Contigo dentro Celia Blanco: "No podría tener una pareja de derechas"
La periodista madrileña presenta 'Contigo dentro', el programa de sexo de la Ser, y escribe el blog 'Mordiscos y tacones'
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madrid, Actualizado:
Celia Blanco y el sexo. Parece que su voz lleva penetrando nuestros oídos desde la posadolescencia, pero apenas han pasado tres años en antena: Contigo dentro, las madrugadas del domingo al lunes, en la Ser. Antes, la tele.
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Luego están el Patillas, su marido, y el Moco, su hijo. “Me empeñé en no tener familia hasta poder elegir la que quería”. Escogió a un fotógrafo alto, fornido, de manos gruesas y, claro, patillas pobladas. “Mi chico quería ser padre, pero yo no quería ser madre. Me dejó, volvimos y me preñó. Todo en la misma tarde. El paquete completo”.
Acostumbrada a socializar durante su trabajo —aunque ello implique documentarse en orgías o sesiones de sadomaso—, cuando deja de ser periodista criba: relaciones, momentos, personas, ocio… Vive en la plaza Mayor de Madrid, donde extiende su compás y traza una circunferencia vital cuyo radio no abarca más de dos kilómetros: el territorio de La Tana.
Nacer en un lugar concreto es algo circunstancial. A ella le tocó en el antiguo Hospital del Aire de la calle Arturo Soria, pero su vida transcurrió en Getafe hasta que, mediada la carrera de Periodismo en la Complutense, su madre se separó y se fueron a vivir juntas a la calle Cervantes, en el hervidero del barrio de las Letras. Luego se compró un apartamento en la calle Echegaray, aunque el Moco estaba de camino y se fue a vivir a “un sitio infecto”, una urbanización en medio de la nada, cuando la nada empezó a vestirse de ladrillo.
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¿Por qué radio y por qué sexo?
Jamás había hecho radio. Yo caí en la tele y me quedé. Hacía prácticas en La Voz de Almería, pero me dieron una beca de verano en TVE y luego empecé a trabajar en una productora que vendía contenidos al ente publico. El programa Paralímpicos me permitió viajar por todo el mundo. Tenía veinticinco años y era feliz.
Trabajó en casi todas las cadenas, hasta que un día no le renovaron como reportera del programa Fabricando: Made in Spain. Usted ha dicho que la tele la ha escupido. “Tienes 41 años”, le reprocharon. ¿Así de cruel?
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Contigo dentro desplazó a Los Toros, de Manuel Molés. Algunos taurinos se mosquearían, pero otros quizás se engancharon a su programa.
La reinvención.
Absoluta. Aunque antes ya había escrito sobre sexo. De hecho, La Esfera de los Libros me propuso publicar Con dos tacones a raíz del blog Cuando dejamos de soñar con ser princesas, donde contaba lo que me daba la gana con total honestidad. O sea, que me ponen las cicatrices, cómo me gustan las manos de mis amantes, que soy bisexual…
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A ver esas manos…
¿Pero cómo le gustan las manos?
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Ese hombre se habituó a escuchar comentarios sobre la del sexo de la Ser, al tiempo que presumía de la periodista que terminó convirtiéndose en su pareja. Porque Celia, antes de hablar de sexo en la radio, durante veinte años había ejercido en la tele de reportera, guionista, redactora, tertuliana, presentadora y enviada especial. Si a Blanco se la tragó la edad, como también sucede en el cine con las actrices, afortunadamente nos la devolvieron las ondas. Tiene voz de radio, una voz que sale de adentro y apuntala el silencio, que lo llena todo.
¿Vivimos en tiempos de amor o de desamor?
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Bajo cierta pátina de modernidad, ¿aún somos un país conservador y casposo?
Claro, fíjate en quién gobierna y en la derecha postiza y recalcitrante que le resta votos. Lo que pasa es que la gente de izquierdas no es capaz de unirse frente a un conservadurismo que quiere hacernos mucho daño.
“Algo habrás hecho”.
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Todo ello ha comenzado a visibilizarse a raíz del movimiento #MeToo.
Ahora las mujeres exigimos que se nos trate de una determinada manera. Hay que educar a nuestros hijos en el respeto y en el feminismo.
Usted ha criticado la falta de educación sexual en los colegios. ¿Cómo le explicó a su hijo que era bisexual?
Me lo preguntó a los siete años cuando iba a dar una charla sobre bisexualidad. Le dije: “A mamá le gustan mucho las mujeres y, a veces, ha estado con mujeres. Pero a mamá también le gustan mucho los hombres y, en especial, tu padre, por eso está con él. Mamá es bisexual”. Cuando terminé de explicárselo, su padre añadió: “A papá le gustan mucho las mujeres y, no sabe por qué, está con tu madre y es feliz. Papá abraza y besa a sus amigos, aunque nunca va a tener un novio porque no le atraen. Papá es heterosexual”. Mi hijo siguió andando tan tranquilo, lo asimiló y, cinco pasos más adelante, dijo: “Mami, a mí ahora me gustan mucho las niñas, pero hay algún niño de quinto que me parece que está bien. ¿Soy bisexual?”. Y le respondí: “Tú no te preocupes, cariño, que ya te lo contestarás a ti mismo”.
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Después de Con dos tacones, publicó Aquí se viene muy bien follado (LeTour 1987), ilustrado por Gustavo Otero. Los dibujos del argentino ya habían acompañado los textos de Joaquín Sabina y Juan José Millás en Interviú, la revista con la que usted se crio. Siempre ha dicho que le hubiera gustado ser la chica de portada.
Claro. No tengo un físico de portada de revista, pero también es una reivindicación: ¿por qué una tía de lo más normal no va a ser portada de Interviú? Durante los últimos años, todas las tías eran recauchutadas de la tele y yo echaba de menos una teta buena, de verdad.
Feminista, a su manera.
Respeto ese feminismo que dicta que yo no me puedo exhibir como me da la gana, pero yo nunca criticaría a alguien que se exhiba. El egocentrismo lo sufrimos muchas personas, mujeres y hombres, y cada uno lo canaliza como quiere. Interviú ha sido una revista mítica que estaba presente en mi casa, porque mi padre la compró toda la vida. Aprendí mucho con el semanario, donde vi por primera vez a una mujer desnuda y a una transexual, Bibiana Fernández, entonces Bibi Andersen.
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¿El amor existe o lo inventaron unos grandes almacenes?
Claro que existe. Yo me he enamorado y estoy enamorada hasta las trancas.
La vida en pareja provoca roces. ¿El deseo se marchita? ¿Lo doméstico es el demonio?
Cuando convives con alguien, tienes que compartir tu espacio, porque hay que dejar claro que la intimidad es tuya. Los roces son inevitables, pero no creo que el deseo se marchite, sino que se manifiesta de otra manera. A mí me siguen metiendo mano todos los días y llevo trece años con la misma persona.
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En Con dos tacones, varias mujeres confiesan sus fantasías sexuales. ¿Cambian con los años? ¿Se simplifican o, al contrario, se sofistican? ¿Tienen fecha de caducidad?
¿Las fantasías hay que materializarlas o dejarlas tal cual para que sigan siendo fantasías?
¿El cuerpo le pide una novela?
¿Qué le gustaría hacer en el futuro?
Escribir, aunque reconozco que me costaría mucho imaginarme mi vida sin la radio. Ojalá que esté presente durante el resto de mi carrera profesional. Me encantaría escribir novelas y hacer colaboraciones puntuales en radio y prensa escrita. Quiero ser Soledad Gallego-Díaz, pero sin sus responsabilidades como analista política. Déjenme analizar el sexo a ese nivel y, al mismo tiempo, ser ella. Si de mayor me dejaran ser como Soledad, sería muy feliz.
Laureano Oubiña le ha exigido a la productora de la serie Fariña un millón y medio de euros por el “daño moral” que le han provocado unas escenas sexuales protagonizadas por los actores que lo encarnan a él y a su difunta esposa. Es como si los delitos de narcotráfico no tuvieran importancia, pero el sexo ni tocarlo…
¿Qué ven con peores ojos los gallegos: el sexo o el narco? Pues hay mucha gente que sigue viendo con peores ojos el sexo que el narco. Y, frente a esa visión, fíjate lo que está haciendo Rafael Cuíña en Lalín con la Festa do Orgullo. ¿El hijo del exconselleiro del PP Xosé Cuíña llenando el pueblo de maricones? Yo hago pico y pala con la educación sexual, pero el alcalde de Lalín la está taladrando. Llena el pueblo de jugadores de rugby que se dan besos y arrumacos como los osos de Chueca, de hombres y mujeres transexuales, de gais y bisexuales… Y, en esa labor de visibilización, consigue que una niña de quince años se suba a un escenario y, delante de sus compañeros de instituto, diga cómo se llama y que es lesbiana.
Es muy selectiva con la televisión. No ve las privadas, excepto El Intermedio.
Yo pago por ver buena tele. No quiero que me embrutezcan. He trabajado mucho en ese medio y sé perfectamente cómo se manipula. Lo que está pasando ahora en TVE sucedió antes en Telemadrid. Sin embargo, nosotros no nos vestimos de negro porque no fuimos tan valientes y porque había un montón de gente que vivía de puta madre haciendo esas mierdas.
¿Se imagina a Podemos acostándose con Ciudadanos?
Pactando políticamente, no; pero en la cama, sí. Me imagino perfectamente a cualquier miembro de Podemos con otro de Ciudadanos. Desgraciadamente para mi currículo político, me he acostado con tíos de derechas. Ahora bien, no podría tener una pareja de derechas. No creo que fuese posible una relación larga.