La crisis climática y los microplásticos comprometen la fertilidad en plena caída global de la natalidad
Determinados factores medioambientales como la exposición a pesticidas, la radiación, la polución o la presencia de productos químicos en los plásticos tienen un alto impacto en la salud reproductiva.
María Martínez Collado
Madrid--Actualizado a
Nuestras sociedades cada vez reúnen poblaciones más envejecidas. Esto no se debe solamente a una mejora de la calidad de vida y el envejecimiento, que da lugar a entornos más longevos, también está relacionado con el descenso de la natalidad que se ha experimentado en las últimas décadas.
Si en los años 50 del siglo pasado la tasa de fecundidad se situaba en 4,5 niños por gestante a nivel global, ahora el número de nacimientos se ha reducido a casi la mitad. De hecho, en España apenas se supera el 1,5 en el índice de fecundidad o, lo que sería lo mismo, descendientes por mujer. Las graves crisis económicas y la precariedad en la que viven buena parte de los hogares han influido decisivamente a la hora de que las familias decidan no tener hijos.
El precio disparado de la vivienda y la insuficiencia de los salarios han influido notablemente en que las nuevas generaciones tengan cada vez más difícil independizarse pero también que retrasen más la maternidad y la paternidad. Sin embargo, el contexto socioeconómico no es la única causa de este fenómeno, también lo son los efectos de la crisis climática.
"A nivel reproductivo todo nuestro entorno influye en nuestro organismo", explica a Público la doctora Juana Crespo, especialista en Medicina Reproductiva de Alta Complejidad.
"La polución que respiramos, la comida que ingerimos, el estrés al que estamos sometidos, los tejidos de la ropa que vestimos, así como determinados factores medioambientales como son la exposición a pesticidas, la radiación, la presencia de productos químicos en el plástico, como los ftalatos y el bisfenol (BPA), tienen un alto impacto en la fertilidad porque son disruptores (alteradores) endocrinos", señala. Si bien reconoce que todavía es pronto para conocer qué porcentaje de implicación tiene cada uno.
Químicos nocivos presentes en envases que usamos a diario
Estos disruptores, tal y como indica Crespo, generan "efectos dañinos" tanto en mujeres como en hombres, así como disminución de testosterona, mala calidad del esperma, ovarios poliquísticos y endometriosis, además de generar abortos espontáneos. "Si no hacemos nada desde el punto de vista medioambiental, la mayoría de las parejas podrían necesitar reproducción asistida para el año 2045", advierte.
El BPA, concepto al cual hace referencia la doctora, se puede encontrar en botellas de agua, envases de alimentos y tickets de supermercados. Mientras que los ftalatos "son aún más comunes y pueden estar presentes en los recubrimientos de píldoras, detergentes, esmaltes de uñas y lacas para el pelo". Por lo que nuestra exposición a ellos es bastante frecuente. De hecho, se estima que cada año se producen más de cuatro millones de toneladas de ftalatos en la fabricación de plásticos.
"También se usan en tubos de PVC que procesan alimentos, como la leche, yogur, salsas o sopas; o en el PET, tan utilizado en alimentación como son las botellas de agua, si bien no es a corto plazo o directamente tóxico", ejemplifica la directora médica del equipo Juana Crespo.
Afecta a ambos sexos
Aunque estos plásticos también tienen consecuencias a nivel vascular y circulatorio, y ya se investiga su influencia en el desarrollo de enfermedades autoinmunes; la doctora cuenta que su principal impacto es a nivel hormonal.
En el caso de las personas que tienen ovarios, los microplásticos pueden contribuir a la formación de quistes, endometriosis, alterando la estructura del útero y facilitando la formación de miomas uterinos. "Diversos estudios concluyen que mujeres expuestas a BFA tienen más problemas de fertilidad y una tasa de fecundación espontánea más baja", explica Crespo. Asimismo, ante un tratamiento de reproducción asistida, la fecundación e implantación también son más bajas.
En el caso de las personas que tienen pene, los efectos están relacionados con la cantidad y la calidad del semen. De acuerdo con los datos recogidos por la OMS, si en 1973 la concentración espermática era de 99 millones por mililitro, en la actualidad la cifra ha caído a los 15 millones.
"Las investigaciones sugieren que los productos químicos juegan un papel causal de esta tendencia a la baja. Aunque no examinaron las causas de las disminuciones observadas, el recuento de espermatozoides sí se ha asociado previamente con influencias ambientales y del estilo de vida, incluida la exposición a sustancias químicas prenatales, la exposición a pesticidas en adultos, el tabaquismo, el estrés, la obesidad, etc", aclara Crespo.
En este sentido, la doctora destaca que "la principal afectación de la exposición a ftalatos se produce ya a nivel fetal". En la primera etapa del desarrollo humano, antes de que los diferentes estilos de vida entren en juego, "los estudios han demostrado que, si se hay alteraciones en la señalización hormonal, estas pueden tener un impacto en la capacidad reproductiva masculina hasta la edad adulta".
Una variable que conviene considerar, pues, de acuerdo con la revista Environmental Science & Technology , se pueden llegar a encontrar más de 109 sustancias químicas en mujeres embarazadas.
En sintonía con lo detallado por la doctora Crespo, el estudio Enviromental factors in declining human fertility (Factores ambientales en la disminución de la fertilidad humana), publicado en la revista Nature, también advierte de los efectos nocivos de la contaminación. De hecho, el análisis señala que los efectos de la revolución industrial en la fertilidad pueden observarse apenas unas décadas después de la industrialización.
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