madrid
Actualizado:“El IRA me querían matar por ser un borracho”, confiesa en sus memorias Gerry Conlon, hombre en el que se inspira la película En el nombre del padre. Este norilandés pasó quince años en la cárcel acusado de un atentado ejecutado por la guerrilla. Con el entrecomillado citado, Conlon argumentó durante el juicio que no sólo no pertenecía al IRA, sino que los alcohólicos como él no eran bien recibidos en la zona donde ésta actuaba porque generaban un cliché, un estereotipo negativo y no aportaban nada bueno a la comunidad.
El auge de las casas de apuestas, el peligro del juego y el riesgo de la adicción en la juventud han logrado una movilización ejemplar que ha evitado la normalización de estos negocios. La política, poco a poco, entra de lleno en una pugna en la que el rédito económico compite contra los costes de vida de los barrios. En cambio, hay otros menesteres igual de dañinos –o más– y mejor vistos e insertos en la rutina. ¿Se ha perdido la batalla contra el abuso del alcohol?
Tres millones de personas mueren al año por problemas derivados del alcoholismo, según la OMS. En España, la cifra es de 37.000 muertes, con una tasa de consumo superior a la media europea. Diez litros per capita frente a 9,8 del continente.
"Era impensable dejar de fumar en los bares"
“En los años ochenta las adicciones generaron alarma social, estaba entre los tres primeros problemas de los españoles”, apunta Elena Presencio, directora general de la Asociación Proyecto Hombre. “Ahora se han ido a la cola, porque la sociedad no visibiliza el problema. El consumo de alcohol y de cocaína está más normalizado y se da en personas con vidas menos desestructuradas. La clásica figura del yonqui va desapareciendo, por lo que el problema se invisibiliza”, dice.
Las adicciones enganchan en momentos de debilidad. El paro, la falta de oportunidades, la inexorable rutina y la soledad son los pilares en los que el juego y el alcohol se hacen fuertes. Incluso los lugares donde se consume envían un mensaje sobre su espíritu.
"La propia configuración de las casas de apuestas, una especie de búnkers cerrados, donde difícilmente se ve el interior a menos que alguien abra una puerta, ya connota una actividad que se percibe oculta, de búsqueda de anonimato, por mucha publicidad externa que se exponga en la ornamentación de la fachada”, analiza Beatriz Manas, profesora del departamento de Sociología de la UNED.
Del consumo a su trivialización
"Un borracho es un parásito, eliminémosle“, proclamaba la CNT en un cartel difundido en el Aragón de 1937, en plena Guerra Civil. Durante una época, la extrema izquierda guardaba la misma tolerancia con el alcohol que con el capital, idea que poco a poco se ha desvanecido.
“El problema no es la sustancia, es lo que te lleva a consumir”, confiesa Presencio. “Todos lo reconocen, buscan algo con lo que tapar, con lo que no sufrir. Quieren olvidar algo que les angustia. El alcohol está totalmente normalizado, tenemos una cultura de consumo muy instaurada. Hay que proteger a los menores, ya que cada vez vienen más con problemas de cannabis y alcohol", continúa, para eximirles de culpa: "Los menores con los que intervenimos tienen conductas problemáticas, enfrentamientos a la autoridad, fracaso escolar...", cierra.
A caballo entre la trivialización del alcohol y la alarma social de las casas de apuestas y juego online se encuentra el tabaco. Ante el riesgo de que la batalla contra la bebida desmesurada esté perdida, Eulalia Alemany, directora técnica de la Fundación de ayuda contra la drogadicción (FAD), se muestra persistente: "Hemos ganado otras batallas. La percepción del riesgo del tabaco ha ido subiendo claramente, porque ha habido muchas campañas intensas. Ha habido una aplicación de la ley muy clara, era impensable dejar de fumar en los bares. Es una cuestión de voluntad política y de elaborar buenas campaña de sensibilización", apunta.
El beber es cultural
Ante la aplaudida emergencia y protesta social que ha generado la ebullición de las casas de apuestas, la conclusión frente a la bebida es clara: está enraizada en nuestra cultura, que tiende a acompañar cualquier evento de una copa llena.
"Seguramente, la primera experiencia con el alcohol de la mayoría de las personas se ha producido en un ambiente familiar. Cuesta mucho romper esas percepciones. No está mal visto, en principio. Está mal visto abusar", apunta Alemany.
Entre el 74% y el 77% de los jóvenes españoles lo consume alcohol asiduamente
La socióloga Beatriz Manas incide en esta cuestión: "No es lo mismo beber alcohol que el alcoholismo. El beber puede desarrollarse en lugares públicos, visibles, llenos de gente, que además no se esconde, se divierte... En cambio, la imagen social del alcoholismo es totalmente negativa, como un hábito que aísla socialmente, que arruina, que hace desaparecer a la persona de la vida pública".
Los datos que ofrece Proyecto Hombre son preocupantes. Es cierto que el consumo de alcohol ha bajado entre los adolescentes, pero los guarismos son descomunales. Entre el 74% y el 77% de los jóvenes españoles bebe asiduamente.
No bajar la guardia
La novedad de la problemática del juego online, a falta de análisis más profundos, deja algunos rasgos claros entre sus consumidores, lo que lleva a no bajar la guardia pese a la alarma social. "Los datos nos dicen que ha subido el número de apuestas entre los jóvenes de entre 14 y 17 años, tanto presencial como digital. Además, también hay una diferencia de género importante, porque hay muchos más hombres que mujeres", apuntan desde la FAD.
Los expertos consultados llaman a no dejar que pase con el juego lo que ha pasado con el alcohol. "Frecuentar casas de apuestas pueda llegar a adoptar y equipararse entre los jóvenes a ese primer significado positivo que hoy por hoy tiene beber alcohol como ir a tomar una copa: un momento de diversión, de juego, de esparcimiento", añade Manas. "Obviamente, aquí se mezclan otros riesgos y otras lógicas muy distintas a las de beber alcohol un sábado: el importante gasto económico, que inmediatamente se gana o se pierde, las reacciones psicológicas a esa inmediatez, la posible dependencia a esa sensación, el anonimato, etcétera".
Un mundo ideal apañaría la relación entre el juego, el alcohol y el ocio. La Ley Seca en EEUU, de 1920 a 1933, demostró que la prohibición conlleva dificultades añadidas. "La búsqueda del placer es constante en el ser humano, pero no hay que desatender lo que nos perjudica y afecta a nuestras conductas", asevera Alemany, que reclama una sociedad madura y educada ante estas cuestiones. "Nunca dejarías a una persona sin formación coger un coche, antes hay que darle clases".
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