El Cañaveral y la americanización de los barrios: la vida en torno al coche
La vuelta a la rutina laboral y a las escuelas ha puesto a este joven barrio de Madrid en el centro mediático. La falta de dotaciones, la ausencia de transporte público y el aislamiento respecto al resto de la ciudad contribuye al colapso del tráfico.
Alejandro Tena
Madrid--Actualizado a
La musicalidad del nombre del barrio, El Cañaveral, contrasta con lo áspero que se dibuja el paisaje. En un páramo en el límite de la ciudad de Madrid, las grúas transforman de manera rápida y vertiginosa los solares rodeados por edificios blancos recién construidos donde ya viven miles de familias. Vivir, en este tipo de espacios, se reduce al término habitar, porque la vida como tal se desarrolla lejos. Las calles, algunas desiertas, otras a medio construir, no dan acceso más que a viviendas. No hay dotaciones, ni escuelas ni centros de salud, apenas existen los comercios y tampoco la posibilidad de acceder a una red de transporte que conecte con la ciudad. Todo se construye en torno al coche. Las necesidades se cubren fuera, por carretera.
Con la vuelta de las escuelas y de la rutina laboral, El Cañaveral se ha convertido en tendencia en las redes sociales. Los vecinos han publicado decenas de vídeos y fotografías para denunciar cómo la falta de dotaciones y el aislamiento del barrio –rodeado por las autopistas M45, M50 y R3– contribuye al colapso del tráfico en las horas punta.
"Yo estoy ya jubilado y me libro del tráfico, pero mi mujer sí se tiene que chupar todos los días un atasco para ir a trabajar. Los días que llueve es espectacular", explica Rafael Paris, residente del barrio y miembro de la Asociación de Vecinos El Cañaveral Avanz (AVECA). "Hay calles que no están funcionando, la gente tiene que moverse por donde puede y por donde le dejan. En este caso, lo más grave es que los accesos al PAU no están terminados y seguimos siendo una isla entre carreteras. Transporte público no hay; sólo dos autobuses que pasan cada hora y que además tienen que pasar por los mismos accesos, asi que se comen el atasco igual. Al final tienes que coger el coche sí o sí", resume.
Aunque El Cañaveral tiene sus particularidades y la problemática de los atascos se debe a la corta vida de un distrito todavía en fase de expansión y obras, el modo de vida es similar al de otros PAUS que se crearon a finales de los años noventa en las grandes ciudades de España y que beben de las dinámicas norteamericanas. "Es un modelo que surge en EEUU, en la década de los sesenta, bajo la idea de que los barrios del centro de las ciudades son muy densos e inseguros y también con la intención de segregarse, es decir, dejar a la población negra y latina marginada en el centro. Estos barrios estaban pensados sin usos mixtos, muy apoyados en el coche para todo y en el centro comercial", expone Isabelle Anguelovski, directora del Laboratorio de Justicia Ambiental Urbana de la Universidad Autónoma de Barcelona.
En España, la dinámica es contraria. Los barrios no son una huida voluntaria fomentada por el racismo y los prejuicios de la clase media blanca, sino una respuesta a la imposibilidad económica de vivir en el centro de las ciudades. "La segregación y homogeneidad de estas zonas en España es por motivos diferentes y es posterior. Aquí, la homogeneidad del barrio es producto del planeamiento urbano. Es decir, si miras El Cañaveral o estos barrios nuevos, la segregación no es buscada como en EEUU. Cuando una generación se lanza a buscar una casa, se encuentra con que esta es la mejor opción económica y se da cuenta de que allí vive la misma gente, con la misma edad y mismas características económicas", desarrolla Jorge Dioni, periodista y escritor autor de La España de las piscinas y El malestar de las ciudades.
El Cañaveral, plusvalías convertidas en barrio
"El caso de El Cañaveral es un poco diferente a San Chinarro o Pueblo de Vallecas. Aquí hay un aislamiento mayor, y además aún ves edificios en construcción. Con las personas que han comprado allí se ha sido especialmente cruel. No es que se empeñen en coger el coche, es que no tienen otra alternativa", expone Dioni "Esto no es un barrio, es como cuando observas campos de girasoles o de soja; lo que ves son plusvalías".
Los propios vecinos que compraron, la mayoría de municipios y barrios cercanos, son conscientes de que sus residencias son producto de un modelo urbano pesado desde la búsqueda del beneficio. "El Cañaveral, como el resto de los PAU, son una forma de urbanizar que priorizan la especulación al bienestar de las personas", comenta Rafael, el portavoz de la AVECA. "Lo grave es que te engañan. Compras casas sobre plano y, en principio, te lo venden con una publicidad muy preparada. Te dicen que va a ser una zona maravillosa, con espacios verdes y dan por sentado que habrá servicios a corto plazo, que habrá autobuses, metro, pero es todo publicidad engañosa. Dan por seguro cosas que ellos saben que no van a ocurrir", argumenta.
A todo ello, se suma el problema de la simultaneidad de las obras. Las casas se van poblando mientras, en paralelo, en el solar al que dan las ventanas, las grúas y los operarios levantan otro edificio idéntico. "El barrio está en plena construcción, con la incomodidad que supone vivir rodeado de obras. Pero es que, en el caso de El Cañaveral, se ha edificado en dos etapas. La primera está casi toda entregada, pero la segunda etapa aún no. ¿Qué ocurre? Que, al no tener un barrio terminado, no hay ningún tipo de planificación urbana, hasta el punto de que no hay semáforos, hay calles que están cortadas porque se terminan y todo se convierte en la ley de la jungla", narra el vecino.
Calles sin perspectiva de género y luchas vecinales
La planificación urbana de los barrios y la carencia de servicios recae de una manera más pronunciada sobre las mujeres que sobre los hombres. La división de roles sigue dejando en manos de las mujeres todas las labores de cuidados. Esto incluye algunas actividades cotidianas, como ir a la compra o llevar y recoger a los hijos de la escuela, que un barrio como El Cañaveral conlleva viajar en coche y adentrarse en un atasco.
"Son barrios orientados a la productividad que generan una pobreza del tiempo bestial. Esto repercute sobre todo en las mujeres que están muy obligadas a coger el coche y hacer de taxistas para llevar a los niños al colegio, al entrenamiento o la compra... La planificación urbana está planteada desde la masculinidad tradicional y esto pasa más factura a las mujeres. Al final cuando estás mucho tiempo en un atasco, tienes estrés y es tiempo que te quitas para el autocuidado", sostiene Anguelovski.
Las asociaciones vecinales empiezan a moverse en El Cañaveral y a pedir cambios que conecten el barrio con el resto de la ciudad. Desde AVECA piden autobuses, pero también una prolongación de la Línea 2 de metro que conecte la urbanización con Madrid. Dioni señala que el panorama de estos nuevos distritos es similar al que se ve en las fotos de los años sesenta y setenta de Orcasitas, Carabanchel, cuando los vecinos pedían autobuses y dotaciones. "Lo que ha cambiado es cómo se articulan este tipo demandas. Hemos pasado de un mundo basado en la demanda colectiva, que se articulaba desde el partido, el sindicato o la parroquia, a un mundo que articula las demandas de una forma mucho más individual. El atasco es una metáfora del triunfo de un elemento privado que va por vías públicas", zanja el escritor.
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