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Actualizado:Como aprendió en Falange, César Román Viruete -el conocido como rey del Cachopo y acusado del asesinato de la joven Heidi Paz- ha seguido ante la jueza madrileña la máxima de "discreción primero, habilidad después y audacia siempre". En 1993 no le resultaba difícil entrar en los institutos. Aunque él tenía 20 años, su estatura de 1,50 no le hacía destacar entre los adolescentes de entre 13 y 17 años. Se presentaba como dirigente estudiantil, secretario general del Sindicato de Enseñanzas Medias (SEM), una organización que en principio nadie sabía de dónde salía pero que iba ganando representantes en centros de enseñanza en las zonas más populares como Usera, Carabanchel, Vallecas o incluso la zona centro de Madrid.
Tan bien lo hizo que el ahora bautizado como 'Rey del Cachopo' se sentó en las negociaciones de las huelgas contra la política de Educación del último gobierno de Felipe González, en 1995, con otras organizaciones de padres, de trabajadores y de alumnos, como la Unión de Estudiantes (UdE) y el Sindicato de Estudiantes. Fueron estos últimos quienes vieron los símbolos que mostraban en la manifestación los seguidores del SEM y dieron la voz de alarma: La Falange se estaba infiltrando en los institutos.
Las Juventudes de Falange y la Tercera vía
Precisamente ha sido en Usera, donde comenzó su carrera de 'agente falangista', donde la vida de César Román ha dado un vuelco al encontrar la Policía en un nave calcinada una maleta que guardaba el torso de una joven, a la que tardaron dos meses en identificar, pero que se trataba de Heidi Paz, su última novia y que llevaba dos meses desaparecida como él.
Román Viruete había sido elegido para la misión especial de infiltrado porque "tenía buenas capacidades para relacionarse desde que empezó en los puestos de las Juventudes de la Falange", explican fuentes de la extrema derecha. De esas juventudes salían muchos de los afiliados al sindicato estudiantil falangista, que también se intentaba abrir paso en la universidad. También de esas filas adolescentes salió su primera mujer y su primer hijo, "con quien nunca mantuvo buena relación". Luego vendrían otros dos descendientes más y las denuncias de malos tratos de unas cuantas parejas.
En aquella década, La Falange estaba divida entre el sector más tradicional y una serie de personas obsesionadas por infiltrar falangistas por todos los sectores sociales; incluso crear una Tercera Vía que uniera Herri Batasuna con una idea de José Antonio Primo de Rivera que negaba a Franco, pero defendía la unidad de España. En esta línea seguía a César Román un conocido cantante de la movida madrileña, Fernando Márquez 'El Zurdo', con artículos en la publicación El corazón del bosque. De hecho, la producción escrita de esos tiempos del rey del cachopo es extensa y en muchas ocasiones utilizaba el pseudónimo de Espartaco.
Comisiones Obreras y el YA, sus últimas misiones
Pero la caída de César Román en Falange llegó en cadena y cuando más alto había llegado, a estar muy cerca del grupo asesor del entonces secretario general de Comisiones Obreras, Antonio Gutiérrez.
En octubre de 1995 un dirigente falangista asturiano había impulsado ante la ejecutiva el Proyecto Sindical Otazú (PSO) para infiltrarse en centrales sindicales. En 1998, César Román estaba liberado por la federación de Transporte, Hostelería y Turismo en la sede central de Lope de Vega. La idea era "preparar una corriente sindical propia, primero entre los críticos de CC.OO y, más tarde, transversal en otros medios". Y el rey del cachopo reunía todas las habilidades que requería el infiltrado, según el documento de Francisco Díaz de Otazú, "discreción primero, habilidad después, y audacia siempre".
La infiltración duró más de dos años, hasta que fue destapada en un reportaje por Interviú, al publicar una foto de César Román a la puerta del diario YA, cuando él y otros falangistas se unieron al abogado Emilio Rodríguez Menéndez y este publicó el vídeo de Pedro J. Ramírez manteniendo sexo pagado con Exuperancia Rapú. Todo un trabajo de cloacas.
Las tensiones en La Falange con estas aventuras de infiltrados falangistas se hicieron mayores y llegó la gota que colmó el vaso para el sector más tradicional, liderado por el actual jefe nacional, Manuel Andrino Lobo, "las Juventudes acusaron a César Román de robar de la hucha de los puestos que se ponían en los actos del partido y la jefatura de Madrid le arreó una buenas y grandes bofetadas", asegura una fuente presencial de los hechos.
Personas que le conocieron en ese momento no dudan en describirlo, sin embargo, como "un superviviente. César se cae y se levanta, seguramente haya estafado a toda la gente que se dice, pero resulta difícil pensar que haya podido matar a esa pobre chica". Por ahora el juzgado número 32 ha decretado su ingreso en prisión y también el levantamiento del secreto de sumario. Será a partir de ese momento, como César Román ha dicho en los pasillos del juzgado, cuando declare ante la justicia.
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