Este artículo se publicó hace 16 años.
Zapatero acordará con Rajoy el presidente del Poder Judicial
La cesión de la ‘minoría de bloqueo' al PP obliga a la aquiescencia de los vocales conservadores
Gonzalo López Alba
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, recabará directamente el visto bueno del líder de la oposición, Mariano Rajoy, para el nombramiento del nuevo presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), según confirmaron a Público en fuentes gubernamentales. De esta forma se mantendrá el consenso entre los dos partidos mayoritarios que ha permitido la renovación del órgano de gobierno de los jueces.
El pacto que permitió desbloquear la renovación del CGPJ incluye que la propuesta para el cargo de presidente corresponde al grupo mayoritario, aunque formalmente la elección compete a los veinte vocales del Consejo que la semana próxima serán elegidos por el Congreso y el Senado.
Pero, dado que el PSOE cedió al PP la minoría de bloqueo en el Consejo -en aplicación de la reforma de 2005, que se hizo para propiciar consensos-, la elección del presidente ha de contar con la aquiescencia de los vocales elegidos a propuesta conservadora. La elección del presidente requiere mayoría cualificada de tres quintos, que equivale a doce vocales.
El PSOE ha propuesto a nueve, que sumados a los dos de CiU y PNV, se quedan a uno de la mayoría necesaria.
Los grupos Socialista y Popular acordaron en la negociación renunciar al derecho de veto y los conservadores, en contrapartida, se avinieron a que el presidente sería propuesto por el bloque progresista. No obstante, ante la hipótesis -ya descartada- de que pudiera ser alguien con el perfil del fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, el PP advirtió de que los vocales elegidos a propuesta suya "se levantarán" si el propuesto les resultara "inaceptable".
La negociación para la selección de los vocales ha sido protagonizada por los portavoces parlamentarios del PSOE, José Antonio Alonso, y del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, con participación decisiva de Federico Trillo.
Pero ahora, tras el pacto sobre los vocales, el fleco del presidente ha quedado directamente en manos de Zapatero y Rajoy, que fueron los que también desbloquearon políticamente la renovación en julio.
A expensas de que pueda surgir un tapado presidencial, todas las fuentes consultadas se confirman en la existencia de la terna adelantada por Público el sábado pasado: Juan Antonio Xiol, Ángel de Juanes y Dámaso Ruiz-Jarabo.
De estos tres nombres, el que tiene un perfil más propicio a la aceptación por el PP es el de Ruiz-Jarabo, representante en el Tribunal de Justicia de la UE. De hecho, el Gobierno de Aznar le mantuvo.
Xiol, presidente de la Sala Civil del Supremo, está catalogado como cercano a la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, al haber colaborado ambos con el ex ministro Fernando Ledesma. Goza dentro de la magistratura de prestigio por su independencia de criterio, capacitación jurídica y juicio moderado en cuestiones autonómicas. Su origen catalán sería un guiño a CiU y PNV.
Juanes, que pertenece a la Sala Militar del Supremo y al que se considera próximo a José Antonio Alonso, tiene un perfil más acentuadamente progresista. Así, se recuerda que apoyó, por ejemplo, la revisión del juicio al anarquista Puig Antich.
El último nombre que se ha hecho circular es el de la catedrática Paloma Biglino, directora del Centro de Estudios Constitucionales, pero distintas fuentes gubernamentales la descartan con el argumento de que ocupa "un cargo político" que lo hace "inviable".
El acentuado perfil político de los vocales se justifica en fuentes socialistas como respuesta a la estrategia del PP, que eligió a los vocales que ha propuesto con el criterio de que formaran un bloque compacto y aguerrido.
Alonso respondió optando por el mismo perfil para los propuestos por el PSOE, lo que ha provocado duras críticas en amplios sectores de la magistratura y también algunas internas en sectores del Gobierno y del partido.
Esa composición política del CGPJ aconseja, según algunas fuentes, que el presidente tenga un perfil de prestigio incontestable que le permita actuar como fiel de la balanza. Sin embargo, hay quien defiende que, precisamente por eso, se debe primar el criterio de que refuerce desde la presidencia la mayoría progresista.
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