España es un referente internacional en transición energética y despliegue de energías renovables. El asentamiento de paneles solares y plantas eólicas ha permitido que el país bata récords y que, al cierre de 2022, las fuentes de energía limpia representen el 59% del total de la potencia instalada, según los datos de Red Eléctrica Española.

Esta posición preponderante, sin embargo, contrasta con el lento ritmo de descarbonización del sector del transporte. El vehículo eléctrico se ha convertido en el talón de Aquiles de las políticas ambientales del Estado español.

En 2014, las carreteras del país contaban con 2.832 vehículos eléctricos. Desde entonces, el mercado y las ayudas del Gobierno han permitido que la cifra se multiplique hasta los 65.684 en 2021, datos del Eurostat, y hasta los 97.729 en 2022, según los datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac).

Aunque la curva que representa a los coches eléctricos no ha dejado de crecer, el despliegue de vehículos libres de CO2 está lejos del compromiso que España se marcó con Europa a través del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC).

El Gobierno se comprometió llegar a los cinco millones de coches propulsados por batería eléctrica o pila de hidrógeno. Es decir, actualmente solo se ha alcanzado el 1,9% de la meta fijada para finales de siglo. Con siete años por delante, el país, según los ecologistas y expertos en movilidad, tiene mucho que hacer. 

Si se tiene como referencia el objetivo marcado para 2023 por el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, España debería disponer ya de 250.000 vehículos eléctricos matriculados. Es decir, el Gobierno solo habría conseguido el 39% de la meta fijada por Bruselas y estaría, con los datos provisionales de la industria, incumpliendo lo prometido.

La falta de puntos de recarga es uno de los elementos que generan inseguridad a los consumidores, según Anfac, y una de las razones que explican el ritmo lento del despliegue del coche eléctrico español.

Actualmente hay 18.128 estaciones asentadas por toda la geografía española y para 2023, según los compromisos del Gobierno con Europa, debería haber entre 80.000 y 110.000 electrolineras operativas.

Para Carlos Rico, de la oficina española de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente (Transport and Environment), el déficit de puntos de recarga es un elemento a tener en cuenta, pero no el único. "Hacen falta modelos asequibles", indica.

"La industria se empeña en producir SUV porque son los que les salen más rentables, pero el ciudadano medio no se lo puede permitir. Hacen falta modelos pequeños, como los que va a fabricar Volkswagen en Martorell, y que haya más coches eléctricos de segunda mano", argumenta el experto.

Rico reclama que las empresas electrifiquen sus flotas de vehículos porque "llegan mucho antes al mercado de segunda mano que los coches particulares".

Lejos de la media europea

España está lejos de liderar la descarbonización del transporte por carretera a nivel europeo. Las últimas estadísticas de Eurostat relativas a 2021 la ubican en undécimo lugar. Muy lejos de Alemania, que lidera la lista de países con más vehículos eléctricos con 618.460 unidades.

Si se tienen en cuenta todos los vehículos de transición, es decir, también las motorizaciones híbridas e hibridas enchufables, los datos tampoco dejan a España en buen lugar.

La cuota que ocupan todos estos coches en las carreteras del país es del 9,6%, mientras que en Europa es del 21,6%, según datos de Anfac. En Alemania, que lidera las estadísticas, el 31,4% de los vehículos que circula por las carreteras cuenta con motores electrificados.