Este artículo se publicó hace 7 años.
Política penitenciaria en EuskadiLa política del PP amenaza con separar de su madre a la niña apuñalada por su padre
Tras sobrevivir a una brutal agresión, una pequeña dejará de convivir con su progenitora en la cárcel valenciana de Piccasent. Los llamamientos formulados desde distintos ámbitos han resultado infructuosos: el Estado se niega a modificar su política hacia los presos condenados por terrorismo.
Bilbao--Actualizado a
El tercer cumpleaños de Izar será difícil de olvidar. Un mes y medio después de sobrevivir a las cuchilladas que le propinó su padre, esta niña donostiarra será separada de su madre. A pesar de las heridas –físicas y de las otras-. A pesar de que ella, su progenitora, cumple con todos los requisitos legales para estar en libertad. A pesar de que el ayuntamiento de Donostia, entre otras instituciones, ha pedido que ambas no sean separadas. A pesar de todo, desde este jueves serán condenadas a vivir separadas.
La pesadilla comenzó un domingo. Ese fin de semana, la niña había salido de la cárcel de Picassent (Valencia), donde vivía con su madre, para pasar el fin de semana con su padre. La pareja estaba en trámites de separación. Sobre las 10.30 de la mañana, el hombre se presentó en la comisaría de la localidad de Benifaió, asegurando que había matado a su hija a puñaladas. Cuando los servicios médicos arribaron a la vivienda, la pequeña aún estaba con vida.
Parecía casi imposible, pero la pequeña consiguió esquivar la muerte. Cinco semanas después de aquella agresión, la niña regresaba a la cárcel de Picassent para estar junto a su madre. Sin embargo, el reencuentro tenía fecha límite: la legislación española establece que los bebés pueden vivir con sus progenitoras en prisión hasta los tres años de edad. Izar los cumple este jueves. Este imborrable jueves.
A día de hoy, la sociedad vasca conoce muy bien el nombre de Izar. Fruto de una situación excepcional, los medios -con el consentimiento de la familia- han dado a conocer la identidad de la menor. También el de Sara, su madre. O el de Kontxi, su abuela, quien esté miércoles se desplazaba a Valencia para traer a la niña a Euskadi.
La posible separación ha generado una ola de solidaridad. Basándose en la humanidad y la justicia, personalidades de diferentes ámbitos se han unido para pedir que madre e hija continúen juntas, en libertad. Su madre, condenada por pertenencia a ETA –sin delitos de sangre-, ya ha cumplido las tres cuartas partes de la condena, por lo que legalmente podría ser excarcelada. Sin embargo, la legislación de excepción que se aplica contra los condenados por terrorismo permitirá que esta mujer cumpla su condena de manera íntegra, lo que no se producirá hasta abril de 2018.
"Justicia cruel y vengativa"
Mientras tanto, la niña vivirá con sus abuelos maternos en San Sebastián. El perjuicio provocado por la separación podría ser enorme: según alertaron esta semana el sicólogo clínico infantil Iñaki Barrutia-Arregi y los profesores de Sicología de la Universidad del País Vasco (UPV) Luisa Reizabal e Iñaki García Fernández, la pequeña “ha perdido el sentimiento de protección y confianza, y lo tiene que restaurar”. Justo lo contrario de lo que se conseguiría con la separación. “Solo una justicia cruel y vengativa, carente de toda empatía, es capaz de separarlas”, remarcaron los psicólogos.
El caso llegó también al Senado. Este miércoles, el ministro de Interior Ignacio Zoido aseguró que trabaja "desde el primer momento" para que ambas "puedan estar juntas". En respuesta a una pregunta formulada por el senador de EH Bildu Jon Inarritu, aclaró sin embargo que "no es fácil", ya que se deben "tomar prevenciones" para que el agresor -actualmente en prisión- no pueda localizarlas.
En ese contexto, el ayuntamiento de Donostia también se ha sumado a quienes piden que niña y madre no sean separadas. El reclamo ha contado con el apoyo de todas las fuerzas políticas con representación municipal –PNV, PSE, EH Bildu e Irabazi-, con la única excepción del PP. Aquello fue un reflejo de la situación actual: más de cinco años después del cese de la violencia por parte de ETA, solamente los conservadores amparan la política penitenciaria de excepción contra los presos abertzales. Una política de excepción que, a pesar de todo, obligará a una niña a separarse de su madre.
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