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¿VOTAMOS LO QUE LEEMOS? (II)

De centro para unos, de extrema derecha para otros: cómo los votantes de los diferentes partidos perciben a la prensa

Cuanto más cercana es la línea editorial de un periódico al programa ideológico de un partido, más de centro considerarán sus votantes al medio en cuestión. Mientras más se alejen, más extremistas se percibirán sus contenidos.

Un kiosko en Madrid. EFE
Un kiosko en Madrid. EFE.

¿Podría un votante del PSOE, Sumar o EH Bildu definir la línea editorial del periódico ABC como de centro? Probablemente no. Sin embargo, un votante de Vox, sí. Así lo demuestra la última parte de la serie ¿Votamos lo que leemos? para la que Público ha analizado los microdatos del Estudio sobre audiencias de medios de comunicación social, publicado por el CIS a finales de 2023.

En la entrega anterior se constató que, a pesar de que hay una correlación entre la ideología del lector y la línea editorial de sus medio de referencia, los consumidores de prensa siempre se autoperciben algo más progresistas que los principales medios que leen. Esto sucede, especialmente, entre las personas más de izquierdas. Esta vez Público ha querido ahondar en qué considera progresista o de centro cada persona. ¿Significa lo mismo la izquierda para un votante de Vox que para uno de ERC o del PSOE?

Para ello, se han utilizado las respuestas de todos los encuestados por el instituto sociológico sobre la ideología de seis conocidos periódicos: El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia, ElDiario.es y La Razón. Estas se han comparado con las estimaciones realizadas por aquellos que tienen como medios de cabecera estos medios.

Comparar la percepción que tienen los principales lectores de estos periódicos con la que tiene toda la población, vote a quien vote, permite observar cómo el sesgo ideológico de sus principales lectores desplaza hacia hacia el centro –ni muy de izquierdas, ni muy de derechas– al periódico que le resulta más afín ideológicamente. Y con ello, la percepción y credibilidad de sus contenidos informativos.

Así, por ejemplo, mientras que un votante de Sumar puntúa la línea editorial de El Mundo con un 7,1, es decir, de derechas, aquellos lectores que tienen al periódico de Unidad Editorial como su medio de referencia lo consideran de centroderecha, puntuándolo con un 6,6. Es decir, lo desplazan hacia el centro ideológico. Así lo hicieron los votantes de los partidos conservadores, PP, Vox y Coalición Canaria (CCa) al ubicar ideológicamente a El Mundo en el espectro ideológico de centro e incluso progresista.

Mientras que los que apoyan a los populares y a CCa consideran el medio fundado por Pedro J. Ramírez de centro –5,2 y un 5,5–, para los que votaron a la formación de Santiago Abascal, líder de Vox, este periódico es de centroizquierda –4,3–. Algo similar ocurre con ABC y La Razón. Ninguno de los votantes de las derechas consideran que estos medios tengan una línea editorial conservadora, a excepción del PNV y Junts.

Cuanto más cercana sea la línea editorial del periódico al programa ideológico de un partido, más de centro considerarán sus votantes a dicho periódico. Por el contrario, mientras más se distancie la marca del medio de la ideología del partido, más polarizados se perciben sus contenidos. Ejemplo de ello es que los votantes de los partidos regionalistas y con aspiraciones nacionalistas, independientemente de cuál sea su ubicación ideológica –PNV, EH Bildu, ERC y Junts–, son los que sitúan ideológicamente al diario ABC más a la derecha.

Así, tanto los lectores que se enuncian de izquierdas como los que se declaran de derechas, consideran que sus medios predilectos son los menos extremistas. De esta manera tienden a naturalizar las posturas políticas que nos resultan afines.

Los casos de Vox y EH Bildu

Probablemente, Vox y EH Bildu sean los partidos más opuestos ideológicamente de todos los que cuentan con representación en la Cámara Baja. Por ello, comparar cómo sus votantes perciben la línea editorial de los seis principales periódicos del país permite ver cómo la propia orientación política, entendida en este análisis como comportamiento de voto, influye en la manera en la que cada votante percibe la ideología de estos medios.

La principal diferencia entre los votantes del partido de extrema derecha y la formación nacionalista de izquierdas es que los primeros no consideran que ninguno de los seis principales medios seleccionados por el CIS tengan una línea editorial conservadora. Ni siquiera al diario monárquico ABC, al que únicamente los votantes de Vox perciben como de centro al puntuarlo con un 5,4.

En una tendencia similar, aunque menos extremista, también los votantes de EH Bildu sitúan en el margen ideológico de la derecha a aquellos medios con los que no tienen afinidad política. Concretamente, a La Razón, ABC y El Mundo. Sin embargo, a diferencia de la percepción que tienen los votantes de Abascal, los de EH Bildu sí identifican a ElDiario.es y El País como de centroizquierda.

¿Votamos lo que leemos?

"Leemos lo que leemos en base a preferencias ideológicas y partidistas" explica a Público Mariano Torcal, catedrático de Ciencias Políticas de la Pompeu Fabra y autor de De votantes a hooligans: la polarización política en España. Es decir, existe un sesgo ideológico que acerca a las personas a las narrativas que les resultan más familiares. Aunque esto puede ser potencialmente problemático, también es una dinámica bastante natural y no tiene por qué ser negativa. De hecho, ocurre incluso en las relaciones interpersonales, cuando se elige con quién hablar o discutir alguna cuestión. Según el experto en opinión pública, también en estos casos tendemos a acercarnos a los más afines.

La preocupación llega cuando aquellos medios afines se ven inmersos en procesos de polarización en el que se sirven de bulos y mentiras. Además, como estudió Torcal, la propia marca del medio polariza a sus lectores en una suerte de cámara de eco que derechiza a los de medios conservadores y que hace más partidistas a los más progresistas. De esta forma, alerta el experto, "si un medio difunde un bulo y después cuentas que efectivamente, era un bulo, ya da igual, porque ya ha calado entre la gente".

Una de las estrategias propuestas para enfrentar estas malas praxis es la mejora o endurecimiento de la regulación de los medios de comunicación. Una propuesta que ciertos sectores políticos y mediáticos miran con recelo. Otra opción es "la creación de un ente público verdaderamente neutral que permita que la profesión se autorregule", aporta Torcal. En paralelo, el catedrático cree que se deben endurecer las penas por la difusión de bulos, así como acelerar los procesos judiciales que estudian estos casos.

Las diferentes soluciones a esta problemática es un debate candente en la sociedad española desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (PSOE) anunciara a mediados del julio pasado un plan de regeneración democrática que comprendería medidas para mejorar la transparencia en los medios de comunicación, así como la reforma de los derechos al honor y la rectificación. Medidas que aún no se han concretado, pero que han colocado en la agenda interrogantes antes situados en los márgenes del debate público.

Sánchez hizo este anuncio tras conocerse la investigación judicial abierta contra su esposa, Begoña Gómez, por presunto tráfico de influencia en sus negocios, si bien aún no ha trascendido por qué caso concreto.  El instructor del caso, el titular del Juzgado de Primera Instancia nº41 de Madrid, Juan Carlos Peinado, tomó como punto de partida una denuncia presentada por la organización Manos Limpias que se basaba en varios recortes de prensa con afirmaciones que, según la propia organización denunciante, podrían no ser ciertas.

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