madrid
"El Gobierno no va por parroquias, va por principios". Esa fue la respuesta que este martes dio en rueda de prensa Yolanda Díaz al ser preguntada por las tensiones en la batalla entre Trabajo y Economía a cuenta del subsidio por desempleo.
Sumar había ganado esa disputa apenas unas horas antes en una negociación que se extendió hasta la madrugada del lunes y que, por momentos, pareció descarrilar sin remedio.
El mensaje de la vicepresidenta segunda del Ejecutivo parece tener un doble sentido. Por un lado, en la cara más visible del mismo se muestra un mensaje claro: el Gobierno es mancomunado y el PSOE y Sumar van a una en las decisiones y políticas que se despliegan desde el Ejecutivo.
Pero hay otro mensaje implícito: más allá de los relatos personales, no hay una disputa entre Nadia Calviño y Yolanda Díaz (y si la hay, no es lo principal); lo que hay es una batalla ideológica por marcar la legislación y acción de un Gobierno en el que se sientan ministros y ministras con distintas visiones y, en ocasiones, intereses (también partidistas).
Las "parroquias" no dejan de ser una unidad de administración que aglutina a determinados sectores a los que da nombre; pero son los "principios" los que las definen, y en la convivencia en el seno del Ejecutivo de coalición la realidad no es distinta.
Trabajo ha visto cómo sus posiciones se han impuesto en una reforma que aleja los fantasmas de lo que podía suponer el primer recorte económico del Ejecutivo de coalición progresista. No sólo no se endurece su acceso y se reduce gradualmente, sino que se incrementa su cuantía durante los primeros meses, se amplia su cobertura y se eliminan trabas para hacerlo más accesible.
El inicio de la legislatura tiene algo de déjà vu para la izquierda alternativa y para Yolanda Díaz. En 2020, con la llegada de Unidas Podemos al Gobierno, la primera reforma del departamento dirigido por la política gallega fue suprimir la figura del denominado despido por bajas médicas (o despido por absentismo).
Esta fue la primera parada de un proceso de desmantelamiento de las políticas laborales del PP, que tuvo como eje central en la pasada legislatura la reforma laboral. También fue visto en su momento (junto a la primera subida del SMI) como un balón de oxígeno inicial para Unidas Podemos que trasladara una imagen clara de que estar en el Ejecutivo era influir claramente en sus políticas.
Desde el Ministerio de Economía y el ala socialista del Gobierno no consideran que haya vencedores ni vencidos sino "acuerdos". El propio Pedro Sánchez reconoció hace unos días que en el Ejecutivo había "diferentes visiones" sobre la reforma del subsidio de desempleo. Desde Trabajo consideraron que el presidente había dado un espaldarazo a su postura, al mencionar, como señala el pacto entre PSOE y Sumar, que se iban a ampliar las coberturas por subsidio.
Lo que se estaba planteando, según Economía, era más un cambio de modelo "para que gire todo el sistema a apoyar el empleo". Es decir, que se centrara en mejorar la protección y la reincorporación al trabajo de personas paradas de larga duración. En definitiva, un modelo diferente especialmente sobre dónde poner el foco de la reforma, si en el subsidio en sí o en la reactivación del empleo. Al tiempo rechazaban hablar de recortes. Por lo que señalan desde Sumar, la visión de Díaz es la que se ha impuesto.
Próximas disputas
Calviño saldrá del Gobierno próximamente para presidir el Banco Europeo de Inversiones. O a finales de año o a principios del próximo. Antes, aún tendrá que resolver algunos asuntos de calado europeo y en la propia coalición. El más inmediato es el decreto anticrisis, que prevé ser aprobado la próxima semana en el Consejo de Ministros puesto que algunas medidas decaen el 31 de diciembre.
Sobre este decreto también se prevén disputas. Por ejemplo, a cuanto a los impuestos a las empresas energéticas y a la banca. La vicepresidenta primera señaló públicamente hace unos días que habría que revisarlos. Díaz le contestó que lo pactado es mantenerlos.
Otra batalla próxima de la coalición también será la negociación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Aquí, más que Calviño, entrará en juego principalmente la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Durante las negociaciones del pacto de Gobierno entre ambos partidos ya se abordaron cuestiones presupuestarias pero los detalles formales se tratarán próximamente.
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