Este artículo se publicó hace 2 años.
Diario de 120 días en prisión de dos activistas por la regulación del cannabis
Albert Tió y Víctor Segués publican un libro sobre su estancia en la cárcel de Lledoners, condenados por una intervención de marihuana en la asociación de usuarios Airam que dirigían en Barcelona.
Sevilla--Actualizado a
Albert Tió y Víctor Segués siguen cumpliendo la condena de cinco años de prisión que les impusieron por una intervención de marihuana en la asociación de usuarios que dirigían en Barcelona, pero ni aún así han dejado de trabajar por la causa de la regulación del cannabis. Acaban de publicar un libro con los diarios que escribieron durante los cuatro meses –unos 120 días- que pasaron en la cárcel de Lledoners antes de salir en tercer grado. Dicen que lo han escrito para visibilizar "la persecución" que sufre el activismo cannábico e, incluso, como guía de autoayuda para otros muchos que se encuentran o están a punto de entrar en prisión por las mismas razones que ellos.
Los autores del libro son dos de los más destacados activistas por la regulación del cannabis en España, sobre todo Albert Tió, que trabajó en primera línea para impulsar la ley catalana de asociaciones de usuarios, aprobada por el Parlament y luego tumbada por el Tribunal Constitucional por invasión de competencias del Estado. Y ambos tienen que dormir de lunes a jueves en un centro penitenciario de Barcelona desde que hace un año pasaron al tercer grado, además de cumplir semanalmente con los servicios en beneficio de la comunidad que incluye su condena: Albert, en un centro de día de personas con discapacidad, y Víctor, en labores de información a los usuarios en la Ciudad de la Justicia de la capital catalana.
La publicación de sus diarios en prisión les ha supuesto afrontar ahora nuevas tareas. Este sábado, en el que se celebra San Jordi y el Día Internacional del Libro, van a estar toda la jornada en la capital catalana firmando ejemplares en el stand de la editorial de Felipe Ibáñez, que es la que ha editado Luz verde a la libertad, que es como se titula el libro. "Luz verde" es el nombre que se les ocurrió a Albert Tió y Víctor Segués la mañana que accedieron al tercer grado y pudieron salir por primera vez a la calle tras cuatro meses encerrados, y es el nombre que le pusieron al primer partido cannábico de ámbito estatal que se ha constituido en España, otro proyecto en el que se han embarcado mientras cumplen su condena judicial.
En el libro, los dos activistas relatan sus vivencias, sus temores al enfrentarse a un mundo nuevo, cerrado, opresivo, a la cárcel. En una de las primeras cartas que Albert Tió hizo llegar a sus compañeros del movimiento por la regulación del cannabis, contaba: "Ya estamos aquí. Ya hemos llegado. Primera noche en la celda. Hemos completado el registro y la revisión médica. Peso 77 kilos y mido 1,77. Mientras nos registran las pertenencias, se pueden escuchar todo tipo de comentarios sobre los libros que he traído, de los que se han reído bastante, sin parecer que les importara que yo escuchase. Dos de los libros han sido escritos por dos de los presos políticos ingresados en este centro, Raúl Romeva y Jordi Cuixart. Y he oído comentarios como: Este es de la misma calaña, por esto les tendrían que aumentar la condena".
Y Albert Tió añade en la misma carta a sus compañeros activistas: "Sé dónde estoy y soy consciente de lo que supone, por lo que quiero centrarme en que mi estancia aquí sirva para el objetivo común de denunciar nuestra persecución y conseguir cambios legislativos para legalizar y regular el consumo y producción de cannabis, sea medicinal o recreativo". También habla de otras cosas más cotidianas; de la comida, por ejemplo, que les han dado al llegar a la prisión: "Teníamos la cena preparada para tomar en la celda y no estaba mal: macarrones, empanadas tipo San Jacobo, ensalada, pan y naranjas".
Estas son una parte de las anotaciones que hacían cada día los dos activistas, reflexiones personales, sociales, políticas, como si se tratara de una terapia para afrontar la falta de libertad, algo que nunca hasta entonces habían sufrido, y también como una manera de mantener viva la lucha por la regulación del cannabis que sostenían antes de entrar en prisión y que, de alguna forma, fue la que les llevó a ella.
"Víctor está más afectado, voy a intentar animarle"
En el diario de aquellos días que está incluido en el libro, Albert afirma: "Espero seguir tan fuerte como hoy durante mucho tiempo, a poder ser, toda mi estancia, aunque soy humano y puede que pase algún momento de bajón, pero me gustaría poder evitarlo. Víctor está más afectado y seguro que todo es más traumático para él, pero voy a intentar animarle para que no se venga abajo".
Por su parte, Víctor subraya en las anotaciones personales que hizo durante aquellos días de prisión: "No nos callarán. Encarcelándonos, galvanizan aún más la unión entre nuestro colectivo, en lugar de dividirnos, que es lo que pretenden. Nos apartan de la manada, pero no podrán ponernos un bozal. Y llegaremos hasta donde sea para alcanzar nuestros objetivos. El futuro no depende de los recursos mal distribuidos, sino de la capacidad para profundizar en el conocimiento de las cosas. Y han de meterse a resolver un problema que ellos mismos han provocado, porque si bien es cierto que en el Código Penal figuran nuestros hechos como delito, ¿por qué dan licencias a las asociaciones cannábicas para funcionar y cultivar colectivamente?".
"Una herramienta de transformación"
Ya fuera de la prisión, aunque todavía cumpliendo condena en tercer grado, Albert Tió explica a Público por qué cuentan ahora en un libro lo que supuso para ellos su estancia en prisión. "Ha sido una experiencia muy intensa, bastante dura, y queremos –dice- que sirva para algo, no sólo para contar que lo hemos pasado muy mal. Queremos que sirva como herramienta de transformación, para que se vea que resulta mucho más beneficioso legalizar el cannabis que mantener una situación que está destrozando muchas vidas, económicamente, familiarmente, personalmente, que hace pasar por esto a gente que no hemos hecho nada malo".
Al llegar a la prisión, Tió temía el trato que podía recibir allí dentro después de haber escuchado las risas a cuenta de los libros que había llevado para leer en las largas jornadas carcelarias. En la carta que envió a sus compañeros de lucha en la calle se preguntaba, incluso, si lo que escribía en su libreta, si las anotaciones de su diario que son la base del libro que acaba de publicar con Víctor Segués, iban a ser también leídas o inspeccionadas como parte del protocolo de control de seguridad de la cárcel. "Pero eso no va a reducir mi serenidad ni mi determinación", se respondía él mismo.
Todo eso que pasaron en prisión confía este activista que haya servido para algo: "Espero que haya servido para visibilizar una situación de persecución, de represión total, de criminalización de un movimiento que tan sólo busca legalizar el uso de una planta. Y a nivel personal, también espero que sirva para hacer ver que detrás de cualquier situación dramática hay aspectos positivos. En este sentido -añade-, el libro puede valer también como un libro de autoayuda para afrontar situaciones difíciles en un mundo tan difícil como el de la prisión".
Esa labor de ayuda ya la están llevando a cabo con activistas de países iberoamericanos, fundamentalmente de Chile, Perú y Argentina, que sufren procesos judiciales como ellos por cultivo de marihuana para consumo personal o colectivo, recreativo o medicinal, en asociaciones de usuarios de cannabis, que están ya en prisión o a punto de entrar. "Es un fenómeno global, no ocurre sólo en España", subraya Tió.
Esa red de apoyo surge del proyecto Last Prisoner, que lidera el popular activista de Estados Unidos por la regulación del cannabis Steve Deangelo, quien promueve la liberación de 40.000 personas presas en ese país por delitos relacionados con el cannabis sin pertenecer a organizaciones criminales.
Deangelo, considerado como el gran impulsor de la regulación y pionero de la industria del cannabis en el estado más rico y poblado de EEUU, California, es el autor del prólogo del libro de Tió y Segués, una especie de manifiesto sobre los beneficios económicos, sociales y medicinales que reporta la legalización de la marihuana, tal como se ha demostrado, a su juicio, en la mayoría de los Estados de su país donde ha sido aprobada.
"Los seres humanos hemos estado usando cannabis desde que nos convertimos en humanos –afirma Deangelo en el prólogo-. Encontramos la planta por primera vez en Asia Central, poco después de nuestra marcha primigenia fuera de África. Probablemente estaba al lado de un río. En las sociedades de cazadores-recolectores, los peces de los ríos proporcionaban una fuente de alimento relativamente fiable y permitían que los grupos nómadas se detuvieran y descansaran un rato. Para moverse por estos asentamientos, nuestros primeros antepasados despejaron las orillas de los ríos de árboles y arbustos, creando el tipo de tierra recientemente escampada en la que prospera el cannabis".
Nadie les comunicó la denegación del indulto
Los dos activistas catalanes autores de Luz verde a la libertad han tenido que afrontar un largo proceso judicial desde que en 2014 las fuerzas de seguridad intervinieron la marihuana con la que se abastecía su asociación de usuarios, Airam, hasta que en noviembre de 2021, siete años después, entraron en prisión para afrontar una condena que ahora siguen cumpliendo en tercer grado. Pero las sorpresas judiciales aún no han acabado para ellos. La última ha sido que el indulto que solicitaron fue rechazado por el Gobierno hace ya año y medio, algo de lo que nadie les informó.
Se enteraron hace sólo dos semanas, y de casualidad, cuando su abogado fue a los juzgados por otro tema y le comunicaron que el indulto que habían solicitado había sido denegado por el Gobierno español en una resolución firmada antes incluso de que ellos hubieran entrado en prisión por primera vez, según ha asegurado Albert Tió a Público. Entonces, los dos activistas ya habían recogido 15.000 firmas apoyando su petición de perdón para la condena de cinco años de prisión que les impuso la Audiencia Provincial de Barcelona, ratificada luego por el Tribunal Supremo.
En la solicitud del indulto, presentada el 23 de enero de 2021, se alegan, entre otros motivos, la labor que se lleva a cabo en las asociaciones y clubes de usuarios, como la que dirigían Albert Tió y Víctor Segués, para favorecer un consumo responsable y evitar el acceso al mercado clandestino, la desproporción de la pena impuesta y la preponderancia del derecho a la libertad sobre el de la salud pública que se considera dañada.
Entre las personas que firmaron para apoyar la concesión del perdón del Consejo de Ministros hay, según los activistas, diputados en parlamentos autonómicos y en el Congreso y otros cargos electos de PSPV-PSOE, En Comú-Podem, ERC, Compromís, IU, Bildu y Más País. Desconocedores de la decisión que ya había tomado el Gobierno, los dos activistas han seguido recogiendo firmas de apoyo al indulto, que ya se acercan a las 50.000, según Tió, quien asegura que, pese a todo, van a volver a solicitarlo.
Mientras estos dos activistas cannábicos cumplen su condena, en el Congreso de los Diputados siguen los trabajos de la subcomisión que estudia la regulación del uso medicinal del cannabis en España. Sin embargo, Albert Tió no se muestra muy optimista sobre los resultados de esa subcomisión. Cree que la ley que pueda salir de ella será "muy restrictiva", porque no permitirá el autocultivo de marihuana para los pacientes que la usan y dejará todo en manos de la industria farmacéutica que produce medicamentos con compuestos de esta planta. "Todo lo que sea un avance será bienvenido, pero no creemos que vaya a salir una propuesta justa. Nos quedaremos un poco igual que como estamos", se lamenta.
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