clientes.
Díez y Carpintero sitúan el auge del juego en un contexto de crisis económica, que provocó un aumento del paro y la precariedad. Entonces proliferaron las casas de apuestas en barrios deprimidos, cerca de parques y colegios. Y, en paralelo, el juego online, que "ha desbancado cualquier forma de juego presencial". Un dato: los salones y casas de juego recaudaron una media anual de 621 euros por familia. Y una conclusión: España es una "timba", hasta el punto de que en 2017 los juegos de azar representaron el 2,3% del PIB.
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