Este artículo se publicó hace 3 años.
Emergencia climáticaLa crisis climática dibuja una España marcada por la sequía, largas olas de calor y pérdidas económicas
Un informe promovido por la Oficina Española de Cambio Climático alerta sobre las consecuencias que tendrá la emergencia climática en el Estado tanto a nivel ecológico como económico.
Alejandro Tena
Madrid--Actualizado a
"La política no puede caminar de espaldas a la ciencia", dice Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente. Sus palabras hacen referencia a los resultados del último informe promovido por la Oficina Española de Cambio Climático, que dibuja un escenario marcado por la subida de temperaturas, el predominio de las sequías, la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos y la degradación de los mares. Todo ello, con unas consecuencias directas en la economía del Estado.
Según las estimaciones de este informe, en un escenario ambicioso de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, las temperaturas máximas anuales subirán una media de 2ºC para finales de siglo. Sin acciones dirigidas a la descarbonización la situación podría empeorar y dejar una subida drástica de los termómetros, con temperaturas máximas anuales de hasta 6,4ºC. Las mínimas, por consiguiente también subirán con una horquilla térmica que va desde 1,5ºC en el mejor escenario a los 5,5º en el peor de los casos. El calentamiento se traduce también en un incremento de los días cálidos anuales y la intensificación de las olas de calor, que durarán entre 15 y 50 días más que las 6 jornadas de media que duran en la actualidad.
El ascenso de temperaturas –que se enmarca en la tendencia de calentamiento global– viene acompañado de una reducción de los recursos hídricos, que, según el estudio, ya ha visto en la última mitad del siglo XX cómo se han reducido hasta un 20% en algunas partes de la península. El descenso de las precipitaciones, con 14 días de lluvia menos al año, favorecerá que aparezcan procesos de erosión de la tierra, con unas consecuencias graves para numerosas actividades económicas predominantes en España. En ese sentido, los expertos hablan de como la carencia de agua repercutirá negativamente en los cultivos, sobre todo en aquellos intensivos que requieren de ingentes cantidades de recursos hídricos para sacar adelante las cosechas. Pero también señala otros sectores como el turismo de montaña y nieve, cuya acumulación se reducirá hasta un 38% en las próximas décadas.
Por lo que se refiere a la agricultura, los campos de regadío se presentan como los más afectados, ya que en la actualidad representan el 65% de la demanda total de agua. La carencia de este recurso hace que a corto plazo, para el año 2030, este tipo de cultivos se vean mermados. Así, la producción de maíz o remolacha podrían experimentar una caída del 50% para finales de esta misma década. Por lo que se refiere al cultivo en secano, el informe menciona a los olivares –una especie crucial en la economía agrícola española– que podrían sufrir una bajada de rendimiento del 7%. Pero la producción no sólo se encuentra amenazada por un termómetro al alza, sino que la nueva coyuntura climática ya está favoreciendo la aparición de nuevas plagas de bacterias que deterioren las cosechas.
En cuanto a la ganadería, verá como la subida de las temperaturas mina los porcentajes de fertilidad de la mayoría de los animales de granja. Además, los termómetros superiores a los 33ºC multiplican por cinco las tasas de mortalidad de los cerdos y las temperaturas superiores a los 30ºC hacen lo propio con los pollos. Lo más alarmante, según el texto del informe, es la aparición de nuevas zoonosis ligadas al ganado, es decir, el salto de un virus de origen animal al ser humano. En ese sentido, los expertos mencionan la fiebre hemorrágica del Congo –que ya fue detectada en 2016 en un varón de 62 años– o la fiebre del Nilo Occidental, presente en algunas localidades de Andalucía durante el verano de 2020.
Fenómenos extremos y un litoral expuesto
La crisis climática también intensificará la frecuencia con la que aparecen los fenómenos meteorológicos extremos –danas, gotas frías o borrascas– lo que convertirá en habituales las escenas de inundaciones en las próximas décadas. Así, estos eventos extremos podrían afectar en toda Europa a más de medio millón de personas cada año y dejar daños económicos en los entornos urbanos y rurales de más de 17.000 millones de euros al año. De hecho, el litoral español ya está viendo como los temporales terminan desembocando en un importante gasto público desinado a reparaciones y reacondicionamiento de daños. Los datos del Ministerio para la Transición Ecológica revelan que en los últimos siete años las inundaciones y las precipitaciones extremas han dejado daños por un valor de 150 millones de euros.
La planificación urbana jugará un papel crucial para evitar pérdidas materiales y humanas en los próximos años, puesto que en todo el Estado hay más de 50.000 viviendas construidas en zonas inundables, según los datos de Ecologistas en Acción. Un ejemplo claro de esto es el Mar Menor, donde el Gobierno ya ha empezado a actuar con un Plan de Protección en el que se contabilizan 326 edificaciones levantadas en el dominio marítimo terrestre.
Las inundaciones no sólo tienen que ver con estos eventos extremos, sino que las estimaciones del IPCC (grupo de expertos en cambio climático de la ONU) apuntan a que el mar experimentará una subida global de entre 46 centímetros y 1,10 metros a final de siglo. Este dato, a priori insignificante, tiene unas repercusiones gigantescas en las zonas costeras. En el caso de España, el informe revela que, en 2040, las cotas de inundación subirán un 8% en la zona atlántica, un 6% en Canarias y hasta un 3% en el litoral mediterráneo. Esto supone la desaparición bajo el agua de hasta 3 metros de costa, con unas consecuencias graves para economía local. Los daños materiales por la subida del mar y las inundaciones asociadas a fenómenos extremos, según el informe, se sitúan en los 600 millones de euros al año para 2100. El turismo será el sector más afectado con una pérdida de viajeros del 20% para finales de siglo en el sur peninsular.
Mares cálidos, mares sin pesca
La crisis climática no sólo está propiciando una subida del nivel del mar, sino que hay un impacto físico-químico que está haciendo que sus aguas sean cada vez más cálidas (están absorbiendo el 90% del exceso de calor que se acumula en la atmósfera). Todo ello repercute, además, en la salinidad de los océanos y disminuye la disponibilidad del oxígeno, lo que supone un deterioro global de los ecosistemas marinos. Para finales de siglo, el Atlántico se calentará 2,2ºC, el mediterráneo subirá su temperatura entre 1,6 ºC y 3,1ºC y las aguas que rodean el archipiélago canario serán 2,4ºC más cálidas.
Con unos océanos cada vez más calientes, la distribución y la abundancia de las especies marinas –tanto vegetales como animales– quedará alternada por completo. Aunque habrá casos en los que algunas poblaciones crezcan, la mayor parte de las especies que habitan en las costas españolas caerán y se desplazarán hacia otras zonas. La sardina, el pulpo, el mejillón, el espadín, la maruca, el rape, la anchoa o el bonito del norte son algunas de los animales marinos que se verán más afectados.
De esta forma, el potencial de capturas pesqueras bajará entre un 20% y un 40% para finales de siglo y se mermarán los índices económicos de esta actividad que, según los datos de la patronal CEPESCA, supone al menos el 1% del PIB español.
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