madrid
Actualizado:Grecia es caos. El país heleno ha quedado sepultado bajo unas intensas lluvias torrenciales; una DANA con tintes huracanados que los expertos categorizan como medicane y que se ha extendido también hacia Bulgaria y Turquía dejando, al menos, 15 muertos en la región. Las inundaciones han sacudido Atenas, Volos o la llanura de Tesalea y han dado un portazo radical al otro drama del país: los incendios.
En pocos días, Grecia ha visto cómo sus servicios de emergencia, desbordados, pasaban de trabajar para extinguir y controlar el incendio de Evros –el más grande de la historia moderna de Europa con más de 90.000 hectáreas calcinadas– a emprender labores de rescate, búsqueda de desaparecidos y labores de limpieza de ciudades y pueblos por las lluvias torrenciales que, en algunas zonas, han rondado los mil litros de agua por metro cuadrado.
En cierta medida, esta volatilidad meteorológica es un fiel reflejo de lo que la crisis climática puede desatar en Europa y otras partes del mundo. Carlo Buontempo, físico y director del Servicio Europeo de Cambio Climático Copérnicus, explica a Público que se trata de "eventos extremos" que se tienen que poner en un contexto si se quiere hablar de cambio climático.
"Se tiene que mirar hacia las tendencias. Es decir, estas DANAS, al igual que los incendios, siempre han estado en la región mediterránea, pero si miramos a la meteorología, observamos que los días que se pueden considerar de riesgo para que haya incendios o lluvias torrenciales son cada vez mayores, por lo que habrá más posibilidades de que ocurran", valora Buontempo, para recordar que aún se necesitan estudios de atribución para confirmar que el temporal griego responde a los efectos de la emergencia climática.
Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Española de Meteorología (AEMET), explica que aunque todavía faltan evidencias por confirmar, cada vez hay más indicios que hacen pensar que "este tipo de lluvias torrenciales son más enérgicas" debido a la crisis climática. Y este tipo de fenómenos meteorológicos adversos no puede entenderse de forma aislada.
Rubén del Campo: "Que un mar esté más caliente influye en la fuerza con que las lluvias torrenciales pueden caer"
De hecho, la intensidad con la que ha descargado el agua guarda una estrecha relación con el verano caluroso que ha dominado en Grecia. Al igual que ocurre con los incendios, las temperaturas altas no son el detonante de las llamas, pero sí el combustible perfecto para que el fuego se amplifique y avance descontrolado. Las altas temperaturas han convertido el mar Mediterráneo, durante los últimos meses, en un caldo con temperaturas en superficie inusualmente altas. "Que un mar esté más caliente influye en la fuerza con que las lluvias torrenciales pueden caer si se desata una tormenta", apunta Del Campo.
Mar Gómez, doctora en Física y responsable del área de meteorología del portal eltiempo.es, recalca que la temperatura elevada del Mediterráneo oriental ha estado "a estas alturas del arranque del otoño entre 2ºC y 4ºC más caliente de lo normal". Un mercurio que se convierte en un "ingrediente extra que influye" a la hora de desatar tormentas más virulentas. "Simplificando mucho, más temperatura del agua es igual a más evaporación y a más vapor de agua para condensar en esas grandes nubes".
Visión global del problema
El director de Copernicus incide en la idea de observar el problema de una forma más global. "Las DANAS que vimos en la península Ibérica existían antes y seguirán existiendo, pero en un clima donde la temperatura del mar cada vez va a ser más alta y, por tanto, con mayor disponibilidad de vapor, pueden ser más fuertes. Esto es algo que pasará casi seguro en todos los continentes. Sabemos que la sequía, que ahora esta presente, será más común y las dos cosas van juntas. Es decir, tendremos periodos más largos sin lluvia y por otro lado, cuando llueva, lo hará con más fuerza e intensidad".
Carlo Buontempo: "Las DANAS existían antes, pero con la temperatura del mar cada vez más alta pueden ser más fuertes"
Por lo que respecta a las temperaturas del Mediterráneo, Buontempo pone énfasis en la idea de que es algo preocupante que no afecta solo a ese mar. "Si miramos los océanos, si empezamos por el Atlántico, vemos que este año ha pasado lo mismo. La temperatura ha llegado a niveles nunca vistos antes, con 5ºC o 6ºC por encima del promedio en junio, lo que significa que la energía que se evapora aumenta. El análisis se puede quedar en la región atlántica, pero no, esa carga pasa también al Mediterráneo, que a su vez aumenta la carga de energía por la temperatura de sus aguas", detalla el físico, para explicar que todos los sistemas están entrelazados.
Los expertos coinciden en que las tendencias del cambio climático confirman unos veranos cada vez más cálidos que repercuten en otros factores que estas semanas se han visto en Grecia: la virulencia de los incendios y la mayor capacidad de descarga de las nubes en caso de un cambio atmosférico que traiga grandes tormentas. Esta es una cara más de la crisis climática.
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